«Tenemos que ir más allá de la condena de la situación en Venezuela. Tenemos que actuar para que haya justicia. Cada uno de nosotros aquí y en todas partes», subrayó Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) tras el impacto vivido el miércoles en la sede del organismo panamericano al hacer públicas el Centro Carter las actas originales de las elecciones presidenciales.
La exhibición física de las actas desnudó una vez más, esta vez de forma definitiva, el megafraude electoral orquestado por el chavismo, el mayor en la Historia de las Américas. Jennie Lincoln, jefa de la Misión de Observación Electoral del Centro Carter, sabía lo que tenía entre manos y no quiso pasar semejante oportunidad. Esta experta electoral, de trayectoria internacional reconocida, desenrolló con pausa y en medio de explicaciones técnicas una de las actas originales, prueba irrebatible del sistema automatizado de votación del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Actas que el Gobierno de Nicolás Maduro mantiene escondidas a cal y canto desde el 28J, pero que en su gran mayoría (83,5%) se pueden comprobar en la base de datos que mantiene accesible la oposición democrática a través de la web https://resultadosconvzla.com/. Sólo la gesta nacional de al menos un millón de ciudadanos consiguió que las actas oficiales fueran digitalizadas, prueba hoy del histórico triunfo opositor.
La postura del Centro Carter es trascendental a la hora de corroborar las denuncias de la oposición. El veto a la Unión Europea y a la propia OEA provocó que sólo la organización creada por el ex presidente estadounidense y el panel de expertos de Naciones Unidas asistieran como observadores independientes a las elecciones. Durante dos décadas, sobre todo en tiempos de Hugo Chávez, el Centro Carter avaló los comicios electorales. Hasta ahora. También los expertos de la ONU llegaron a las mismas conclusiones.
«La presentación del acta de escrutinio física a través de la explicación experta en este foro es el inicio, de hecho, de una revisión técnica internacional, sin contar el efecto mediático, a lo que debe agregarse el reforzamiento, aún más, del liderazgo opositor», resumió el experto electoral Jesús Castellanos.
El impacto dentro del régimen chavista fue demoledor. Sólo horas más tarde compareció Diosdado Cabello, ministro de Interior y número dos del chavismo, para repartir descalificaciones y para mentir, una vez más, sobre los procesos de observación en otros países. «Lo que queda del Centro Carter mostró unas actas en la OEA… ¡La OEA que se vaya a lavar ese…! No nos importa lo que diga la OEA o esa señora del Centro Carter. Aquí el pueblo decidió», balbuceó Cabello.
Edmundo González Urrutia aplastó en las urnas a Maduro, superando incluso las cifras de Hugo Chávez en la cresta de la ola de su popularidad.
«Estas actas reflejan un resultado que siempre hemos señalado: que Maduro no ganó las elecciones y las ganó el líder opositor hoy refugiado en España», destacó Josep Borrell, Alto Representante de la UE.
La censura internacional no detiene de momento el plan puesto en marcha por el régimen bolivariano para pasar página y desconocer la soberanía popular. Los últimos testimonios conocidos sobre las torturas contra siete menores de edad (les faltan piezas dentales y algunos tienen las tetillas quemadas) han horrorizado aún más a un país cuya cifra de prisioneros políticos se ha disparado por encima de los 1.900.
«No lo reconocí. Está tan flaco y desnutrido que lo tenía delante de mí y no sabía que era él. Reaccioné cuando el funcionario me dijo que era mi hijo. Como madre no encuentro cómo expresar lo que siento, aunque doy gracias a Dios que lo pude visitar después de tanto tiempo», desveló a la ONG Una Ventana a la Libertad la madre de un chico de 19 años, detenido tras las protestas del 28J.
En medio de semejante tesitura, el parlamento chavista convocó a los partidos para negociar las elecciones parlamentarias y regionales del año que viene, en un intento de dividir a la oposición. La respuesta conjunta de la Plataforma Unitaria; la líder opositora María Corina Machado y el propio Edmundo fue tajante: «Es sólo un ejercicio de propaganda. Cualquier intento de desconocer lo que ocurrió en las elecciones constituiría un golpe de Estado».
