La invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia ha vuelto a dibujar un mundo dividido en bloques, pese a que la caída del Muro de Berlín hace 35 años y la posterior disolución de la Unión Soviética apuntaban al fin de los bandos.
Rusia y la OTAN están reeditando la Guerra Fría, aunque Ucrania las ha colocado mucho más cerca de un enfrentamiento militar directo en Europa que durante esas cuatro décadas de tensiones.
La década de los 90 del siglo pasado y los primeros años del siglo XXI estuvieron marcados por el acercamiento y las iniciativas para fomentar el diálogo y la cooperación.
Aunque el conflicto en Kosovo en 1999 y la guerra entre Rusia y Georgia de 2008 enfriaron las relaciones, el acercamiento entre la Alianza y Moscú era una realidad, con presidentes rusos incluso presentes en cumbres de la OTAN, como la de 2010 en Lisboa.
Además, en el Concepto Estratégico de 2010, el documento que guió durante más de una década las políticas de la Alianza, se apostaba por una «asociación estratégica» entre la OTAN y Rusia.
Pero la anexión rusa de Crimea provocó que en abril de 2014 se detuviera la cooperación civil y militar entre la Alianza y Rusia.
Luego, la invasión a gran escala de Ucrania en 2022 dejó las relaciones en su punto más bajo desde la Guerra Fría.
«La invasión rusa de Ucrania ha consolidado una profunda división política y social entre Rusia y una gran parte de Occidente, que en efecto recuerda a un nuevo ‘muro imaginario’», declara a EFE Markus Ziener, del centro de estudios German Marshall Fund.
Pero recalca que en esta ocasión no se trata de un choque entre dos ideologías políticas, como sucedió en la Guerra Fría.
«Hoy, democracias abiertas y liberales, por un lado, y formas de gobierno totalitario por el otro se están enfrentando. Al menos en el lado ruso, faltan los fundamentos ideológicos de la era soviética», explica.
Un aspecto clave de la reaparición de los bloques ha sido la entrada en la OTAN de Suecia y Finlandia.
«El ingreso de Suecia y Finlandia en la OTAN ha fortalecido el panorama de seguridad de Europa del Este, contribuyendo aún más a esta nueva división», expone Ziener.
La ironía, dice, es que Moscú justificó su ataque a Ucrania por la ampliación de la OTAN, pero sus acciones «han acelerado el resultado que buscaba evitar», dado el ingreso de Finlandia, con una frontera de 1.300 kilómetros con Rusia, y Suecia en la Alianza.
«Lo mismo es cierto para la búsqueda de Ucrania y Moldavia de la membresía de la UE y una alineación más estrecha con la OTAN. Esta búsqueda fortalece la postura de seguridad y las bases democráticas de estos países, pero también intensifica la percepción de Moscú de la intromisión occidental», agrega.
Si en los primeros meses de combates Moscú condenó el suministro de armamento occidental a Kiev, ahora denuncia que en el frente está combatiendo no con Ucrania, sino contra la OTAN, a la que acusa de implicación directa en la contienda.
Tensión nuclear
El pánico a un enfrentamiento nuclear, propio de la Guerra Fría, ha resurgido en los últimos tres años. Primero, el presidente ruso, Vladímir Putin, decidió poner en alerta a sus fuerzas estratégicas y después desplegar armas nucleares tácticas en Bielorrusia.
Las conversaciones sobre un posible visto bueno a Kiev para el empleo de armamento de largo alcance occidental contra territorio ruso llevaron a Putin a modificar la doctrina nuclear.
La principal novedad es que Rusia puede recurrir a armas nucleares en caso de un ataque convencional que amenace la soberanía de Rusia y Bielorrusia.
Además, están estancadas las negociaciones para la renovación del START, el último tratado de desarme estratégico en vigor entre rusos y estadounidenses.
Ziener subraya que la retórica nuclear de Putin, unida a la profundización de alianzas con Corea del Norte y China, indica «un desarrollo hacia bloques globales polarizados», pero recalca que la asociación de Moscú con esos países «no es en modo alguno un bloque de potencias alternativo».
Argumenta que China está «demasiado entrelazada con Occidente como para querer depender solo de Rusia» y que Corea del Norte es «un enano económico» cuyas armas y soldados necesita el Kremlin.
En cualquier caso, Putin acusó a los aliados de intentar convertir a Ucrania en una «Anti-Rusia», lo que habría motivado su decisión de invadir el país vecino y crear un cinturón de seguridad, dejándolo sin salida al mar.
Ese nuevo Telón de Acero incluiría también a Bielorrusia, el Cáucaso Norte y Asia Central, así como a Irán, China y Corea del Norte.
EFE