Versiones contradictorias en torno al «suicidio» en una celda del funcionario chavista Leoner Azuaje, presidente de Cartones de Venezuela hasta su detención en medio de la purga anticorrupción ordenada por Nicolás Maduro. Su familia ha realizado un llamamiento desesperado para pedir protección, incluso se han dirigido a la Embajada de España y de Perú ante las amenazas recibidas y en petición de justicia, una demanda que también resuena desde filas revolucionarias.
«La conclusión de la autopsia dio como resultado que el ciudadano muere por asfixia mecánica por constricción de cuello por ahorcamiento. Se suspendió usando sábanas para ahorcarse en la habitación donde estaba recluido», aseguró el fiscal chavista Tarek William Saab, quien añadió que Azuaje dejó varias cartas a sus familiares para comunicar su decisión.
Fuentes vinculadas al Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin), en cuya unidad de investigaciones se encontraba a la espera de un supuesto traslado a prisión se produjo el «suicidio», mantienen que Azuaje sufría desde hace tres meses «pensamientos negativos». Según esta teoría, el alto funcionario chavista se colgó de madrugada de un tubo del cableado eléctrico con la ayuda de una cuerda confeccionada con una sábana y una manta. Azuaje se aprovechó de que su custodio habría ido a buscarle comida.
La explicación oficial no ha convencido a observadores independientes, como el antiguo fiscal Zair Mundaray, exiliado hoy en Colombia. «¿Si sabían que supuestamente se encontraba en estado depresivo, cómo le meten en una celda solo, aislado, con tuberías en el techo y una sábana?», se interroga Mundaray.
Las fotos filtradas del cadáver muestran también «el surco de ahorcamiento que parece cualquier cosa menos una sábana. ¿Y la histología? Si cuelgas un muerto también hace surco, sólo que sin reacción vital», alertó el exfiscal.
El informe oficial no hace mención de otro tipo de lesiones, que sí ha destacado el periodista local Javier Mayorca, especialista en Sucesos. Según fuentes del interior de la morgue, como ya sucediera en anteriores ocasiones, el cuerpo presentaba signos de tortura: hematomas en la parte media y baja del abdomen, escoriaciones en la región intercostal derecha y antebrazos y signos de tortura en la planta de los pies.
«No es creíble la versión oficial. La tortura y asesinato de presos es una práctica recurrente de la dictadura: matan sin impunidad a los que encarcelan, así sean de su propio entorno. Ya son 11 personas que han muerto bajo custodia de los órganos represores», denunció Juan Guaidó, ex presidente interino del país.
Distintos organismos de Naciones Unidas y la Fiscalía de la Corte Penal Internacional han reiterado que se realizan torturas en los centros de detención del chavismo. Otras víctimas mortales de estas prácticas fueron el concejal opositor Fernando Albán y el capitán de marina Rafael Acosta.
Para añadir aún más dudas a este caso se han sumado las amenazas contra la mujer, las hijas, la madre y la hermana de Azuaje, que han pedido protección a las instancias oficialistas y a las Embajadas de Perú y España. «Yo no sé qué está pasando, nos dijeron que mi esposo se suicidó. Exigimos que nos expliquen, no entendemos nada. En las redes sociales todo el mundo no lo cree. Necesito respaldo de todo el mundo», clamó desesperada Claudia Pimentel, viuda de Azuaje.
«Nosotras pedimos protección porque tenemos miedo. Él no era corrupto, era un ser humano intachable. Se lo llevaron de su casa, tuvimos seis días sin saber de mi hijo. En el Sebin nos tiraron la puerta en la cara. Pido justicia y protección para la familia, que está en peligro», añadió la madre del fallecido.