Un micrófono abierto le jugó una muy mala pasada a Nicolás Maduro. El líder bolivariano y candidato revolucionario acudió el miércoles a San Cristóbal, capital de la fronteriza Táchira, para intentar mitigar el efecto de la multitudinaria marcha protagonizada por María Corina Machado en un bastión tradicionalmente opositor. Esa es una de las principales estrategias del chavismo: imitar los éxitos del tándem Machado/Edmundo González Urrutia y sobredimensionar sus famélicas concentraciones con trucos televisivos.
En un paseo previo junto al gobernador del Táchira, el polémico ex policía Freddy Bernal, y el ministro de Comunicación, Freddy Ñáñez, el «hijo de Chávez» deslizó unas palabras de contrariedad: «Esto se ve feo… Hay demasiadas cámaras y poca gente». El «accidente» provocó que de inmediato en los estudios de Venezolana de Televisión en Caracas se cortara el sonido ambiente. Pero ya era demasiado tarde.
Maduro adelantaba de esta forma lo que se comprobó minutos después en la marcha chavista, muy inferior a la opositora de hace días, pese a que el oficialismo llena los eventos de su candidato con funcionarios públicos, milicianos y miembros de sus estructuras comunales, a quienes desplaza con dinero público.
Es el primer desliz de este estilo, pero vídeos de ciudadanos subidos a redes sociales han constatado en varios ocasiones que el equipo de Maduro le prepara escenarios muy acotados, con primeros planos y planos muy cortos, con seguidores acarreados y movidos por una euforia artificial. Lo mismo ocurrió horas más tarde en San Antonio del Táchira, a pocos metros de la frontera con Venezuela.
En otras concentraciones también se ha desvelado el reparto de dinero, como en la contramarcha montada la semana pasada en Caracas frente al tándem democrático. Uno de los motorizados de la revolución reconoció que le pagaban 30 dólares y le llenaban el tanque de gasolina por engrosar las filas bolivarianas.
La gran toma de San Cristóbal, como se había bautizado el acto, no lo fue, ni siquiera lo pareció. Y no fue el único fiasco de la semana: Maduro alardeó en la tribuna electoral porque la reguetonera Karol G, la Bichota, le había compuesto una canción para su campaña. El equipo de la cantante colombiana, un fenómeno de masas en esta parte de las Américas, desmintió ipso facto la aseveración presidencial.
Y fue precisamente el éxito de Machado en San Cristóbal, donde cientos de miles de personas corearon «¡eres nuestra Bichota!», lo que empujó a Maduro a bailar uno de los éxitos de la artista colombiana y a mentir a sus seguidores con una canción inexistente. La imitación de los gestos de campaña de los opositores, simular baños de multitudes que no lo son y emular expresiones de amor inexistentes se han transformado en un boomerang contra el propio presidente.
TRASCENDENTALES COMICIOS
A falta de 17 días para las trascendentales elecciones presidenciales venezolanas, ni las calles ni las encuestas sostienen el relato revolucionario de que son mayoría en el país. Los últimos sondeos hechos públicos por encuestadoras independientes estiran incluso la ventaja que mantiene el diplomático Edmundo González Urrutia desde que se confirmara su candidatura.
Según ORC Consultores, la intención de voto para el candidato democrático ha alcanzado el 58,4% de los apoyos, frente al 14,2% de los que se manifiestan a favor del continuismo revolucionario.
Hercon Consultores, por su parte, eleva la intención de voto para ambas partes, dada la irrelevancia estadística cosechada por las candidaturas colaboracionistas apoyadas por el régimen bolivariano: 68,4% suma «Edmundo para todo el mundo», como le citan los jóvenes en redes sociales, frente al 27,3% del «conductor de victorias», uno de los apodos favoritos de Maduro, que se repite constantemente en la propaganda revolucionaria.
El intento de posicionar encuestas fake en favor del presidente tampoco ha funcionado. La Coalición Informativa C-INFORMA ha identificado a seis encuestadoras sospechosas que promocionan la victoria de Maduro y participan de forma coordinada en una campaña de manipulación informativa. Desde la oposición temen que el Gobierno use estas falsas encuestas para apoyar la «victoria» de Maduro si finalmente orquesta un fraude electoral el 28-J, uno de los escenarios que se plantea la revolución para seguir en el poder tras 25 años en el Palacio de Miraflores.
Ante tantas evidencias, el oficialismo también ha concentrado sus esfuerzos en multiplicar su habitual victimismo. «Las sanciones son una clara desventaja que tiene el candidato a la reelección, porque ha sido sometido a una política de agresiones que han ido a hacer daño al pueblo», divagó el canciller Yván Gil.
El ventajismo económico de la campaña gubernamental es sólo una parte del fraude electoral puesto en marcha por Maduro, quien cuenta con todos los fondos del Estado en sus actos. Por el contrario, en la campaña opositora la gente camina o viaja en camiones de ganado, escribe sus propias pancartas en trozos de tela y papel e incluso resuelve una logística muy pequeña con aportes mínimos de ciudadanos y de venezolanos en el exterior.