La alta cúpula militar ha cerrado filas con Nicolás Maduro tras las acusaciones de fraude en las elecciones presidenciales del 28 de julio. Mientras la oposición y la comunidad internacional exigen al Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por el chavismo, que muestre las actas que confirman la victoria del mandatario sobre el opositor Edmundo González Urrutia, los altos mandos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) han jurado “lealtad absoluta” a Maduro.
El respaldo de los militares es disputado entre el Gobierno y la oposición que, liderada por María Corina Machado, ha pedido a las fuerzas armadas y los cuerpos policiales que no repriman las manifestaciones contra el resultado electoral. La oposición les pide además que den por válidos los resultados que arrojan las copias de las más de 24.000 actas que tienen en su poder, equivalentes al 81,7% del total. Según el conteo opositor, González Urrutia obtuvo el 67% de los votos, frente al 30% de Maduro.
Tras los llamados de la oposición, la Fiscalía –controlada por el chavismo– ha abierto una investigación penal contra de Machado y González por “incitación” a funcionarios militares y policiales a la desobediencia de las leyes; el alto mando de la FANB acusa a su vez a la “ultraderecha” de fraguar un golpe de Estado en el país.
Para el general retirado del Ejército Antonio Rivero, quien se encuentra en el exilio, existe una cohesión del alto mando en torno a los intereses de Maduro, lo que les hace inseparables. “El régimen se sostiene sobre las fuerzas armadas, especialmente sobre su cúpula, que a lo largo de estas décadas de chavismo ha consolidado su poder. Si bien es cierto que Maduro les ha dado más cargos en la administración pública –siempre supervisados por el Ministerio de la Defensa– y más ascensos de alta jerarquía, con marcados privilegios, el poder surgió desde el Gobierno de Hugo Chávez. Fue él quien creó las Regiones de Defensa Integral (REDI), que les dio no sólo una responsabilidad militar, sino política a nivel de gobernaciones. De ahí, y tras una serie de reformas legales y de prebendas, se fortalecieron estos altos cargos”, señala.
Cuando Maduro asumió el poder en 2013, entregó a los militares el control de la distribución de alimentos, divisas y materias primas del país. Hoy, incluso, la administración de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) está en manos de un coronel del Ejército. A los nuevos puestos de poder se han sumado las compañías vinculadas a Defensa, una cartera encabezada desde hace una década por Vladimir Padrino López. Padrino López tiene una sanción del El Departamento del Tesoro de Estados Unidos desde 2018.
Una investigación de la organización civil Control Ciudadano, presidida por la abogada Rocío San Miguel, hoy detenida por el chavismo acusada de espionaje, dio cuenta de la creación de medio centenar de órganos desconcentrados, entes descentralizados, empresas del Estado, institutos autónomos y fundaciones estatales en medio de la crisis económica y humanitaria de Venezuela.
Guillermo Beltrán, un teniente coronel retirado de la Fuerza Aérea de Venezuela, indica que los ascensos de militares son otra de forma de sumar voluntades. El alto mando tenía 200 integrantes a finales de los años noventa, cuando llegó Chávez al poder, y hoy tiene unos 2.000. Hace una semana, Maduro autorizó el ascenso de 17 oficiales al grado de mayores generales y almirantes, en un contexto de críticas internacionales por la represión a los manifestantes opositores.
Con el chavismo crecieron las importaciones de armas, especialmente a partir de 2007, en pleno boom de los precios del petróleo, principal fuente de divisas de Venezuela. En 2013, las compras de armas al exterior alcanzaron los 900 millones de dólares, un récord histórico, según la base de datos del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz. Con la crisis económica, esa cifra bajó.
En 2006, Venezuela quedó bajo un embargo de armas decretado por Estados Unidos, que acusaba al Gobierno de Chávez de no cooperar en la lucha contra el terrorismo. Caracas cambió de proveedores y se concentró en Rusia y China. Según un informe de Control Ciudadano de 2021, los presupuestos destinados a estas compras no estaban centralizadas en el Ministerio de Defensa, sino por distintos entes de la administración pública que no estaban bajo auditoría alguna.
En los cuarteles
Según el general retirado Rivero, en los cuarteles no están de acuerdo con el resultado electoral presentado por el CNE, pero dice que los soldados jamás darán su opinión ante la posibilidad de reprimendas de sus superiores. “Los oficiales que custodiaron el Plan República durante las elecciones presidenciales fueron testigos de la victoria de González [por estar durante la emisión de las actas de votación tras el cierre de las urnas]. En promedio, existen cerca de 100.000 ciudadanos de la FANB que viven en condiciones deplorables. Son los que está en un cuartel y no reciben privilegios. De ellos son los que no se siente seguro el régimen”.
Los jerarcas militares tratan de ofrecer una imagen contraria a esta versión. El general Domingo Hernández Lárez, jefe del Comando Estratégico Operacional de la FANB (instancia creada por Chávez para la integración operativa de los componentes militares), dedica casi a diario mensajes en su cuenta de X –red social bloqueada en Venezuela por orden del Gobierno chavista– de “absoluta lealtad y subordinación” a Maduro desde hace una semana. “¡La FANB es garantía de paz!”, se lee en uno de los últimos mensajes.
Los militares en situación de retiro consultados por EL PAÍS coinciden en que, además de Hernández y Padrino López, uno de los personajes con mayor influencia dentro de la FANB es Diosdado Cabello, primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), y excompañero de Chávez.
“A través de él muchos oficiales lograron ascensos y cargos importantes que aún están activos”, dice Rivero sobre Cabello. “Es una influencia que el mismo Padrino no ha podido superar y parte de las diferencias” que en estos momentos tiene el chavismo.