El papa Francisco saludó el pasado miércoles a un grupo de fieles iraquíes, entre los que se encontraba Rayan Al Kildani, líder de una milicia iraquí sancionado por Estados Unidos por cometer serias violaciones de los Derechos Humanos, indicó hoy el Vaticano.
El director de la Oficina de prensa vaticana, Matteo Bruni, confirmó en una nota oficial «el breve saludo circunstancial» del pontífice a Al Kildani en respuesta a las preguntas de los periodistas.
«Durante la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro el 6 de septiembre, Su Santidad Francisco saludó, como de costumbre, a algunas personas presentes. Entre ellos se encontraba también un grupo de iraquíes con el Rayan Al Kildani, con quien hubo un breve saludo circunstancial», se explica en un escueto comunicado.
El líder miliciano pidió reunirse con el papa a principios de abril, pero su petición fue rechazada por el expediente de abusos de derechos humanos de Al Kildani, según los medios iraquíes.
El rechazo del papa deslegitimó todavía más a Al Kildani, por lo que el pasado día 6 acudió a la audiencia del pontífice, se tomó una foto con él dándose un apretón de manos y la difundió alegando que había mantenido un encuentro privado con Francisco, indicaron las mismas fuentes.
Rayan al Kildani es una de las figuras más polémicas dentro de la comunidad cristiana en Irak y lidera la milicia cristiana Brigadas de Babilonia, adscrita a la agrupación armada progubernamental Multitud Popular, compuesta mayoritariamente de grupos armados chiíes, rama del islam a la que supuestamente se ha adherido.
En 2019 fue sancionado por Estados Unidos por estar «involucrado en abusos de derechos humanos serios» y corrupción, mientras que la principal autoridad cristiana de Irak, el patriarca caldeo Louis Raphael Sako, considera que Al Kildani «no representa a los cristianos» puesto que busca «enardecer el sectarismo».
La milicia de Al Kildani ha sido acusada por diferentes organizaciones de expropiación ilegal de propiedades cristianos, de agredir sexualmente a mujeres y de ser responsable de un entramado de corrupción dentro de las administraciones locales de la provincia de Nínive, en el norte de Irak y de mayoría cristiana.
El líder miliciano cuenta con poco apoyo de la población cristiana, y más después de que intentara iniciar a principios de este año una rebelión para expulsar a altos cargos de la administración local de Nínive a la fuerza.
EFE