En su segunda Audiencia General desde que fue elegido como pontífice, el papa León XIV centró su catequesis de este miércoles en la parábola del buen samaritano y lanzó un contundente llamado a la compasión universal, que —según expresó— no debe quedar encerrada en el ámbito religioso, sino que debe brotar “de una profunda humanidad compartida”.
Durante su alocución, el Papa se refirió con particular preocupación a los conflictos en Ucrania y en la Franja de Gaza, evocando las imágenes más dolorosas de ambos escenarios bélicos.
“Mis pensamientos fueron frecuentemente al pueblo ucraniano. Aseguro mi cercanía y oración por todos, en especial por los niños y sus familias”, afirmó. Además, insistió en que es necesario detener la guerra y sostener toda iniciativa de diálogo y paz.
“Pido a todos que se unan en oración por la paz en Ucrania y en todas partes en donde sople el viento de la guerra”, agregó.
El pontífice también evocó con angustia la situación en Gaza, donde el conflicto ha cobrado numerosas vidas civiles. “Desde la franja de Gaza se eleva cada vez más al cielo el llanto de las mamás y de los papás. Que estrechan los cuerpos sin vida de los niños y que están continuamente obligados a ir a otros sitios en busca de alimentos ante los bombardeos”, expresó.
Dirigiéndose directamente a los responsables de los ataques, León XIV renovó su llamamiento a un cese del fuego y a la liberación de todas las personas privadas de libertad, en conformidad con el derecho humanitario. “Renuevo mi llamamiento a los responsables: que cese el fuego. Que se liberen todas las personas privadas de la libertad con su derecho humanitario”.
Con respecto a su rezo, el Papa León XIV centró su catequesis en la parábola del buen samaritano y exhortó a los fieles a cultivar una compasión que no se limite al ámbito religioso, sino que surja de una humanidad compartida.
“Antes que una cuestión religiosa, ¡la compasión es una cuestión de humanidad! Antes de ser creyentes, estamos llamados a ser humanos”, expresó el Papa desde la Plaza de San Pedro, retomando el ciclo de catequesis jubilares sobre la esperanza que había sido iniciado por su predecesor, el Papa Francisco.
Durante su intervención, el pontífice propuso releer la parábola evangélica como una invitación a dejar atrás la rigidez y el individualismo: “La falta de esperanza, a veces, se debe a que nos quedamos atrapados en una cierta forma rígida y cerrada de ver las cosas, y las parábolas nos ayudan a mirarlas desde otro punto de vista”.