El pueblo es el que decide

Redaccion El Tequeno

La tragedia política que padece Venezuela solo es posible resolverla mediante un proceso democrático. Es a través de elecciones que podemos hacerlo. Nuestra Constitución establece claramente cuáles y cuándo deben hacerse y de acuerdo con lo que establece, ahora corresponde elegir a los gobernadores y alcaldes. Luego se abre el espacio para convocar una nueva elección para revocar a Maduro del poder que usurpa.

Si revisamos nuestra historia reciente, comprobaremos que los únicos éxitos reales, verificables y positivos que se han obtenido fue cuando se tomó la decisión de participar en las elecciones, sin sectarismos, con propósitos y estrategias políticas claras tanto para la gente como para las organizaciones sociales y políticas, además de haber logrado que el llamado a votar fuera unánime y completamente asociado a los anhelos y esperanzas de los ciudadanos.

Así fueron las elecciones parlamentarias de 2015, en las que quedó demostrado que ese árbitro y ese sistema electoral pueden derrotarse si la estrategia es democrática, simple, clara, unificada y consustancial a los intereses de la gente. Demostramos que, si se vota masivamente, se gana. Así se evitan traumas o fracturas sociales y se impide también la violencia. Debemos reiterar que la democracia se defiende con más democracia.

Triunfar en las elecciones regionales será el estímulo que necesitamos para creer y confiar nuevamente en el voto como medio para solucionar nuestros problemas políticos. Esta tarea es impostergable y de ella depende el éxito o el fracaso de cualquier acción dirigida a derrotar la autocracia madurista.

Reunida la fuerza y ajustada la estrategia, confirmada la eficacia del voto en ese proceso, el siguiente paso debe ser el referéndum revocatorio. Convocarlo y ganarlo es la labor más importante de las fuerzas democráticas del país, y todo ello depende de que seamos capaces de restablecer en los ciudadanos la confianza en el poder que les da el voto.

Es imperioso desmontar por completo y de forma definitiva, la narrativa que afirma que el proceso electoral es un fraude, que se roban los votos y nos hacen trampa. Si existe posibilidad de que utilicen el ventajismo para favorecerse, todo eso quedará sepultado por los millones de votos que movilizaremos para derrotarlos.

Las próximas elecciones regionales abren la oportunidad para utilizar el poder del voto con determinación y unidad de propósito. Si nos proponemos esa meta, este evento electoral se convertirá en el inicio de la derrota a quienes le han robado el bienestar al pueblo venezolano.

Sabemos que esos comicios no sacarán a Maduro del poder, pero será el termómetro para medir nuestras fuerzas democráticas, calibrar nuestras capacidades, saber con cuántas personas y con qué maquinaria contamos para seguir sumando voluntades, organizándonos y movilizándonos con el fin de ir a futuros eventos electorales, como el revocatorio y las presidenciales, con la seguridad y la contundencia que necesitamos para salir victoriosos.

Los espacios no se ceden ni se abandonan, se conquistan y se consolidan. Las gobernaciones y alcaldías que vamos a recuperar servirán de estímulo moral para que los que aún no estén convencidos del poder del voto, vayan a votar en las próximas elecciones. Será una poderosa tribuna en manos de los demócratas.

Si cada uno de nosotros se convierte en promotor del voto y vamos de puerta en puerta a decirle a vecinos y allegados que en nosotros está el poder de cambio que tanto anhelamos para Venezuela, renacerá el poder ciudadano, resurgirá nuestra confianza en lo que nosotros mismos podemos hacer y derrotaremos la demagogia no solo en el próximo evento electoral, sino en todos los que ocurran en el futuro.

Somos un pueblo de estirpe democrática y libertaria, por eso confío en que el país se va a unir por la democracia y el deseo de un futuro de bienestar. Enfrentemos juntos el escenario de lucha que se avecina, porque la dispersión solo favorece a la autocracia.

Nuestra participación será clave para el devenir y la reconstrucción de la nación que necesita salir del foso en el que la hundieron los delincuentes que la secuestraron.

Luisa Ortega Díaz

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