Cuando Bruna Alexandre comenzó a jugar al tenis de mesa, nunca pensó en ser olímpica. Para una niña brasileña que perdió un brazo al poco de nacer era un sueño inalcanzable. Pero ella nunca soltó la pala y en París disputará sus primeros Juegos Olímpicos y sus cuartos Paralímpicos.
«Fueron muchos años intentándolo. Sabía que sería muy difícil clasificar para los Juegos Olímpicos, hay muchas chicas. Pero lo conseguí y hoy estoy aquí realizando este gran sueño», explica en una entrevista con la AFP.
Alexandre, de 29 años, integra el equipo brasileño de tenis de mesa que se enfrenta el lunes a la complicada Corea del Sur, lo que la convertirá en la primera deportista de su país que disputa unos Juegos Olímpicos y Paralímpicos en el mismo año.
Otros deportistas, como su admirada Natalia Partyka, la polaca que abrió camino en el tenis de mesa al ser la primera en clasificar para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Pekín-2008, o la australiana Melissa Tapper, que repite ahora en París la doble experiencia de Rio y Tokio, ya lo habían conseguido antes, pero Bruna llevaba años luchando por unirse a ellas.
«Lo más difícil es trabajar y trabajar sin saber si funcionará», recuerda sobre sus horas de entrenamiento.
Y funcionó. Pero esta meta era impensable cuando un entrenador de Criciúma, su ciudad del sur de Brasil, le propuso a los siete años unirse a las prácticas a las que asistía su hermano. Apasionada de los deportes, Bruna no se lo pensó y aquel juego frenético acabó enganchándola, a pesar de las complicaciones para alguien como ella, que había perdido el brazo derecho cuando era un bebé, a causa de una trombosis.
«Al principio fue muy difícil para sacar con un brazo. Pero conseguí, después de un año, adaptarme. Y hoy mi saque es uno de los puntos más fuertes de mi juego», indica la brasileña, que complementa sus entrenamientos con skate y bicicleta para trabajar su equilibrio.
Más competencia
Hasta los 13 años no conoció la modalidad paralímpica, aunque nunca dejó de practicar ambas, y su carrera no tardó en acelerarse. Tras debutar en los Paralímpicos de Londres-2012, con 17 años, Alexandre se mudó a Sao Paulo para entrenar en un club de mayor nivel. Después conseguiría dos medallas en los Paralímpicos de Rio y otras dos en Tokio.
Inspirada por Partyka, a la que comenzó a seguir por videos de Youtube, el año pasado consiguió disputar los Juegos Panamericanos de Santiago y también el último Mundial, donde las brasileñas fueron novenas, allanando su camino hacia París.
Acostumbrada a estar entre los dos mundos, dice que en la cancha nunca se ha sentido diferente.
«Creo que como jugué modalidad olímpica desde pequeña, por eso no sufrí prejuicios. En la calle, en la escuela, nunca los sentí. El haber jugado olímpico desde pequeña me ayudó mucho», relata.
En pleno bullicio olímpico de París, sí que advierte, sin embargo, las diferencias entre ambas competiciones.
«El olímpico es diferente», indica. «Los atletas, la competencia, la manera de pensar (…) Creo que también es porque la competencia es mucho mayor», cuenta.
Abriendo puertas
El alto nivel para entrar en el equipo olímpico brasileño le obligó a esperar para saber si tendría plaza en París hasta hace unas semanas, cuando recibió la ansiada llamada del entrenador. Lo había conseguido.
«Es maravilloso ver a Bruna llegar. Es una deportista fantástica y creo que va a hacer cosas geniales aquí en París», describe la australiana Tapper.
Las mayores esperanzas de medalla de Alexandre en París están en los Juegos Paralímpicos, que se celebran del 28 de agosto al 8 de septiembre, donde espera conseguir su primer oro individual.
Este lunes, ante las exigentes coreanas, buscará dar lo mejor de sí misma, teniendo muy presente en cada golpe a todos los que están detrás.
«Estoy muy feliz de estar aquí y de poder representar a todas las personas con deficiencia de mi país y del mundo. Creo que puede abrir muchas puertas», asegura. «La inclusión en el país puede mejorar cada vez más. Creo que el deporte es un camino muy bueno a seguir», zanja sonriente.
AFP