Subieron al equipo en aerolínea bajo lupa de Aerocivil. Directivo niega nexo con el régimen de Maduro. Un Boeing 737, de matrícula HK 5304, despegó sin pasajeros, el 6 de octubre pasado, del aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón (que sirve a Cali) para recoger en Bogotá a la selección de Brasil, incluido a su estrella Neymar.
Según el itinerario, salió con los jugadores y el cuerpo técnico rumbo a Caracas, para que enfrentaran a Venezuela y siguieran avanzando en las eliminatorias al Mundial de Catar 2022, al que ya clasificaron.
Luego, con la victoria 3 por 1, el HK 5304 movió al equipo a Barranquilla, al duelo con Colombia.
Los vuelos no tuvieron inconvenientes y hasta la tripulación se tomó fotos con las estrellas brasileñas, que publicaron en redes.
Pero fuera del campo de juego, a autoridades de al menos dos países les llamó la atención que una selección con jugadores con pases que han llegado a los 222 millones de euros –como el de Neymar– se moviera en una aerolínea prácticamente desconocida que está siendo monitoreada.
¿Tarjeta roja?
EL TIEMPO investigó y estableció que el Boeing pertenece a Gran Colombia de Aviación S. A. S. (GCA Airlines) de capital venezolano.
Además, que mientras miembros de las federaciones de fútbol de Colombia y de Brasil hacían llamadas para que les aprobaran los vuelos –para subir a los consentidos del técnico Tite–, GCA se notificaba de una decisión de fondo.
La Oficina de Transporte Aéreo de la Aerocivil informó a su representante, Andrés Botero Gómez, que le emitieron “aviso de suspensión del permiso de operación para el transporte aéreo comercial secundario”.
En efecto, tras una visita de inspección administrativa y financiera, la Aerocivil encontró reiterados incumplimientos en pagos de sueldos y parafiscales que golpean a sus más de 120 empleados, “poniendo en riesgo el desarrollo de las actividades aeronáuticas de la compañía”.
En tiempo récord
Además, dice que “no demuestra capacidad financiera”, y empleados han denunciado que llevaban tres quincenas sin sueldo. Incluso, que por tener solo una aeronave volando, han tenido retrasos en itinerarios, como el de San Andrés.
De hecho, inicialmente les negaron el permiso para realizar los vuelos con la selección de Brasil, bajo el argumento de que podrían incumplir rutas aprobadas.
Pero en menos de 12 horas, GCA logró habilitar uno de sus Boeing, que tenía parado por problemas en la ventanilla del copiloto, y pudo volar con la plantilla brasileña.
También empezó a mover recursos para cubrir parte de sus deudas.
Sin embargo, EL TIEMPO estableció que, en criterio de la Aerocivil, aún persiste un escenario adverso que no permite levantarles la advertencia de suspensión del servicio de operaciones.
Las listas negras
Pero esa no es la única zona de turbulencia por la que atraviesa la aerolínea.
EL TIEMPO estableció que otras autoridades indagan supuestos nexos de al menos uno de sus socios con el régimen venezolano.
Según papeles, GCA fue constituida en mayo de 2018, en Ibagué, con un capital autorizado de 8.000 millones de pesos. Y obtuvo el permiso de operación en febrero pasado, cuando ya estaba radicada en Cali.
Su accionista mayoritario es Jorge de Jesús Añez Dáger, con un 49, 8 por ciento. El resto es de Armando y Jorge Luis Añez Folla.
La aerolínea es filial de Avior –también fundada por Añez Dáger– que está en la lista negra tanto del Gobierno de Estados Unidos como de la Unión Europea (UE).
Para la UE, tiene deficiencias en seguridad no resueltas. Y a Washington ha llegado información sobre negocios de Avior con el régimen venezolano.
Un reciente fallo de una corte federal les reconoció derechos como accionistas en Avior a Carlos Kauffmann y a Moisés Maionica.
Ambos venezolanos fueron condenados en la llamada trama ‘Valijagate’: la maleta con 800.000 dólares que Hugo Chávez envió en un avión oficial, con agentes del régimen, destinados a la campaña de la entonces candidata presidencial argentina, Cristina Fernández de Kirchner.
Incluso, a Kauffmann lo ubican entre los concuñados de Diosdado Cabello.
‘Es una firma privada’
Pero, en diálogo con EL TIEMPO, Andrés Botero, representante de GCA, negó tajantemente cualquier nexo con ese gobierno: “Esta es una empresa privada y el capital para el emprendimiento es de la familia Añez. El señor Jorge Añez es un reconocido empresario del sector aeronáutico”.
Agregó que, como al resto de compañías, la pandemia golpeó financieramente a GCA. Y a eso se unió el paro que se concentró especialmente en Cali, su sede.
En cuanto al chárter con Brasil, afirmó que los contrató un tercero, cuyo nombre se reserva. Y dijo que ya le entregó a la Aerocivil un plan de mejoramiento que prevé una inyección de capital por parte de los accionistas, “que siempre han respaldado a la compañía”.
Añadió, además, que ya están al día en las deudas con empleados y que incluso tienen un memorando de entendimiento para traer aeronaves más modernas.
Y explicó que, por problemas de pólizas, ajenos a ellos, no han importado un repuesto para poner a volar otra de sus aeronaves.
Sobre el veto en Europa a Avior, aseguró que es una medida por una certificación en tema de seguridad que no han tramitado. Y advirtió que Estados Unidos vetó a todas las aerolíneas venezolanas, no solo a esa.
Por ahora, la Aerocivil evalúa las respuestas de GCA para definir su suerte.