Lograr una mayor integración y coherencia regional, en particular con la crisis en Venezuela tras las cuestionadas elecciones que dieron como ganador a Nicolás Maduro, es el gran desafío que enfrenta Gustavo Petro en este tercer año de gobierno que inicia.
El Tiempo | Stephany Echavarría
Expertos consultados por este diario coinciden en que fue un gran acierto de su primer año el restablecimiento de relaciones con Venezuela. Sin embargo, para el segundo que acaba de concluir su “problema” fue “buscar ser el interlocutor entre Nicolás Maduro y la oposición”.
“Hay que destacar que Petro acertó al restablecer las relaciones con Venezuela tras el quiebre de Iván Duque. Era necesario un restablecimiento de las relaciones por los intereses en común y el impacto que tiene en Colombia la migración, el comercio y la seguridad venezolana. Pero, creo que erró en buscar un acercamiento entre Maduro y la oposición. Todos concuerdan en que la mesa de diálogo de Bogotá a principios del año pasado no tuvo resultados y eso minó la credibilidad credibilidad de Colombia en ese proceso”, le dijo a EL TIEMPO Theodore Kahn, director de análisis de riesgos globales en Control Risks.
Sin embargo, Kahn señala que, meses después, Colombia volvió a tener un rol importante en esas negociaciones antes de ese proceso electoral del 28 de julio. Y, por supuesto, mucho más tras lo ocurrido en los comicios.
Ahora que Nicolás Maduro parece decidido a quedarse en el poder ejecutando una dura represión contra quienes se manifiesten en su contra –se estima que hay más de 2.000 detenidos- y sin presentar las pruebas de su triunfo, el rol de Colombia es central.
Para Txomin Las Heras, del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, si bien la primera reacción de Brasil y Colombia fue de cautela, que se unan para pedir en bloque una solución a la crisis demuestra un logro de liderazgo.
“Esto indica que no hay una solidaridad automática con el gobierno de Maduro, y creo que hay que esperar un poco los acontecimientos”, explicó.
Por su parte, Kahn destaca que la postura de Colombia es la adecuada debido a los “intereses en común que se juegan con la evolución política social en Venezuela”. «Al final, Petro debe jugar a lo que más le conviene a Colombia para mantener tranquilo a un vecino con el que comparte una frontera tan larga”, destaca el analista.
Fueron cuatro meses lo que tardó en que se definiera la suspensión oficial de Álvaro Leyva que, además del escándalo por la licitación de pasaportes que lo sacó de su cargo, dejó una Cancillería a media marcha y sin una visión estratégica.
“Leyva dejó una Cancillería muy limitada en cuanto a su posibilidad de expansión. Era evidente la ausencia de su jefe y, en su lugar, se llenaron vacíos por personas cercanas que actuaron como cancilleres en la sombra”, expresó por su parte el investigador David Castrillón-Kerrigan.
Sin embargo, los expertos coinciden en que la transición entre Leyva y Luis Gilberto Murillo fue un paso positivo del Gobierno que permitió que el Ministerio de Relaciones Exteriores retomara su enfoque diplomático.
“Murillo creo que ha logrado sacar con honor a la entidad de una incómoda posición dentro de las tareas de la Paz Total a la cual se había visto abocada durante la administración de Leyva. De alguna manera, Murillo puede devolverle a la cancillería su función fundamental de ser la organización encargada de llevar adelante los asuntos de política exterior de nuestro país”, explicó a este diario el internacionalista Manuel Camilo González, profesor de la Pontificia Universidad Javeriana.
Además de hablar del tema de paz, González apuntó a que Murillo ha caído bien en países como Estados Unidos y que se ha convertido en la voz neutra que usa el gobierno para hablar de temas sensibles como el de Venezuela donde el rol del actual canciller colombiano fue importante para asegurar la candidatura de Edmundo González.
Por supuesto, no es nuevo que Gustavo Petro suele manejar por sus redes sociales temas de distinta índole, incluida la política exterior.
“Petro tiene declaraciones muy fuertes y casi impulsivas y motivadas por la ideología que hace pública en sus redes sociales. Todos conocemos los ejemplos de eso. En el tema de su condena a Israel tras la declaración de guerra a Hamás y lo ocurrido en Gaza fue muy claro. Si bien puede hacer críticas válidas, no son convenientes y lo hace casi sin pensar en las implicaciones que conllevan para el país”, comenta Kahn.
El gobierno presume haber sido de los primeros países en “condenar de manera contundente la masacre contra el pueblo Palestino, buscando alternativas diplomáticas para frenar la guerra” -En mayo rompió relaciones con el Estado hebrero-, pero, para el experto, “esta no es la forma de conducir una política exterior efectiva. Hay que pensar en los intereses reales del país, más allá de lo emocional e ideológico”.
A esto se suma que tampoco hay coherencia entre lo que lanza Petro por X y la postura de los diplomáticos de la Cancillería o de las embajadas que hablan también por el país.
“Eso lo hemos visto en todo el gobierno de Petro, no hay coordinación y declaraciones coherentes entre diferentes funcionarios y eso sí es grave en la política exterior. Tienen que haber declaraciones claras y unificadas”, puntualizó el analista.
En febrero, en un evento oficial, el gobierno de Petro habló sobre cómo se preparaba para “convertirse en el epicentro de la integración regional y birregional en los próximos tres años”, otro de sus retos insignia. Esto, con lo que implicará asumir la Presidencia Pro Tempore de cinco mecanismos de integración y como país anfitrión de seis cumbres de alto nivel.
Analistas, no obstante, advierten que no será una tarea sencilla, pese a que en América Latina hoy, como muy pocas veces en la historia, son varios los gobiernos de ideología de izquierdas: Chile, Brasil, México y Colombia, por mencionar algunos.
“Petro no va a tener logros muy importantes en el ámbito regional, ni integración, ni energético. La integración regional es complicada. Hay posturas muy diferentes en la región, eso se vio claramente ahora con la crisis en Venezuela. Probablemente, esto hace muy difícil que haya grandes avances en la integración regional”, afirmó Theodore Kahn.
La apuesta del gobierno también se ha centrado en impulsar esa integración a través de una agenda que priorice el medioambiente.
Como explican Marcela Anzola y Francisco Thoumi, analistas de Razón Pública, Petro ha impulsado “un modelo alternativo al denominado neoliberalismo y al extractivismo, que privilegie el bienestar social y ambiental sobre el interés económico y empresarial”. Y aunque eso le ha dado cierto liderazgo en foros y espacios internacionales sobre la crisis climática, no le ha resultado suficiente para consolidar del todo su propósito.
Asimismo, en materia de cambio climático, el presidente Petro “ha intentado posicionarse en la agenda regional con las cumbres realizadas, pero su capacidad de figurar se ha visto perjudicado por la estrategia de la transición energética en el ámbito doméstico. No ha habido una agenda clara para promover energías renovables”, desde la perspectiva de Kahn.
Al respecto, el director de análisis de riesgos globales en Control Risks citó un ejemplo: “El tema de no celebrar contratos de exploración de hidrocarburos no tuvo eco con otros países de la región, como Brasil, que es el aliado más importante de Petro en esto y vemos que Lula está avanzando con nuevos proyectos petroleros en su país. Claramente, allí no logró que este tema tuviera la influencia a nivel regional que quería”.
Eso sí, entre los logros del último año, uno de los más relevantes es la puesta en marcha de la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP16) en Cali, Colombia, que iniciará en octubre, así como la firma de Colombia junto a los otros siete países que conforman la cuenca amazónica de la llamada ‘Declaración de Belém’, un pacto para conservar la mayor selva tropical del mundo impulsado por Brasil.
Además, el país asumió oficialmente la presidencia de la Alianza Internacional de la Iniciativa para Prevenir la Violencia Sexual en los Conflictos (PSVI, por sus siglas en inglés), una decisión que se dio en el marco de la política exterior feminista colombiana que impulsa el Gobierno.
Migración Colombia estima que en Colombia viven más de 2.875.000 personas de origen venezolano y que de ellas unas 503.000 están en situación migratoria irregular. Esa cifra dimensiona el enorme reto que enfrenta el país en cuanto a la migración transcontinental, sobre todo ahora que el escenario político, social y económico en Venezuela se vislumbra cada vez más incierto.
“La advertencia es clara. Con lo que acaba de pasar en Venezuela, podemos esperar una nueva ola de migración desde Venezuela. Esto claramente va a impactar a Colombia, Panamá y países de Centroamérica. Veremos estos patrones que hemos visto en estos últimos años, migrantes pasando por el Darién rumbo a Estados Unidos”, apuntó Kahn.
Por lo pronto, y a la espera de lo que ocurra en los próximos meses, el gobierno destaca que ha logrado que más de 600.000 ciudadanos venezolanos regularicen su situación migratoria.
El reto, en todo caso, se extiende más hacia el occidente, en Panamá. Más de 520.000 migrantes atravesaron el año pasado la ruta irregular de la selva del Darién, entre Colombia y ese país, arriesgando sus vidas. Entre enero y marzo de este año cruzaron más de 170.000 personas, en su mayoría migrantes venezolanos, seguidos por ciudadanos de Ecuador, Haití, China y Colombia, según Migración Panamá.
En ese contexto, las relaciones bilaterales serán claves para sortear la crisis. Pero no será fácil.
Apenas hace unas semanas Petro tuvo un fuerte desencuentro con el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, quien asumió el poder hace un mes luego de ganar las elecciones con promesas como “cerrar el Darién”. Mulino instaló unas barreras de alambre de púas para cerrar varios pasos y Petro advirtió que esas medidas restrictivas solo repercutirán en muertes.
En palabras de Kahn, “la visión ideológica de su enfoque de migración es muy diferente”. Y, en ese sentido, para el analista “va a ser difícil que se encuentren para cooperar sobre temas de la frontera y el tapón del Darién. Obviamente esa cooperación es necesaria para atender la situación sanitaria en esa zona. Será una relación muy difícil en este tercer año de gobierno de Petro”.
El gran desafío entonces será no permitir que se agrave aún más la crisis migratoria en la región. “Por todo lo que está pasando en Venezuela, evitar una crisis política, social y económica tan dura y profunda como la vimos entre 2017 y 2019, será el objetivo central en los próximos meses en cuanto a política exterior de Colombia”, señaló el director de análisis de riesgos globales en Control Risks.
Es claro que el gobierno de Petro tendrá que robustecer su plan de acción, pues, en palabras de Kahn: “Son pocos los mecanismos que tiene para influir en estos momentos dados los muchos actores y factores que están en juego”. La incógnita será cuánto le tomará eso, y lo que ocurrirá mientras lo consolida.