La continua anomalía de los dos papas en el Vaticano ha vuelto a conducir a casi todos al error, pues Francisco no será el primer papa que celebrará las exequias de su predecesor, pues ya sucedió con Pío VI, quien después de haber muerto en Francia en 1799 como prisionero de Napoleón tuvo solemnes funerales tres años después, celebrados por Pío VII.
«Un papa celebrando los funerales de su predecesor: lo que va a suceder en las próximas horas en la plaza de San Pedro con Francisco presidiendo los funerales de Benedicto XVI ha sido presentado comprensiblemente como un hecho sin precedentes en la historia de la Iglesia en la época moderna», pero ya ocurrió con anterioridad con un precedente bastante reciente si se compara con los 2.000 años del cristianismo, explican hoy los medios vaticanos.
Ocurrió en febrero de 1802, con el solemne funeral de Pío VI, celebrado en la basílica de San Pedro por su sucesor Pío VII. El difunto, nacido Giannangelo Braschi (Cesena, 1717) y elegido papa en 1775, murió después de un largo reinado en Francia prisionero de Napoleón, explica el director editorial de los medios Vaticanos, Andrea Tornielli.
El funeral tuvo lugar en Valence, inmediatamente después de su muerte, mientras que los «novendiali», las misas de sufragio de nueve días antes del inicio de la votación en el cónclave, se celebraron en Venecia, en la ciudad donde los cardenales se habían reunido para elegir al sucesor.
Pío VII, elegido el 14 de marzo de 1800, quiso que los restos de su predecesor regresaran a Roma: fueron exhumados en diciembre de 1801 y viajaron desde Valence a Marsella y de allí, en barco, a Génova.
«Desembarcado en Italia, el cuerpo del pontífice exiliado inició una peregrinación triunfal, con solemnes funerales celebrados en cada etapa. El 17 de febrero de 1802 tuvo lugar ‘la magnífica entrada triunfal en Roma’, con los cardenales esperando los restos en Ponte Milvio. La solemne ceremonia fúnebre se celebró en San Pedro en presencia del Papa Pío VII», explican en el Vaticano.
Finalmente, el corazón y los «antecordes» (antigua denominación de los órganos y formaciones anatómicas de la cavidad torácica que rodean al corazón, considerado el asiento de los afectos, sentimientos, sensibilidad) de Pío VI fueron devueltos a Valence, a petición expresa del gobierno de París, con un largo viaje de regreso a través de varias escalas en Francia en 1802.
Pero en 1811 el corazón fue nuevamente devuelto a Roma y se encuentra en la capilla de la Madonna di San Pietro, en las Grutas Pontificias situadas bajo la basílica de San Pedro, colocados en un antiguo sarcófago romano de mármol encontrado durante las excavaciones.