Elecciones en Estados Unidos: así influyen las noticias falsas en las preferencias de los votantes

Redaccion El Tequeno

Países vaciando sus cárceles y hospitales psiquiátricos para mandarlos a Estados Unidos a votar, inmigrantes ilegales hospedados en hoteles cinco estrellas mientras a los veteranos de guerra se les deja en las calles y hasta imágenes falsas de votantes negros generadas por inteligencia artificial (IA) para alentar a los afroestadounidenses a votar por los republicanos son solo algunos de ejemplos de noticias falsas que abundan en medio de la campaña electoral de Estados Unidos.

El Tiempo

Sin embargo, el tema va más allá. Desde que en las pasadas elecciones, cuando Donald Trump perdió contra a Joe Biden, el republicano sembró -sin pruebas- la idea de que le habían robado el triunfo creando un hecho sin precedentes, el asalto al capitolio por parte de sus simpatizantes el 6 de enero de 2021, y un verdadero atascamiento del sistema judicial con las sendas demandas que fueron enviadas a las cortes.

Y, para esta campaña, Trump y una buena parte de los republicanos se concentraron en acentuar aún más teorías conspirativas que cuestionan el sistema electoral estadounidense. Desde advertir errores en los sistemas de votación anticipada hasta supuestos planes para “robarse” la presidencia resuenan con fuerza en el país, haciendo temer un dramático escenario poselectoral si los resultados no les son favorables.

Desde la perspectiva de Cynthia Arnson, directora del Programa Latinoamericano del Woodrow Wilson Center y reconocida experta en temas de política en América Latina y Estados Unidos, esto no es ni nuevo ni exclusivo del país norteamericano.

“América Latina ha experimentado este fenómeno al que realmente hay que ponerle controles. Esa capacidad de replicación de las noticias falsas y las teorías conspirativas es muy nociva”, comentó en entrevista con EL TIEMPO

Según una encuesta realizada por la organización Bright Line Watch -donde se entrevistaron a 2.750 estadounidenses entre septiembre y octubre pasado- el 80 por ciento de los republicanos cree en las acusaciones de Trump y de su partido en las que denuncian que los demócratas están dejando entrar migrantes ilegales para que voten por Harris.

La misma encuesta también destaca que más de un tercio de los demócratas apoyan los señalamientos de que los intentos de asesinato contra Trump fueron orquestados. Al respecto, un 69 por ciento de los republicanos considera que los ataques fueron influenciados por demócratas, y dos de cada diez personas de este partido consideran que Harris es “inelegible” para ser candidata porque, según lo que han escuchado, “no tiene una ciudadanía estadounidense”, señalamientos que también ocurrieron cuando Barack Obama se lanzó por la conquista de la Casa Blanca en 2008.

Lo peligroso para los expertos es que este tipo de creencias han probado mantenerse en la mentalidad de las personas.

Según el informe de Bright Line Watch, del cual hacen parte reconocidos científicos y politólogos, solo un 38 por ciento de los republicanos reconoce la victoria de Joe Biden en las elecciones de 2020 (en ese año el porcentaje fue del 25 por ciento). Esto, a pesar de que, según la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad, las pasadas elecciones fueron las más seguras en la historia de ese país y ninguna corte, incluso las dominadas por republicanos, le dio la razón al magnate.

“No hay pruebas creíbles en ninguno de los ‘miles’ de casos de estos tipos de fraude. Contrariamente a las afirmaciones de Trump, los académicos consideran que la incidencia del fraude electoral es extremadamente rara en general”, afirma el informe.

¿Información falsa equivale a más votos?

Este año, la mitad del mundo fue a las urnas a elegir a sus dirigentes, tiempo en el que los discursos plagados de información poco confiable e incluso falsa, entre otros, señalamientos directos a grupos poblacionales y una gran maquinaria política de la mano de figuras irreverentes, se convirtió en tendencia.

“Creo que Trump es tanto el pionero como la continuación de esta tendencia en la que las élites políticas cada vez se hacen menos responsables por la información que les dicen a sus votantes, en comparación a épocas anteriores”, le explica a este diario la doctora Leticia Bode, experta en desinformación, redes sociales y discurso político, académica de la Universidad de Georgetown y fundadora del Instituto Knight-Georgetown.

Según Bode, esta tendencia responde a un contexto más amplio caracterizado por la extrema polarización política.

“La polarización es tanta que importa más que alguien de tu partido sea elegido que si esa persona está diciendo la verdad o no. Mientras esto siga ocurriendo, mientras los votantes no hagan responsables a los políticos por lo que dicen y los apoyen con votos, ellos seguirán diciendo lo que quieran porque saben que no les costará nada políticamente hablando”, afirmó Bode.

La experta destaca que, si bien la desinformación no toma partido -estudios han demostrado que, sin importar la orientación política, las personas están expuestas a información falsa, errónea o tendenciosa- para el caso de Estados Unidos, hay grupos de personas particularmente vulnerables a este tipo de contenido.

Por ejemplo, los votantes latinos suelen ser un blanco más fácil debido a que la mayoría de contenido verificado no está disponible en su idioma nativo.

“En general, la investigación empírica sugiere que la gente de derecha es más susceptible a creer en este tipo de contenidos que la de izquierda. Pero, no sabemos si eso se debe a una predisposición psicológica o a que la mayor parte de la desinformación procede de la derecha, por lo que estas personas tienen más posibilidades de creer en la desinformación dado que están más expuestas a ella”, agregó.

Por su parte, investigadores de Pyrra, una empresa que monitorea las amenazas y la desinformación, destacan que “estas conspiraciones se están arraigando entre la élite política, la cual utiliza estas narrativas para gustarle al público mientras degrada la transparencia, los controles y los equilibrios del sistema mismo que se supone deben defender”.

Influencias extranjeras

La campaña electoral en Estados Unidos también ha contado con intereses extranjeros.
Los últimos meses, varios investigadores y el gobierno de Estados Unidos han afirmado que es probable que Rusia, China e Irán estén llevando a cabo operaciones de influencia para alterar los procesos electorales de otros países, incluidas las elecciones presidenciales en Estados Unidos 2024.

“Las teorías de conspiración -como las afirmaciones de que Estados Unidos conspira con colaboradores en varios países para diseñar cambios de poder locales o que opera fábricas secretas de armas biológicas en Ucrania- han buscado desacreditar la influencia política y cultural estadounidense y europea en todo el mundo”, señala un informe al respecto del New York Times.

Al respecto, Arson destaca que es claro que líderes como Putin o Xi podrían tener preferencia por alguno de los candidatos. “Lo que se dice, es que estarían intentando infiltrarse en las redes para circular información falsa o, como se ha conocido, hackear los sistemas de sus campañas”, señala la experta.

Eso se suma a que algunas de las voces más extremistas se buscan entre sí en plataformas de redes sociales alternativas, como Telegram, BitChute y Truth Social, donde abundan cadenas que llaman a detener de manera preventiva el supuesto fraude electoral, según Pyrra.

Una élite politizada

Además de reconocidos cantantes y deportistas que demuestran su preferencia por el nuevo ocupante de la Casa Blanca, figuras como Elon Musk y Bill Gates, dos de las personas más ricas e influyentes del mundo, también han tomado postura e invertido millones de dólares en las campañas de Trump y Harris, respectivamente.

Las analistas advierten que la inclusión de este tipo de personalidades en la política va más allá de poder inclinar la balanza a favor de un aspirante, y debe entenderse a partir del convulsionado momento político que atraviesa el país.

“No creo que estemos en una situación en la que un dueño de una plataforma vaya a decidir la elección, pero creo que sí habla del ambiente actual en el que estas figuras están dispuestas a meterse en la política y cómo los políticos interactúan con el sector privado”, explicó Bode.

El impacto de la IA a futuro y las posibles soluciones

“Todas las cosas que han sido amenazas para nuestra democracia durante algún tiempo, pueden empeorar con la IA”, advirtió recientemente Larry Norden, vicepresidente de Elecciones y Gobierno del Brennan Center for Justice.

Un señalamiento que se ha hecho evidente en la campaña electoral estadounidense. “Durante las primarias demócratas hubo voces falsas del entonces candidato Joe Biden generadas por IA en las que supuestamente les decía a las personas que no votaran”, destaca Bode, quien coincide en que la amenaza de acelerar la producción de noticias falsas con la IA es “extremadamente peligrosa”.

Bajo este panorama, la experta señala que el problema radica en la confianza. “Estamos, históricamente, en un punto muy bajo en términos de confianza en las instituciones, los gobiernos, los medios de comunicación y hasta en el otro. Una vez se rompe la confianza es muy difícil volver a construirla”, explica.

Por su parte, para Arson, una solución a la desinformación es blindar más los canales donde se difunden.
“Lo que hemos visto en los últimos tiempos es que las redes sociales están quitando los controles internos sobre lo que difunden los usuarios y eso tiene una replicación muy rápida y muy dañina porque circulan los rumores y la información falsa se convierte en una realidad alternativa”, señala.

Para la analista, promover estrategias que impongan límites a las redes sociales les exijan asegurar solo mantener información verídica en sus plataformas es fundamental. “Pero, la tendencia ha sido justamente todo lo contrario”, concluyó.

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