“Resiliencia, aguantar, no desfallecer ni huir, luchar y exigir”, pide la profesora Elsa Núñez Vargas a los maestros mirandinos en medio de la peor crisis económica, política y social que atraviesa el país y que ha golpeado duramente a los docentes. “Hoy lo único que podemos celebrar es la entereza de los maestros venezolanos”.
Con más de 60 años en la docencia, la reconocida profesora mirandina emplaza al magisterio a “plantarse” frente al gobierno a exigir sus derechos, “nosotros nos les paramos con firmeza a Caldera y Carlos Andrés Pérez y logramos ciertas reivindicaciones, el maestro de hoy tiene que pararsele al gobierno de Maduro, yo a pesar de mis años y dolencias los acompañaré en esta lucha”.
Fundadora de la escuela que lleva su nombre “Elsa Núñez Vargas”, ubicada en el sector Quintana del Municipio Los Salias, la profesora de varias generaciones entiende perfectamente que el aspecto económico es muy importante “pero creo que el sentirse realizado, satisfecho, haciendo lo que a uno le gusta, pesa mucho más que lo material, no podemos cesar en nuestra lucha”.
Desde su vivienda en El Limón, Vargas recuerda sus inicios como maestra y lo que llevó a ella y a cuatro de sus hermanas a convertirse en maestras normalistas en la década de los 50. “Fue la necesidad, éramos cuatro mujeres, era la profesión más bonita y decente para unas muchachas con sexto grado, se nos abrió una gran oportunidad, vivíamos en Petare y esos años se abrieron muchas escuela”.
El gobierno de entonces buscaba muchachas decentes para enseñar en las escuelas. “Trabajábamos como maestra no graduadas de sexto grado, las directoras decían que éramos muy buenas, excelentes y entonces se abre la gran oportunidad, me atacarán y dirán que soy perezjimenista, pero no lo soy, soy demócrata, pero fue Pérez Jiménez quien fundó el Instituto de Mejoramiento Profesional en la década del 50, todas ingresamos y tras 5 años nos graduamos de normalistas, soy uno de los pocos dinosaurios que queda”, puntualiza entre risas.
Tras una década como maestra, Vargas ingresa al pedagógico; “me gradué como profesora en Biología y Química. Vivimos siempre juntas en un apartamento pero yo quería más libertad, quería una parcela donde construir una casa a mi gusto y tener donde sembrar, sale en el periódico un anuncio donde el señor Picott vendía parcelas en San Antonio de los Altos con facilidad de pago”, recuerda.
Con una inicial 3 mil Bs, que pidió al Ipasme, y 10 años para pagar la profesora adquiere en 1968 el terreno donde poco a poco construye la casa en la que aún vive. Recuerda que la escuela que hoy lleva su nombre nació tras el crecimiento poblacional del sector.
“Se comenzó a formar la comunidad de Quintana y yo cree un preescolar en mi casa para los niños de la comunidad, veía que muchos representantes firmaban con la huella y dije: cerca de un maestro no puede haber una persona que no sepa leer ni escribir, entonces me tocó esa tarea, comencé a alfabetizar en las tardes en unas escaleras de tierra”, reseña. Entre risas asegura que los alcaldes siempre le han temido, “decían siempre: viene la maestra a pedir, pero no para ella, sino para su comunidad”.
“Creo en una educación libre, para la libertad, para que cada quien elija lo que desea ser, es papel del maestro aquilatar, cultivar los buenos valores en nuestros niños y jóvenes para que sean buenos pero libres, sin cortapisas, sin ideologización, eso no lo puedo aceptar a mi edad”, agrega al referirse a la situación política.
Cree y defiende con firmeza que el maestros es pilar fundamental en el aula de clase, “es el que marca la pauta y considero que debe ser libre, no puede encasillarse en un pensamiento o ideología o ver mal al alumno que no comulgue con algún pensamiento”.
Vargas celebra hoy su día como lo ha hecho en los últimos 60 años, caminando desde su vivienda hasta la escuelita donde se sienta a escuchar a los alumnos y colabora con los docentes, “haré esto hasta el último día de mi vida, porque esta es mi pasión, mi razón de vivir”.
Daniel Murolo