A medida que el coronavirus explota en América Latina, en Venezuela han lanzado mensajes elogiando los esfuerzos de la nación en controlar la propagación del virus.
Desde que confirmó el primer caso el 13 de marzo, Nicolás Maduro dice que ha realizado casi 270.000 pruebas y lleva a cabo más de 25.000 por día.
Caracas afirma que el robusto número de pruebas, junto con las medidas estrictas de cuarentena, le han dado a Venezuela una de las incidencias más bajas de coronavirus en el mundo: solo 204 casos reportados y 9 muertes en un país de 29 millones de personas.
“La curva de Venezuela se mantiene aplanada, gracias a Dios”, dijo Maduro a principios de mes.
Ese desempeño ejemplar promocionado por Maduro tiene poca relación con lo que algunos trabajadores del sector salud le dijeron a Reuters sobre lo que están viendo en Venezuela.
Dijeron que el debilitado sistema de atención médica del país, donde algunos hospitales carecen de insumos y servicios básicos como jabón y el agua corriente, no está preparado para enfrentar la mortal pandemia. El coronavirus ha infectado a más de 2 millones de personas en todo el mundo y ha causado la muerte de por lo menos a 138.000.
Reuters habló con nueve trabajadores de la salud de alto rango y asesores involucrados en la estrategia nacional para enfrentar el coronavirus en Venezuela, así como con una docena de médicos que laboran en instalaciones en siete de los estados más grandes del país. Todos pidieron el anonimato por temor a represalias.
Ellos describieron el programa de pruebas a nivel nacional que depende de un único y deteriorado laboratorio de Caracas que verifica los resultados positivos obtenidos de 500.000 kits de pruebas rápidas que se están realizando en el campo.
Solo las pruebas positivas certificadas por esa instancia pública, el Instituto Nacional de Higiene, se incluyen en el recuento oficial de casos de coronavirus, dijeron las personas consultadas.
Los análisis rápidos de sangre, que fueron donados por el gobierno chino y dan resultados en 15 minutos, han permitido al gobierno de Maduro afirmar que se realizan pruebas generalizadas, dijeron las personas.
Pero agregaron que el Instituto no puede mantener el ritmo de la carga de trabajo de las pruebas de confirmación, creando una acumulación masiva que ha tenido el efecto de mantener bajo artificialmente el número de casos de coronavirus en Venezuela.
El alguna vez reconocido Instituto, que enfrenta obstáculos por el envejecimiento de los equipos y la falta de personal capacitado, puede hacer un máximo de sólo 100 pruebas por día, según cuatro de las personas con conocimiento del asunto.
Dijeron que el laboratorio realiza el tipo de pruebas moleculares recomendadas por la Organización Mundial de la Salud para escanear el esputo nasal en busca del virus, y que se consideran más confiables que las pruebas rápidas.
En contraste, en la vecina Colombia, su instituto nacional de salud dice que ha realizado casi 52.000 pruebas moleculares, en 38 laboratorios por todo el país con un promedio de aproximadamente 2.550 por día en abril.
Las personas que hablaron con Reuters dijeron que otros laboratorios venezolanos, incluidos los de universidades y clínicas privadas, están calificados para realizar la prueba molecular. Aseguran que el gobierno los ha dejado de lado en un esfuerzo por mantener el control centralizado sobre las pruebas tanto como el flujo de información sobre los infectados.
Los ministerios de Salud e Información de Venezuela no respondieron a las solicitudes de comentarios. La oficina de la directora del Instituto, Lesbia Muro, no respondió a las llamadas telefónicas.
Muro dijo en una conferencia de prensa en marzo que “ningún otro organismo público o privado tiene la autoridad” para diagnosticar el coronavirus. La vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, dijo a principios de marzo que el Instituto estaba “preparado para hacer todas las pruebas de diagnóstico necesarias”.
“NUNCA SABEMOS LAS CIFRAS REALES”
Cuando el Instituto completa una prueba molecular, envía el resultado directamente a una comisión presidencial dirigida por los principales asistentes y generales de Maduro, instancia encargada de emitir actualizaciones públicas sobre la prevalencia de los casos de COVID-19 en Venezuela, según las cuatro personas que conocen las operaciones del Instituto.
Dijeron que la falta de transparencia sobre el número de casos y muertes por coronavirus significa que incluso altos funcionarios de salud pública desconocen qué lejos o qué tan rápido se está propagando el virus en Venezuela.
Las autoridades han detenido a médicos y políticos de oposición que criticaron públicamente la preparación de los hospitales locales frente al virus.
“Son muy celosos con esta información, nunca sabemos los datos reales”, dijo un trabajador de alto rango en un importante organismo de salud de Caracas. “El sol usted no lo puede tapar con un dedo, esto va a llegar a un punto en el cual no lo puedes esconder”.
Además, ocho trabajadores de salud que hablaron con Reuters alegan que la política juega un papel en la distribución de las pruebas rápidas. Dijeron que el gobierno está dando prioridad a las clínicas de salud que son manejadas por los leales al partido socialista de Maduro y atendidas por médicos enviados por Cuba.
Reuters no pudo verificar independientemente dónde se envían todas las pruebas rápidas.
El Hospital Universitario de Caracas, el centro médico público que se considera que tiene el personal más experimentado del país, había recibido solo 20 kits hasta el 10 de abril, dijeron a Reuters dos trabajadores del sector salud.
El director del hospital, Earle Siso, no respondió a llamadas telefónicas y mensajes.
Un aumento en los casos de coronavirus abrumaría fácilmente el sistema público de salud de Venezuela, que está al borde del colapso, debido a la recesión económica que los críticos dicen obedece a años de mala administración del gobierno. Maduro lo niega.
Los hospitales públicos poseen solo 80 camas de cuidados intensivos para todo el país, dijeron médicos de alto rango a Reuters. El gobierno ha dado diversas cifras: en marzo, el ministro de Información, Jorge Rodríguez, dijo que tenía 1.200 camas, mientras que el lunes Maduro puso el número en 4.800.
Muchos países en todo el mundo han visto crecer los casos rápidamente, particularmente las naciones populosas que están realizando pruebas masivas. Sin embargo, Venezuela ha informado un aumento de solo unos pocos casos adicionales cada día desde que confirmó su primera infección.
Martin Llewellyn, investigador de enfermedades infecciosas de la Universidad de Glasgow, que estudió el problemático sistema de salud de Venezuela, dijo a Reuters que los números oficiales no cuadran.
“Soy profundamente escéptico de las cifras de prueba del gobierno”, agregó.
Maduro impuso una cuarentena en todo el país el 17 de marzo, que ordena a las personas quedarse en sus casas y cierra comercios no esenciales.
Aún así, las personas en los barrios pobres de Caracas han ignorado la medida para buscar alimentos y suministros en abarrotados mercados. Multitudes de conductores de motocicletas habitualmente hacen extensas filas en estaciones de servicio para surtirse, en medio de una escasez de combustible.
RETRASOS, ESCASEZ
Venezuela estuvo alguna vez a la vanguardia de la atención médica en el mundo en desarrollo.
En 1961, la OMS certificó que Venezuela había erradicado casi por completo la malaria, el primer país tropical en hacerlo. Los médicos del Hospital Universitario y los investigadores del Instituto de Higiene fueron considerados como algunos de los mejores de América Latina.
Los cambios se produjeron con la elección de Hugo Chávez en 1998, cuya “revolución bolivariana” tenía como objetivo ayudar a los pobres. Chávez amplió la atención médica en los barrios populares, pero su gobierno designó a integrantes del partido socialista para dirigir las instituciones médicas y recortó los sueldos de los médicos.
Muchos doctores calificados se mudaron al extranjero, reemplazados por trabajadores de la salud enviados por el difunto líder cubano Fidel Castro, un aliado de Chávez. La malaria comenzó a propagarse nuevamente, informaron las organizaciones de salud.
Para cuando la economía de Venezuela colapsó bajo el gobierno de Maduro, quien se hizo cargo en 2013 tras la muerte de Chávez, ya había habido un éxodo de los mejores talentos del Instituto, dijeron a Reuters trabajadores familiarizados con la situación.
El equipo actual de virología consta de tres técnicos, frente a unos 20 que estaban antes de la crisis económica, dijeron las personas. Trabajando con equipos antiguos, laboran para detectar la huella genética del coronavirus utilizando una técnica llamada RT-PCR en tiempo real. Usan muestras tomadas de hisopos insertados en la nariz y garganta de los pacientes.
Los técnicos realizan pruebas originales en muestras enviadas desde centros médicos de todo el país, y también vuelven a analizar muestras de las pruebas rápidas chinas para confirmar el diagnóstico. Dos de los trabajadores dijeron que el Instituto tenía la capacidad de analizar solo una décima parte de las muestras recibidas cada día.
La escasez generalizada de combustible ha impedido que hospitales de todo el país envíen hisopos al Instituto dentro de la ventana de dos o tres días para un diagnóstico preciso, según los médicos que hablaron con Reuters.
El gobierno, dijeron, se ha apoyado fuertemente en las pruebas rápidas de China, pero su distribución en el país ha sido desigual.
En estado Táchira, fronterizo con Colombia, el gobierno local dirigido por la oposición dijo a Reuters que no ha recibido una sola prueba rápida. Al norte, en el estado de Zulia, los médicos dijeron que las autoridades locales pro-Maduro solo estaban evaluando a los empleados estatales.
De las 70.000 pruebas rápidas que el gobierno de Zulia dice que recibió, solo 400 fueron enviadas al hospital más grande del estado, según un trabajador de salud de alto rango.
Los representantes del “protector” o enlace designado para Táchira por el gobierno de Maduro, Freddy Bernal, no respondieron a las solicitudes de comentarios. Un portavoz del gobernador de Zulia, Omar Prieto, dijo que las pruebas rápidas estaban disponibles en todos los centros médicos.
En el barrio de Lídice, en el oeste de Caracas, no faltan pruebas en el “Victorio Orlando Medina”, un centro médico del Partido Socialista atendido por médicos cubanos.
Su directora, la cubana Gissell Enríquez, dijo que el gobierno les había provisto con 600 kits chinos de pruebas rápidas y que estaban realizando cerca de 50 de ellas al día.
“Si se nos acaban, podemos pedirle más al Ministerio de Salud”, dijo Enríquez.
El centro médico ha estado enviando equipos de doctores cubanos a los alrededores para rastrear a los residentes que informaron sobre posibles síntomas de COVID-19 en un sitio web administrado por el Estado, dijo Enríquez. Con máscaras de tela, sin guantes ni protección para los ojos, los médicos recientemente fueron de puerta en puerta en barrios densamente poblados para chequear a los lugareños.
Cualquier persona que se queja de tos fuerte o fiebre es enviada al centro médico para una prueba rápida, dijeron los médicos del centro.
Cuando Reuters visitó la clínica el 8 de abril, había registrado un caso positivo: un hombre asintomático de unos 30 años que había estado en contacto con personas que habían enfermado con síntomas similares a la gripe después de viajar al extranjero.
Enríquez dijo que el paciente estaba aislado en una sala allí después de llegar la semana anterior. Agregó que el centro médico había estado esperando varios días a que una moto llevara su muestra al Instituto para la revisión obligatoria.
Llegado el jueves, Enríquez dijo que la nueva prueba resultó negativa y que el paciente fue dado de alta después de pasar 14 días en cuarentena.
Dijo que la atención médica primaria practicada en instalaciones del Partido Socialista como la suya había sido clave para limitar la propagación del virus.
“Somos los más accesibles a la población, en los sitios más vulnerables socialmente”, dijo. Reuters
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