El coronavirus es un hecho en Venezuela; la cuarentena, una orden central que la crisis preexistente en el país hace más vulnerables a los ciudadanos. Una certeza, la manera de afrontar esta coyuntura; una duda para los venezolanos, sobre todo en el aspecto económico.
Salir a la calle a riesgo, esperar que no se prolongue aún más el confinamiento domiciliario, rogar que no se acaben los ahorros antes que el confinamiento domiciliario y sufrir la descapitalización paulatina en la coyuntura son algunos de los escenarios.
La crisis generada por la pandemia del coronavirus no distingue entre personas, aunque sí afecta más a unas que a otras.
La cuarentena y los gastos al día
«Me ha tocado volver salir a cargar pasajeros, ‘ruleta’ como dice uno. Cosa que no hacía desde hace un año por el problema de la inseguridad y que compensaba con mi trabajo de transporte privado, pero con la cuarentena las empresas están paradas y la línea es el poquito trabajo que me queda», dijo Heriberto Hernández, transportista.
Hernández explicó que la situación del país lo ha llevado, como a muchos otros venezolanos, a vivir al día.
«Es bastante difícil para las personas que trabajamos el día a día. Lo que uno trabaja diariamente es lo que gasta y no tenemos la capacidad de ahorro. Siempre estando en la calle es donde tenemos la oportunidad de conseguir dinero; por lo que quedarme en la casa no es una opción«, dijo.
Justificó que debe contribuir con su esposa en los gastos de la casa y ayudar con las compras a sus padres.
El conductor precisó que en la temporada de cuarentena la movilización de pasajeros se contrajo 80%, razón por la que solo tiene un cupo semanal en la línea para la que trabaja y en la que puede hacer máximo tres viajes por la falta de usuarios.
«Si me toca salir a trabajar, me toca»
«Hasta los momentos me he quedado en casa porque algo pude planificar con mi esposo. Tratamos de comprar lo que más pudimos de comida. Además que nos han caído los bonos Quédate en casa y nos llegó la caja. Espero que esto nos alcance para tres semanas», dijo Saida Amaro, que vende café en Cabudare, estado Lara, y tiene una cantina en el estadio.
Amaro aseguró que si pasan más de tres semanas y continúa la cuarentena se verá en la obligación de arriesgarse a salir de su casa a vender café. «Lo último que uno quiere es enfermarse o contagiar a los niños, que tengo dos. Pero si toca, toca. Tomando todas las medidas de precaución, por supuesto», expresó.
Indicó que por parte del estadio, al estar suspendidos los partidos también lo están sus ventas. Pero guarda la esperanza de que esta situación no se tarde tanto.
Trabajar desde casa vs el internet en Venezuela
Moisés Castellanos es profesor de idiomas y expresó que esta pandemia le ha cortado los ingresos. «Las clases particulares siempre han sido una especie de ruleta porque puedes tener muchos estudiantes y de un momento a otro varios se pueden ir. Yo estaba acostumbrado a eso y ahorraba en función de que eso ppodría pasar, pero esta vez fue muy drástico. En el último mes me estaba yendo bien y de un día para otro ya no tenía estudiantes«, relató.
Añadió que lo que más le afecta es la incertidumbre de cuándo podrá retomar sus clases, puesto que no descarta que este confinamiento se extienda por mucho más tiempo. Aunque su trabajo se puede llevar a plataformas online, el servicio deficiente de Internet en Venezuela le limita la posibilidad de ejercer de esa manera.
Castellanos calcula que sus ahorros le ayuden a sostenerse y contribuir a su casa un mes, pero afirmó que desde ya está buscando proyectos freelance a los cuales aplicar para percibir algo de dinero sin tener que salir de su casa, opción que descarta debido a la vulnerabilidad de las personas con las que vive.
Descartar proyectos a largo plazo por vivir a corto
Vladimir Carrasco, abogado y profesor universitario, dijo que la parte más difícil es sufrir la descapitalización de los ahorros que pretendía dirigir a otros proyectos.
«La comida y la salud son lo primero; he ordenado a domicilio el mercado y contribuyo a la casa de mis papás y mis abuelos. Pero hemos gastado mucho más que en condiciones normales porque siempre está la duda de si la situación puede tornar a peor o si se llega a un escenario de caos social», explicó.
El profesor señaló que desde que se ordenó la cuarentena el escritorio jurídico para el que trabajaba cerró y por ello se ha dedicado a la parte académica.
«Mi ejercicio como abogado está limitado desde el aspecto de que las personas no están requiriendo servicios de consultoría, por ejemplo, hasta que las instituciones públicas como tribunales, registros y demás están cerrados. Por otra parte, la Academia me ha brindado opciones que hago por vocación».
Carrasco reconoce que aunque está en una posición privilegiada, la crisis no deja de afectarlo.
Espera que el país pueda volver pronto a la normalidad para que no haya consecuencias más graves, ya no a razón del coronavirus sino de los embates económicos que podría dejar la pandemia sobre los sectores más vulnerables.
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