Enrique López-Loyo, médico patólogo, individuo de número y presidente de la Academia Nacional de Medicina, recordó que actualmente en Venezuela no hay cifras oficiales sobre la cantidad de vacunas disponibles para la fiebre amarilla.
En el país, el gremio de la salud desconoce de cuántos fármacos se disponen para la cobertura vacunal en contra de enfermedades como el dengue, la fiebre amarilla o el chikunguya. «El boletín epidemiológico semanal ha desaparecido en Venezuela. Por lo tanto, todo lo que se diga en este momento de cifras sería especulativo», señaló López-Loyo.
A juicio del experto, lo fundamental para la inmunización es definir la población que está en el área endémica donde han aparecido los focos para habilitar las vacunas contra la fiebre amarilla.
«Las personas que deben recibir la dosis son todas aquellas que no están embarazadas o que no tienen una condición inmunológica previa. Se sugiere de esta forma porque la vacuna es una formulación con un virus atenuado que puede causar que se desarrolle clínicamente la patología en estos casos y se genere algún tipo de trastorno», explicó.
Las zonas prioritarias en este momento, explicó, son aquellas ubicadas al norte y sur del estado Bolívar, Amazonas, lugares al norte de Guárico, Monagas y Anzoátegui en sus zonas menos pobladas.
«La definición epidemiológica impone que estas personas inicien un proceso de vacunación significativo para que la cobertura aumente progresivamente. De igual forma, es una necesidad para los que vayan a salir del país, puesto que el certificado de vacunación contra la fiebre amarilla se va a requerir pronto como una visa», detalló.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) confirmó a inicios del mes de octubre un brote de fiebre amarilla tras detectar siete personas con el virus. El primer caso notificado correspondió a una adolescente de 16 años de edad con antecedente vacunal que sufrió un aborto al momento de la detección. De los otros seis casos, cinco son hombres con un rango de edad de entre 24 y 82 años, todos sin vacuna.
Falta de información en Venezuela
No es la primera vez que el país enfrenta un brote de fiebre amarilla con falta de información y cifras oficiales sobre las vacunas. En 2019 se confirmó un caso en Kamarata, Parque Nacional Canaima, estado Bolívar. La enfermedad la contrajo un indígena de la etnia pemón, que fue el primer caso de fiebre amarilla después de 14 años.
Las autoridades sanitarias denunciaron la respuesta tardía del Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel (Inhrr), pues se demoró 47 días entre la toma de la muestra y dar el reporte oficial del caso. El tiempo estipulado para brindar el reporte, una vez recibida la muestra, debería ser de 48 horas.
Ese año se determinó que 3 millones de personas necesitaban vacunarse contra el virus de la fiebre amarilla. En 2020 la OPS envió a Venezuela 4,7 millones de vacunas para combatir la enfermedad. Sin embargo, se desconoce cuántas personas lograron vacunarse y cómo se distribuyeron las dosis adquiridas.
Antes de eso la última notificación de casos se dio en 2005, cuando se detectaron 12 enfermos de fiebre amarilla en Portuguesa. El Instituto de Investigación de la Facultad de Medicina de la Universidad del Zulia realizó un estudio al respecto en 2008. En el texto determinó que durante 2003, 2004 y 2005 en Venezuela se investigaron 2.570 posibles casos, de los cuales se confirmaron 60. Ese fue el último gran brote que enfrentó el país.
Las vacunas contra el covid-19
El brote de fiebre amarilla se confirmó en un momento en que Venezuela todavía se esfuerza por vacunar a su población contra el covid-19. Recientemente, Nicolás Maduro señaló que la meta es vacunar a 95% de la población para finales de año. Para lograrlo, este lunes se anunció el inicio de una jornada de vacunación para adolescentes mayores de 12 años en 5.000 centros educativos.
«La posición de la Academia Nacional de Medicina en cuanto al covid-19 en Venezuela ha sido reiterativa. Hemos emitido cuatro comunicados, recientemente emitimos otro. Allí hacemos observaciones correspondientes de cuáles serían las condiciones ideales para lograr la vacunación de los adolescentes», comenta López-Loyo.
Las condiciones, continúa, deben estar centradas en la utilización de una fórmula de vacunas debidamente certificadas por los organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud. «Estos certificados brindan tranquilidad sobre el producto, es decir, sobre su eficacia y seguridad de uso», señala.
Y añade: «La llegada de las vacunas contra el covid-19 ha permitido ofertar las dosis a quienes las necesiten. Sí ha sido más fluida la llegada de los fármacos. Lo que sí se ha observado es que el proceso de vacunación suele ser muy lento en el país. Se conoció por medio de estudios de opinión que un segmento de la población, alrededor de 25%, se niega a ponerse la vacuna».
El porcentaje de personas que no desean vacunarse pone en peligro la integridad del proceso general de inmunización en Venezuela.
«Estos grupos que quedan sin vacunarse generan la recirculación del virus y la reinfección de pacientes ya vacunados. Es una estrategia nacional que se logren los niveles requeridos de inmunización», asevera el experto.
A juicio de López-Loyo, aunque los niños y adolescentes no son el grupo prioritario en el proceso de inmunización, es entendible que se extienda el esquema en tiempos de escolaridad. «Sin embargo, hay que recordar que la prioridad son los mayores de 18 años».
Una vez cumplido el esquema de vacunación en pacientes mayores de 60 años y personas con patologías previas, este grupo debería acceder a un refuerzo, señala. «La dosis de refuerzo debería darse una vez se cumpla el esquema completo de dos dosis y se haya cubierto la población general», concluye.