Enseñar con el estómago vacío y los zapatos rotos: la realidad del maestro venezolano

Redaccion El Tequeno

Hoy no es una fecha para celebrar, sino para conmemorar y agradecer a esos hombres y mujeres que son los formadores de los demás profesionales y las generaciones de relevo.

Sin embargo, al menos en la última década, la loable labor que desempeñan los docentes ha sido pisoteada y menospreciada con salarios paupérrimos y condiciones laborales indignas.

Remuneraciones que no alcanzan para sobrevivir en medio de la crítica situación económica que atraviesa el país, donde el salario es cancelado en bolívares, pero los costos de bienes y servicios están expresados en divisa extranjera.

Así pues, 20 dólares de promedio mensual, o su equivalente a 420 Bs en moneda nacional, es quizás el salario del docente de aula, que a pesar de sus años de servicio, entrega y mística vive condenado a ser parte de los profesionales peor pagados de la administración pública venezolana.

Hay que decidir entre “Comprar algunos productos de la cesta básica para mitigar el hambre o comprar zapatos y ropa en oferta para asistir a la jornada laboral en las escuelas y liceos y cumplir con el sagrado deber de enseñar“, dijo una docente con más de 20 años de servicio en la educación pública del estado Mérida.

Docentes hacen una presentación durante un encuentro con investigadores en Montalbán, Estado Carabobo, Venezuela, el 9 de julio de 2022. – Montalbán es un ejemplo de la crisis de la educación pública en Venezuela, donde las escuelas tienen un alarmante déficit de docentes, como consecuencia de bajos salarios y migración. (Foto de Pedro Rances Mattey / AFP)

Un maestro debe colocar sobre la balanza las necesidades y priorizarlas de acuerdo a su capacidad económica, contrarrestando el fenómeno inflacionario que pulveriza cada vez más el poder adquisitivo de los maestros.

El salario como docente no me alcanza, de día trabajo en una institución educativa, y de noche como vigilante, para compensar la remuneración y me alcance para llevar alimento a mi casa“, dijo otro maestro merideño.

El derecho a un salario digno como lo establece la Constitución Nacional quedó en el papel y nada se parece a la realidad que se vive en el país, dónde los docentes sobreviven a diario con lo poco que reciben.

Una lucha de años, en la calle, con protestas, amedrentamiento, persecuciones al gremio educativo, y que a pesar de todo no desmaya y se reaviva en las calles merideñas con jornadas pacíficas para alzar sus voces y ser escuchados.

En Mérida diferentes gremios se han unido para luchar en conjunto y exigir la dignificación salarial del sector educativo, con agendas semanales de tomas pacíficas de espacios públicos para visibilizar la problemática que les aqueja y repercute en la comunidad.

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