Cuando a principios de enero se conoció que algunas personas estaban enfermas en China por un nuevo virus surgido en el mercado de animales de Wuhan, nadie imaginó que dos meses después la enfermedad llegaría a más de 100 países en todo el mundo y sería declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así, y en línea con las últimas recomendaciones del organismo internacional de “adoptar medidas drásticas y se ataque en conjunto la proliferación del virus”, el “distanciamiento social” se presenta como una práctica para reducir el contacto cercano entre las personas y frenar la propagación del virus.
Por Infobae
La paradoja de este momento es que, si bien se requiere un distanciamiento social para contener la propagación del coronavirus, el aislamiento social también puede contribuir a la mala salud a largo plazo. Entonces, es importante que no permitamos que tales medidas también causen efectos en nuestro bienestar físico y emocional.
Las preocupaciones por el estado de salud propio o de otros y las consecuencias laborales, la incertidumbre y la soledad, son solo algunas de las consecuencias que trajo en la vida de las personas el brote. A pesar de que cada uno reacciona de modo distinto a situaciones estresantes, una epidemia infecciosa como el coronovirus puede generar rasgos comunes en lo que a salud mental y física se refiere. Para eso, la revista médica British Medical Journal consultó a expertos sobre cómo manejar las presiones diarias.
Los niños pueden aprender jugando
Hasta cuando cada gobierno lo decida, los chicos de los niveles inicial, primaria y secundaria de todo el mundo no asistirán a los establecimientos educativos públicos y privados, con el fin de retrasar lo más posible la circulación activa del COVID-19 en la población, que, según los expertos, ocurrirá de todos modos más tarde o más temprano. Lo que se busca es que sea progresivo y evitar el colapso del sistema sanitario.
“Todos los niños prosperan en la rutina, es lo mismo todos los días en la escuela. Por eso, compartir un horario diario con nuestros hijos como padres y evitar cambios repentinos o sorpresas, es clave. Las ráfagas cortas de aprendizaje más formal, como la ortografía o la escritura, seguidas de un tiempo de juego planificado ayudarán a los niños a pasar el día. Las expectativas de comportamiento consistentes, los límites y las reglas también ayudan a proporcionar una estructura tal como lo harían en la escuela”, advirtió consultado por el BMJ Adam Dobson, director de la etapa de fundación de los primeros años en Thames View Infants School, en el municipio londinense de Barking, .
Para Dobson, es fundamental recordar que la atmósfera única de la escuela no se puede recrear en casa. Los niños pequeños, especialmente aquellos en los primeros años, pasan una cantidad significativa de tiempo en la escuela aprendiendo a través del juego en lugar de trabajar de forma independiente.
“En el hogar -aseveró-, las actividades como jugar, cocinar o cultivar una huerta cubren diferentes aspectos del aprendizaje, pero también proporcionan valiosas experiencias prácticas e inspiración para otro aprendizaje. Lo más importante, es que como maestros, proporcionemos el idioma que los niños necesitan para compartir y expresar sus ideas en sus propios dibujos o escrituras”.
La mayoría de las escuelas habrán proporcionado alguna forma de aprendizaje en el hogar. Es posible que los niños más pequeños aún no puedan escribir extensamente o completar hojas de trabajo interminables. Sin embargo, hay un montón de contenido gratuito disponible en línea. Las escuelas también están utilizando plataformas como Twitter para compartir estos enlaces, y hacen sus propios videos para guiar a los niños y a los padres a través de actividades.
“Un pensamiento final sería divertirse y aprovechar al máximo el tiempo juntos. Enseñar a los niños pequeños requiere paciencia, y lo importante es fomentar el amor por el aprendizaje y una actitud positiva hacia él. En la escuela, los niños más productivos no pueden esperar para mostrarles a los adultos lo que han hecho, también será lo mismo en casa”, finalizó el experto.
La rutina es clave
Jon Bailey, ingeniero autónomo de operaciones de vehículos subacuáticos en el Centro Nacional de Oceanografía, aseguró: “Como ex oficial de armas submarinas en la Royal Navy, pasé varias semanas seguidas en un tubo de acero bajo el agua, a miles de kilómetros de casa. Estos son mis consejos para mantener un buen estado de ánimo durante el encierro”.
“La rutina -continuó- da dirección y mantiene el tiempo fluyendo. Establecer horarios para el trabajo, pasatiempos y comidas es clave. No se la pasen en pijama, o al menos cámbienlos durante el día. Hacer al menos 30 minutos de ejercicio al día descomprime la rutina y puede ayudar a levantar el ánimo”.
En su experiencia en el océano, Bailey tuvo poco contacto con el mundo real y fueron sus compañeros de barco los que lo ayudaron a pasar los días. “Mantenerse en contacto con los compañeros de trabajo, incluso si no hay trabajo que discutir, siempre ayuda. Si muchas personas cohabitan en una casa, todas deben tener su espacio o tiempo privado”, dijo.
“Luchemos por mantener la perspectiva. Es una situación difícil pero, como todas, terminará. No nos obsesionemos con las noticias. Concentrémonos en las pequeñas cosas y hagamos planes para el futuro”, concluyó.
El ejercicio salva vidas
Scarlett McNally, cirujana ortopédica consultora y subdirectora de un centro de atención perioperatoria, sostiene: “Para aquellos que se encuentran aislados en el hogar o que trabajan desde casa, ahora es el momento de ponerse en forma. El ejercicio ayuda a la salud mental y física, el sueño y la inmunidad. Es particularmente importante para aquellos en grupos vulnerables y de alto riesgo, por lo que alentar a los padres de edad avanzada, por ejemplo, así como hacerlo uno mismo, puede hacer una gran diferencia”.
Para McNally, la guía de ejercicio nos dice que los adultos de todas las edades deben realizar un mínimo de 150 minutos a la semana, con una hora al día para los niños. Sin embargo, cualquier cantidad de ejercicio hace una diferencia en la salud mental y física.
“Los resultados son rápidos. La psique humana -continuó la especialista- tiene que vencer la inercia. Planificar un cronograma de ejercicios que incluya mini objetivos y verbalizar intenciones sirve para empezar. También, involucrar a toda la familia e intentar comenzar con 20 minutos diarios de ejercicio aeróbico”.
El informe de la Academia de Escuelas Reales Médicas, Ejercicio: la cura milagrosa, enumera los poderosos efectos sobre la prevención y el tratamiento de múltiples afecciones comunes. “El ejercicio es para ahora y para el futuro, para nosotros, nuestros colegas, familias y pacientes”, concluyó.
Paul Warrior, un entrenador personal, asegura que el fitness y la salud son sinónimos. El ejercicio es conocido por mejorar nuestro estado físico mediante el desarrollo de vías metabólicas, el apoyo a la mecánica del movimiento y la creación de robustez en las articulaciones y áreas vulnerables.
“El ejercicio también es una herramienta útil para mejorar nuestro bienestar psicológico. Proporciona rutina, una sensación de logro, libera el estrés y cambia nuestro enfoque hacia nuestro estado físico y mental”, explicó.
Según el especialista, usando una ventana de ejercicio de 12 minutos, podemos exponer al cuerpo a una dosis de estímulo a través de las vías metabólicas. Dividir los 12 minutos en intervalos cortos de alta intensidad puede probar los sistemas anaeróbicos del cuerpo.
“Alternativamente, podemos mejorar nuestro rendimiento aeróbico, cardiovascular y cardíaco con intervalos más largos y menos intensos durante los 12 minutos”, aseveró. Y agregó: “Las sesiones pueden usar movimientos simples como flexiones, abdominales, saltos, estocadas y gatear. La prioridad siempre es moverse de manera que respalde nuestras necesidades funcionales diarias. Sugerimos entrenar un mínimo de tres a cuatro veces por semana”.
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