Con la flexibilización de la cuarentena los habitantes de los Altos Mirandinos han tenido que afrontar un problema de vieja data que se agrava: la cada vez más limitada flota de autobuses.
«Cómo se cumple el distanciamiento físico si para donde yo vivo hay un sólo autobús», se pregunta Rita Bertorelli, residente del sector Los Alpes de la capital mirandina.
Las paradas lucen atestadas de pasajeros que esperan por horas una unidad para poder trasladarse a su casa, cuando llegan no queda otra que viajar «colgados».
El mio a contagiarse del Covid-19, en una ciudad donde las autoridades dejaron de publicar cifras de infectados y muertos, lleva a muchos a caminar largos trayectos. «En el bus la gente se monta sin tapabocas, amuñuñados, como sardinas en lata, ni loca me monto», reseña Marisol, quien prefiere caminar desde La Matica hasta el centro.
Pero la falta de transporte no es un problema exclusivo de Guaicaipuro, en Los Salias los habitantes de La Rosaleda cuentan con una sola unidad que debe cumplir con una larga ruta que los deja sin servicio por varias horas.
«Hay que esperar hasta dos horas que el chófer haga el circuito y vuelva, cada vez se nos hace la vida más dicifil», destaca Arturo Briceño.
Redacción El Tequeño