Richard Grenell, enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, manifestó su intención de volver a Caracas para acordar nuevas liberaciones de estadounidenses detenidos por el chavismo.
En una entrevista ofrecida a la periodista Megyn Kelly, el funcionario indicó que el proceso podría tomar más tiempo debido a que las autoridades venezolanas acusan a los detenidos de estar implicados en presuntos planes de magnicidio.
Asimismo, Grenell reveló que, tras el regreso de los seis liberados, las autoridades estadounidenses los han interrogado para conocer en qué condiciones estuvieron recluidos en Venezuela.
«Estos individuos estaban completamente a oscuras», relató, describiendo la situación en la que se encontraban cuando finalmente pudo verlos.
El funcionario también compartió su experiencia en la pista de aterrizaje en Caracas, donde, según contó, el proceso de entrega de los detenidos se prolongó más de dos horas y media.
«Estuvimos en la pista de aterrizaje durante dos horas y media esperando y no sabía si nos iban a entregar a los individuos. Esperamos y esperamos, todos en el avión. Muy nerviosos. Yo estaba nervioso por lo que iba a pasar cuando llegaran esos autos», confesó.
Luego, detalló el momento en que observó cómo los seis estadounidenses llegaban en vehículos separados.
«Vi que los seis estaban en autos individuales y pude ver desde el otro lado de la pista que alguien salió del auto y tenía una capucha negra sobre la cabeza. Y yo me quedé pensando: ‘Este es un estadounidense. Soy un diplomático estadounidense. Tengo a la Fuerza Aérea detrás de mí en un avión de la Fuerza Aérea. Y no podemos quedarnos aquí parados mientras un estadounidense tiene una capucha en la cabeza y está esposado’. Así que caminé hacia allí y a cada individuo se le estaban quitando la capucha y los grilletes yo le decía a cada individuo, suban al avión, suban al avión. Soy un diplomático estadounidense. Suban al avión ahora mismo», relató.
Grenell confesó que el momento en que abrazó a los liberados fue una experiencia profundamente emotiva.
«Realmente tuve que contener las lágrimas», expresó, asegurando que, en sus 25 años de carrera diplomática, nunca había sentido una emoción similar.
Con información de Monitoreamos