La megabanda del Koki se aprovechó de la precariedad económica de los niños y adolescentes para sumar a los menores en sus filas, dándole diversas tareas que ayudaban a mantener operativa a la organización.
Según Cecodap, el proceso de reclutamiento se intensificó cuando los delincuentes planificaron la conquista de La Vega. También se enfocaron a engrosar sus militantes para enfrentar a los fuerzas de seguridad.
El ingreso de dólares semanalas fue el anzuelo principal usado por los antisociales para captar a los jóvenes, quienes ejercía cuatro roles diferentes: mandaderos, gariteros, traficantes y malandros.
«Mientras más avanzan en la carrera más riesgo de muerte corren los menores de edad”, se lee en la investigación.
Los mandaderos normalmente eran niños pequeños que se encargaban de llevar alimentos o cualquier bien que necesitarán los integrantes de la banda. Los gariteros, vigilaban quiénes entraban a los barrios y delataban a quienes no cumplían las reglas impuestas por la organización. Los traficantes manejaban el negocio de la droga y el malandro era el último peldaño en la escala de ascensos al que se llegaba cuando se comprobada la disposición de consolidar y ampliar el poder de la organización criminal.
«Mientras más se ascendía se estaba más cerca de la muerte», señaló Edgar López, investigador.
La ONG concluyó que este tipo de prácticas, muy probablemente se llevan a cabo en otras zonas del país.
«Mientras el problema estructural siga, continuará el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes», destacó.