La salida intempestiva de Venezuela este domingo de Edmundo González Urrutia, el líder opositor que ganó las presidenciales del país con el 67% de los votos, ha provocado sentimientos encontrados entre los venezolanos: abandono, perplejidad y frustración. También de indignación y consternación, pero sin abandonar del todo la esperanza en la alternancia democrática a pesar de su repentino exilio. Tan solo unos días antes, González manifestaba su intención de quedarse para luchar «hasta el final», como reza el eslogan político creado por la líder María Corina Machado, de ahí la sorpresa que ha provocado su exilio.
«Siento pena de que se haya tenido que ir corriendo, aquí lo habrían liquidado, hay muchos muertos y heridos como prometió el presidente Maduro, que habló de un baño de sangre», señala una mujer de limpieza de un condominio de clase media, llamada Yudelsi (pidió no identificarse por su apellido) de 27 años. Madre soltera con tres niños pequeños, no le gusta la política, pero votó por el candidato opositor. Yudelsi considera que el régimen ha traicionado a los pobres: «Ellos (el Gobierno) comen bien y se han olvidado de nosotros. Yo como una vez o dos veces al día, muchas veces me acuesto sin hacerlo porque tengo que darle la comida a mis tres hijos. Ojalá que Edmundo nos ayude a salir de esta tragedia, esté donde esté», declara a ABC.
La pobreza en Venezuela ha crecido del 45% al 90% de la población en los últimos años, según estudios de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), la caída de la economía ha sido del 70%, han cerrado más de mil empresas e industrias y la inflación ha llegado a escalar 35.000% mientras la moneda nacional, el bolívar, ha sumado más de 14 ceros con la devaluación.
La salida de González, quien se mantuvo clandestinamente en la Embajada de los Países Bajos en Caracas durante cinco semanas después de las elecciones del 28 de julio, también es comparada con la del expresidente interino, Juan Guaidó, quien se exilió en Estados Unidos hace más de un año, después de haber sido destituido por la misma Asamblea Nacional que lo había proclamado tres años antes.
Igual que Guaidó
A José Pernía, vigilante de 52 años, que trabaja en una empresa de hostelería, le parece que el destino de González es similar al de Guaidó: «Me siento doblemente frustrado porque ni el primero ni el segundo lograron sacar a este régimen y tomaron la vía del exilio por temor a las amenazas y la represión».
Lo que le importa ahora a Pernía es que «María Corina no nos abandone. En ella confiamos, es nuestra líder, nuestra madre, nuestra esperanza de cambiar de gobierno en paz. Sabemos que va a ser duro y difícil pero que no nos deje ella también», dice con tristeza.
«Me siento doblemente frustrado porque ni el primero (Guaidó) ni el segundo (González) lograron sacar a este régimen y tomaron la vía del exilio por temor a las amenazas y la represión»
Un abogado exitoso, que pidió no revelar su nombre, considera que la salida del líder opositor a España es un «triunfo para el Gobierno de Maduro, porque sale del conflicto internacional que representaba tener a González entre rejas y saca del juego al candidato ganador; y de paso deja huérfanos a todos los que votaron por él, que son más de siete millones de electores, duplicando a los que obtuvo el oficialista», señala.
Aun así, el letrado confiesa que no tiene certeza de lo que podrá hacer González en el exilio y de sus planes aun cuando ha prometido que «seguirá en la lucha» cuando aterrizó en Madrid. El abogado se siente perplejo y asombrado con los acontecimientos que se encadenan unos tras otros y no aclaran el panorama de lo que ocurrirá a corto y mediano plazo.
La diáspora
Desde el exilio, donde viven casi ocho millones de venezolanos, muchos de ellos que mantenían la esperanza de un cambio en Venezuela con Edmundo González -a pesar de la proclamación oficialista de la victoria de Maduro-, se sienten ahora decepcionados por su marcha del país. «Estoy muy decepcionado, sobre todo por la cantidad de inocentes que atendiendo su llamamiento están ahora presos. Los venezolanos democráticos no tenemos problema alguno en dar nuestra vida por rescatar la democracia, ya muchos lo han hecho, si es un verdadero demócrata [Edmundo González] se hubiese quedado llevando hasta el final sus consecuencias, para eso son los políticos ¿o no?», reclama Joaquín Hernández, un diseñador de moda que vive en México desde hace ocho años, donde trabaja ahora como encargado de un restaurante.
«Estoy muy decepcionado, sobre todo por la cantidad de inocentes que atendiendo su llamamiento están ahora presos«
Se muestra muy crítico con el papel de la comunidad internacional «que han usado y usan a Venezuela como la prostituta de turno, para su beneficio común sin importarles la tragedia qué cada familia venezolana vive». Y señala, entre otros, a «José Luis Rodríguez Zapatero, al presidente brasileño Lula da Silva; al mexicano, Andrés Manuel López Obrador; al colombiano, Gustavo Petro, la ONU, la OEA, Corte Penal Internacional, etc. etc…»
Susana Chaparro, desde Londres, considera que la salida de González era «necesaria. Si estar fuera del país no era bueno, peor era verlo secuestrado o muerto», afirma a ABC, al mismo tiempo que subraya que «no estamos acéfalos, Maria Corina sigue siendo nuestra líder». Tras conocer el último comunicado de González, le resta importancia a la posibilidad de que signifique una retirada de la primera línea política. «Bueno en principio ahora es que le viene trabajo como diplomático…, encerrado en Venezuela no iba a hacer mucho», afirma Chaparro, que dejó Venezuela hace más de dos décadas.
Desde Colombia, María Corina Rivodo, que participó como observadora en las elecciones del pasado 28 de julio, confiesa sentirse «muy angustiada» tras conocer el último comunicado de Edmundo González. «Esperamos y seguimos contando con su compromiso para la liberación de Venezuela y que se cumpla la voluntad de los casi ocho millones de venezolanos que votamos por él para que en enero sea el nuevo presidente que logre la transición democrática que tanto necesita el país. Realmente todos los venezolanos afuera y dentro queremos un cambio».
