Amplios escritos de doctrina, colmados en conceptos, disertaciones en respetadas instituciones de prestigio mundial y destacados defensores de los Derechos Humanos concuerdan que todo ser humano detenido en cárceles o cualquier procedimiento judicial con restricción policial es responsabilidad del gobierno, que debe garantizar seguridad y salud, no importa quién sea el presidente y quienes su respaldo político. Lo que en democracia es un derecho, en regímenes dictatoriales puede ser motivo de ergástula. Administraciones ruines y opresoras envían sistemáticos a sus contrarios, adversarios y opositores a la cárcel.
Es un derecho fundamental que se respeta y practica en naciones democráticas, no arbitrarias, y se incumple en tiranías despóticas, donde existe concentración de mando, no hay Poder Judicial independiente y el ciudadano está expuesto al arbitrio de la autoridad.
Cuba ha tenido históricamente presos políticos. Típico ejemplo de una dictadura militar que sojuzga, disponiendo lo aceptable, prohibido. Y para, quien ose disentir existe la seguridad del Estado y su obediente sistema judicial, sin garantía al debido proceso, derecho a la defensa o amparo de una autoridad imparcial. En Nicaragua y Venezuela el patrón se repite; tienes un pie en la cárcel y otro en la calle.
a expiración de un preso político es embarazoso, incómodo, perturbador. Un recordatorio del olvido social en el cual tienen a los presos y exiliados políticos. Olvidarlos significa entregarlos al encono de la violencia e inquina fanática.
No es fácil entender por qué las personas actúan de una u otra forma. Existen las que cuando enfrentan situaciones, sorprenden por lo que dicen y hacen. En momentos dan la impresión de buen actuar; en otros, decepción.
La muerte asaz dolorosa, con atropellada y policialmente restringida inhumación produce suspicacia. Pretexto sobrevenido, probable por el desgaste en la sepultura carcelaria de quien paga con prisión sin futuro ni compasión, haber creído que podía ser guía moral y ético. Que piensa diferente; y no proclive al castro-cubanismo, que algunos a regaña dientes aceptaron sin disimular el desagrado por la indignante intromisión cubana bajo la mirada complaciente oficialista.
El prestigio, lo cambiaron por prisión sin juicio, traslados de mazmorras, maltratos carcelarios, separación familiar, persecución, acoso e incluso cárcel para familiares. Algunos, fallecen en custodia, sin humanidad bajo la mansedumbre del sistema judicial, cuando quedaba recuerdo de confianzas que resultaron falsas; confinados en el abandono e inadvertencia, cuando el hambre y frustración ciudadana los hacía pensar en apetencia. Destino cuestionable y cruel del recluso político. La execrable sentencia contra un encarcelado es no juzgarlo, como infame hacerlo injustamente.
Cuando un preso político expira, la ciudadanía se desborda en comentarios, contra y a favor. Cae en desgracia, detenido y sometido a un deshonroso juicio. Más que un preso político, era cautivo forzado, aherrojado por el miedo de los sepultureros de la libertad y derechos humanos, víctima del fracaso rotundo de una revolución que lo cambió todo para peor. Miseria, promesas profanadas, impericia e incompetencia como método de gobierno, y corrupción como objetivo.
Cualquiera puede ser objeto de asechanza política y detenido. Acusado por elaboradas infracciones y evidencia sembrada. El arresto es arbitrario, sin fundamente ni claridad de cargos, sujeto a complicaciones procesales, transgresiones de normas, imposibilidad de acceso a letrados y juicios cerrados cuando legalmente son públicos. En muchos casos, se obligan a inculparse, confesar delitos no cometidos y, bajo amenaza de tortura y otras brutalidades, incriminar ajenas personas, en contravención de derechos fundamentales consagrados en tratados internacionales.
Sin embrago, no muere del todo Venezuela, ni morirá jamás, aunque ya enferma casi terminal, con anhelo de resurrección, pésimo gobierno y una oposición oficialista, desatinada, codiciosa y fracasada. Cambiará, pero será una labor enorme con venezolanos de exigua fe y escasa esperanza en pocos.
@ArmandoMartini