Fidel Castro sí le pidió a Rusia que lanzara un ataque nuclear contra EEUU, en medio de la crisis de los misiles en 1961

Redaccion El Tequeno
Cuba’s President Fidel Castro gestures during a tour of Paris in this March 15, 1995 file photo. Ailing Cuban leader Castro said on February 19, 2008 that he will not return to lead the country, retiring as head of state 49 years after he seized power in an armed revolution. REUTERS/Charles Platiau/Files TPX IMAGES OF THE DAY

La mañana del 27 de octubre de 1961, Fidel Castro le  envió un mensaje al presidente de la Unión Soviética, Nikita Kruschev, donde le pedía  que lanzara un ataque nuclear «preventivo» contra Estados Unidos si los estadounidenses se atrevían a invadir Cuba. Lo hizo en plena crisis de los misiles, cuando ya Estados Unidos conocía  la existencia de las armas nucleares instaladas por los soviéticos en territorio cubano y el mundo estaba al borde una guerra nuclear.

El Cooperante | Elizabeth Fuentes 

Así lo revelan los documentos  desclasificados en Rusia  sobre lo que ocurrió en aquellos días, incluyendo  lo que pensó  Krushov sobre la petición de Castro:  «¿Qué es esto, una locura temporal o la ausencia de cerebro?» se enfureció Kruschov  según demuestra un dictado que fue  tomado por su secretaria. Al día siguiente,  el 28 de octubre  desmanteló los misiles sin siquiera informar su decisión al regimen cubano.

Y aunque Fidel Castro hizo lo imposible por  desmentir ese rumor, los documentos revelados lo vuelven a dejar como un mentiroso gracias a esos documentos también se descubrió  que la operación militar estaba condenada al fracaso y  estuvo plagada de errores desde el principio.  Errores que Vladimir Putin ha repetido en su invasión a Ucrania, como han detectado algunos expertos.

La llamada «Operación Anadyr», como se llamó el envío de misiles nucleares a Cuba, empezó mal desde que un general ruso sobrevoló la isla y advirtió que allí no había suficientes palmeras para esconder los misiles  de los aviones espías de Estados Unidos, como en efecto ocurrió.

De hecho, cuando  el comandante de las Fuerzas de Misiles Estratégicos Soviéticos, Sergei Biryukov, llegó a Cuba haciéndose  pasar por ingeniero agrónomo y revisó la zona, llegó a la conclusión de que las palmeras sí podían camuflar los misiles. Asunto que trató de desmentir un asesor militar soviético ante el presidente Krushov, pero recibió una patada bajo la mesa de Biryukov para que se callara ya que la operación era indetenible. Encubierta como un «ejercicio militar cubano-soviético» , un  entrenamiento de rutina, la excusa fue la misma que utilizó Vladimir Putin para invadir Ucrania al calificar la operación  como un “ejercicio”, en el que los comandantes de tropa solo supieron la verdad a último momento.

La segunda gran falla en la instalación de los misiles en Cuba fue el desconocimiento del terreno y la electricidad: los  refugios subterráneos  que se debían cavar no se hicieron porque el suelo era demasiado rocoso y los equipos eléctricos soviéticos eran incompatibles con el cubano, de 120 voltios. Tampoco tomaron en cuenta el clima, la temporada de huracanes,  ni que los motores soviéticos, diseñados para los climas  de Europa, iban a ser corroídos por la  humedad.

Y para culminar lo que parece una tragicomedia, todos estos percances obligaron a que  el almacenamiento de las ojivas nucleares R-12 estuvieran  ubicados muy lejos de los sitios de lanzamiento, de modo que los comandantes soviéticos en Cuba necesitarían entre 14 y 24 horas para transportar las ojivas una vez que recibieran la orden de disparar los misiles contra objetivos estadounidenses. Porque, valga  el dato, solo los rusos y el gobierno de Moscú tenían el derecho del manejo de esas armas y los dirigentes cubanos eran invitados de piedra a una guerra que perderían en un santiamén.

Ahora, 61 años después de semejante fracaso, solo cabe esperar que Vladimir Putin se equivoque con la misma certeza que lo hizo otro que se creia invencible.

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