El fundador de la malograda plataforma de criptomonedas FTX, Sam Bankman-Fried, detenido en Bahamas, fue formalmente acusado de ocho cargos, entre ellos el de fraude electrónico, lavado de dinero y violación de las leyes de financiación de campañas políticas.
Según el documento hecho público por la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, que el lunes pidió su detención y extradición, los ocho cargos están principalmente relacionados con la idea del fraude o conspiración para el fraude: a los clientes de FTX, a los prestamistas; fraude de productos o fraude de valores, entre otros.
El primer cargo (conspiración para fraude a los clientes) detalla que el acusado y sus socios «diseñaron a sabiendas e intencionalmente una trama y un plan para defraudar, obtener dinero y propiedades por medio de simulaciones falsas o fraudulentas, representaciones y promesas», y «acordó con otros engañar a los clientes de FTX.com apropiándose de manera indebida de sus depósitos y usándolos para pagar gastos y deudas de Alameda Research».
Alameda Research era la firma de inversiones creada por el mismo Bankman-Fried, en la que supuestamente utilizó miles de millones de dólares de los clientes de FTX sin su conocimiento para llevar a cabo arriesgadas operaciones.
Pero los cargos tienen además una dimensión política: uno de ellos lo acusa de «cometer delitos contra Estados Unidos implicándose en violaciones de leyes federales relativas a la confección, recepción e información de contribuciones, donaciones o gastos» incurridos en elecciones federales, aunque no cita a qué candidatos dirigió sus donaciones.
Según distintos reportes periodísticos, Bankman-Fried financió tanto a candidatos demócratas como a republicanos, aunque en el caso de los demócratas lo hizo abiertamente y en el de los republicanos con firmas pantalla.
El documento de la Fiscalía concluye que el acusado «entregará a Estados Unidos (…) todas y cada una de las propiedades, inmobiliarias o personales, logradas o derivadas de procedimientos identificables con la comisión de los citados delitos, incluyendo y no limitándose a la suma de dinero en divisa estadounidense que represente el total de productos identificables con la comisión de dichos delitos».
El diario The New York Times aseguró este martes que Bankman-Fried cooperó durante el arresto, según una persona familiarizada con el caso, y en las próximas horas comparecerá ante el Tribunal de Primera Instancia de Nassau, la capital de las Bahamas, sin que se conozca cuándo podría activarse la extradición.
El joven financiero caído en desgracia se enfrenta también a otra demanda, en este caso de la Comisión del Mercado de Valores de Estados Unidos (SEC), que lo acusa de orquestar un fraude contra los inversores.
«Sam Bankman-Fried construyó un castillo de naipes basado en el engaño mientras le decía a los inversores que era una de las estructuras más seguras de criptomonedas», ha asegurado en un comunicado el presidente de la SEC, Gary Gensler.
FTX se declaró en quiebra el pasado 11 de noviembre y a finales de ese mismo mes, los nuevos gestores de la compañía comparecieron por primera vez ante el tribunal de bancarrotas del estado de Delaware (EE. UU.) para comenzar el proceso de reestructuración.
Los abogados de la nueva directiva y su actual responsable, John Ray, sostienen que una «cantidad sustancial» de los activos de la compañía podrían haber sido robados o están desaparecidos.
Los nuevos gestores también han denunciado que la empresa tenía una «ausencia total de controles corporativos» y una falta de «información financiera fiable».
La plataforma, que llegó a estar valorada en 32.000 millones de dólares, podría tener más de un millón de acreedores en todo el mundo. Hasta ahora, la compañía ha admitido que debe más de 3.000 millones de dólares a sus 50 principales acreedores.
Sin embargo, Bankman-Fried responsabiliza de la quiebra en parte a la masiva venta de criptomonedas que se produjo a principios de año. Para el fundador de la empresa, esa venta redujo a la mitad la garantía de FTX, de unos 30.000 millones de dólares.
Llegados a esa situación, según Bankman-Fried, la venta de criptomonedas continuó, combinada con una restricción crediticia y una «huida del banco», lo que redujo la garantía a 9.000 millones antes de que FTX se declarara en quiebra.