Gobernanza y liderazgo político

Redaccion El Tequeno

The Economist del 18 de diciembre de 2021 habrá sorprendido a más de uno por su designación de Italia como país del año 2021. Después de señalar que “debido a la debilidad de la gobernanza, los italianos eran más pobres en 2019”, el semanario británico constata ahora “el nivel de progreso alcanzado en el año en materia económica, política, social y de derechos humanos”.

El premio a Italia es, de algún modo, el reconocimiento a la calidad del liderazgo político y la afirmación de su importancia capital para el logro de la gobernanza. Más allá de los resultados puramente económicos, la argumentación de The Economist lleva a pensar en los valores personales y colectivos que los hicieron posibles y que se resumen en la afirmación según la cual en 2021 “Italia cambió en términos de gobernanza”, es decir en los procesos de toma de decisiones, de ejercicio del poder y de concertación de prioridades, factores para la construcción de un “buen gobierno”.

El semanario británico destaca las características que justifican su selección y personifica el liderazgo italiano del momento en dos figuras: la del presidente Sergio Matarella, “de perfil discreto pero firme” según The Economist, y la de Mario Draghi, presidente del Consejo de Ministros desde febrero de 2021 y antes presidente del Banco Central Europeo. A ellos se debe, sin duda, este “desacostumbrado estallido de sensatez en la gobernanza” vivido por Italia el año pasado.

Draghi es señalado, en primer lugar, por su competencia y por la capacidad para priorizar objetivos y para alcanzarlos. Reconocido como un hombre de autoridad y merecedor del respeto internacional, su presencia en el gobierno italiano representa una señal de estabilidad y credibilidad. “La pax draghiana se ha basado en equilibrar algunas de las respuestas a las reivindicaciones de los partidos y en la firmeza para no ceder en otras” ha dicho Enrico Letta, líder del Partido Democrático, testimoniando uno de los más importantes aportes de Draghi, al logro de los objetivos de gobernanza. Catalogado por los analistas como «competente e internacionalmente respetado», Draghi recuperó la voz y la presencia italiana en la Unión Europea. «Este año Italia cambió» asegura el The Economist, y lo explica de este modo: «Por una vez, una amplia mayoría de sus políticos enterró sus diferencias para respaldar un programa de reformas profundas” que permitió que su economía se recuperara más rápido que la alemana o la francesa y que Italia lograra una de las tasas de vacunación contra el covid 19 más altas de Europa.

The Economist destaca para el caso italiano el valor de la competencia del equipo de gobierno para el logro de una mejor gobernanza. Hace falta, sin embargo, considerar la suma de otros factores como el liderazgo, la autoridad, la credibilidad, el equilibrio, la capacidad para el diálogo y la concertación, el sentido de unidad nacional para acordar objetivos y programas y para trabajar juntos en alcanzarlos. Habría que añadir cuánto pesan la madurez, la transparencia, el pragmatismo, la rendición de cuentas, la buena comunicación, la participación ciudadana, la confianza, el respeto de la ley, el ejercicio honesto de la política y la creación de un clima de trabajo y de logro.

Los resultados de un liderazgo y de una política con estas características no pueden ser otros que avances visibles en términos sociales, económicos, de derechos y libertades, superación de situaciones o condiciones negativas, estabilidad, fortalecimiento de la institucionalidad, sensación de optimismo, creación de un clima favorable para el trabajo y la inversión.

En contraste, el modelo de políticas viciadas por el personalismo, la incapacidad de diálogo honesto, el debilitamiento de las instituciones, el partidismo y el autoritarismo, la improvisación, solo pueden conducir al desgobierno, al caos, a la anarquía, a la pérdida del sentido de nación y del optimismo. Es la diferencia entre gobernabilidad y caos, autoridad y ejercicio autoritario del poder.

Entre los propósitos para el año 2022, Venezuela haría bien en pensar en la reconstitución de su clase política y en la necesidad de un liderazgo serio, capaz de construir una gobernanza estable y esperanzadora.

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Gustavo Roosen

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