El Gobierno colombiano asegura que sus deseos para el año próximo, en la misión en la que se han embarcado de lograr la paz total en el país, es que el pueblo, que es quien realmente está construyendo esa paz, sea escuchado por todas las instancias.
«El deseo para el 2023 es que el pueblo, el que está aquí deliberando y el que está en todos los lugares construyendo la paz, sea escuchado no por el Poder Ejecutivo sino por las Cortes y el Poder Legislativo para que comprendan por qué ellos desean y están construyendo la paz total«, dijo a EFE el alto comisionado para la paz, Danilo Rueda.
Rueda visitó a mediados de mes el municipio de El Tarra, en el corazón de la convulsa región del Catatumbo, precisamente para escuchar al «pueblo», en este caso a los campesinos y cocaleros de esta zona que es la que más plantaciones de coca concentra en el país para construir una nueva política de drogas que a su vez contribuya a la paz en las regiones.
El narcotráfico, financiador de los grupos armados y criminales del país, es uno de los aspectos que el Gobierno del presidente Gustavo Petro quiere abordar y en el que las políticas más divergen de Administraciones anteriores.
«Vengo de uno de los tres países más bellos de la Tierra», empezó Petro su primer discurso ante la Asamblea de la ONU el pasado septiembre para hablar de cómo en estas tierras se mezcla la belleza con la muerte, debido a la criminalización que se ha hecho de la coca y no de otras riquezas de Colombia como el carbón o el petróleo.
«El dictamen del poder ha ordenado que la cocaína es el veneno y debe ser perseguida, así ella solo cause mínimas muertes por sobredosis, y más por las mezclas que provoca su clandestinidad dictaminada», se atrevió a decir el mandatario, en su deseo de formular una nueva política antidrogas.
De momento poco se sabe de esta nueva política, más allá de que no buscará criminalizar a los pequeños productores, pues justamente el Gobierno quiere consultar a campesinos como los del Catatumbo para ver sus ideas en un momento en que Colombia ha roto todos los récords de hectáreas cultivadas de coca.
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), los cultivos de coca en Colombia crecieron un 43 % en 2021, año en que fueron registradas 204.000 hectáreas sembradas mientras que en 2020 esa cifra fue de 143.000 hectáreas.
Y como el Gobierno quiere basar sus políticas públicas en la opinión de la gente que más padece la violencia, la exclusión y el conflicto, «el año entrante tenemos un montón de mecanismos de participación directa de la población, que es la gente que sufre y padece las violencias, para que hable, se fortalezca y construya el nuevo país», consideró Rueda.
Es decir, Colombia quiere escuchar más y mejor al pueblo «para que llegue la paz».