Olvidemos a AD, VP, PSUV, PJ, etc. Venezuela es hoy un país en el cual solamente tres grandes partidos se reparten el poder político y, por ende, lo poco que resta de sus riquezas. La pugna entre estos tres partidos ha sido tan intensa que el botín, originalmente cuantioso, se ha ido reduciendo hasta llegar a las migajas. Desaparecida en gran medida la teta petrolera solo quedan fuentes secundarias de ingresos, las cuales todavía son importantes, aunque todas criminales.
Los tres grandes partidos que actúan hoy en Venezuela son: el PDC, el PDBM y la FF.AA.
EL PDC, el Gran Partido de la Corrupción.
Este es un partido de larga tradición en Venezuela, fundado a mediados del siglo XIX por los hermanos Monagas. Ha tenido una larga evolución, pasando de ser casi una oligarquía de sangre, en la cual solo los miembros de las familias dominantes y sus amigos más íntimos tenían membrecía, como fue el caso del gomecismo y, luego, de la dictadura perezjimenista, a democratizarse durante la etapa adecopeyana y, en especial, durante la era chavista que aún está en pleno desarrollo. Hoy día, el PDC incluye miembros de la pandilla que se hace llamar la revolución socialista del siglo XXI, jóvenes representantes de la llamada aristocracia venezolana, banqueros, contratistas del régimen y miembros de una falsa oposición disfrazados con el ropaje de la conciliación y de la paz para todos los venezolanos. El Consejo Superior de este partido está actualmente integrado por Nicolás Maduro, un miembro rotatorio de la familia Chávez, Diosdado Cabello, Tareck El Aissami, Alejandro Andrade (de vacaciones), Francisco Convit, Raúl Gorrín y Wilmer Ruperti con asesores legales radicados en Washington o Miami y asesoría bancaria suiza. Este partido disfruta de la protección y complicidad de gobiernos amigos como los de Turquía, Cuba, Nicaragua y Rusia. Tiene una importante fracción disidente, la Fracción del Largo, dirigida por Rafael Ramírez Carreño, radicada hoy en Europa, especializada en lavado de dinero y en evadir la acción de la justicia internacional. Esta fracción aspira a regresar al poder, ayudada por el dinero que ha acumulado en Andorra, España y otros países complacientes.
Las fuentes de ingreso del Partido de la Corrupción se han tenido que diversificar del petróleo, rubro que ha colapsado, para abarcar contrabando, narcotráfico, minería ilegal, lavado de dinero, venta de pasaportes y otros documentos al terrorismo internacional, importaciones fraudulentas, manipulaciones bancarias de todo tipo, los CLAP, el bachaqueo organizado en mafias, toda una gama de actividades criminales que le sirven para exprimir las riquezas decrecientes del país. Sus miembros han abandonado toda vergüenza, remplazándola por el orgullo de ser corruptos y se pavonean ante el mundo en los grandes hoteles y en los más costosos restaurantes del mundo. Uno de ellos, hoy aparentemente en la cárcel por rencillas inter-pandillas, se hizo famoso dando propinas de 5000 euros en los restaurantes de París.
Especialmente doloroso ha sido observar como apellidos que pretendían ser de honesta prosapia se ven hoy rebautizados como bolichicos ante el silencio aprobatorio de sus familiares. Quizás no hay mayor evidencia de la degradación venezolana que está sumisión de la “aristocracia” caraqueña al pantano chavista-madurista.
EL PDBM, EL GRAN PARTIDO DEL BOCHINCHE Y LA MEDIOCRIDAD
El segundo de los grandes partidos venezolanos es también de larga trayectoria en Venezuela. Fue fundado en el Siglo XIX por Ezequiel Zamora y Antonio Leocadio Guzmán y remozado y consolidado en el Siglo XXI por Hugo Chávez. Antonio Leocadio Guzmán articuló su lema y definió su esencia cuando dijo: “Es que si yo ellos dicen federalismo, nosotros decimos centralismo”. Es decir, la misma filosofía política del torero quien decía “si el toro me mata en Sevilla, que me entierren en Madrid…. o a la inversa”. Por joder.
Chávez modernizó ese lema al decir: “desnudos y hambrientos… pero…. Con paaaaaaatria”. Para aquel patán gobernar no era garantizar el bienestar de los habitantes del país sino obligarlos a actuar y pensar como a él le gustaba.
Lo que caracteriza a este partido del bochinche es la mediocridad de sus miembros, quienes exhiben una gran capacidad para igualarse por debajo con lo peor: José Vicente Rangel, quien fuese inteligente y hasta bien parecido, se transformó en un perro faldero de Chávez, primero, y de Nicolás Maduro después. Fue reduciendo su mundo para ponerlo del tamaño del de un Pedro Carreño o de una Iris Varela. Luis Britto García, muy talentoso, se convirtió en intelectual del régimen del chavismo, poniéndose al nivel de Isaías Rodríguez o Tareck Saab. Ese afán de mediocridad se ha tratado de explicar por el deseo de pertenecer a una sociedad igualitaria, como si lo igualitario tuviese que ser lo peor. Los integrantes de este gran partido del Bochinche y la Mediocridad se agrupan en dos alas, la más numerosa el ala de los mediocres y bochincheros de nacimiento, a lo Darío Vivas, Elías Jaua, Henri Falcón o Desiré Santos Amaral, decididos a no salir de su mediocridad ancestral, o una ala más pequeña de gente que comenzó a un mayor nivel de talento y que se ha ido mediocrizando por ósmosis, quienes han decidido uncirse al carromato de la mediocridad para tratar de flotar hacia la parte superior de lo peor, gente a lo Claudio Fermín, a lo Timoteo Zambrano, Felipe Mujica o Enrique Ochoa Antich. Lamentablemente a este partido se incorporan cada día más y más miembros de lo que solía ser oposición, hoy más y más invertebrada. La atracción que ejerce la mediocridad sobre esta gente solo puede explicarse en términos de afán de notoriedad o, en otros casos, de afán de lucro, alguna gente que no se resigna a ser pobre y que desea regresar a la Venezuela del “Tá barato, dame dos”.
EL GRAN PARTIDO DE LAS FF.AA.
Este es el tercer gran partido venezolano, fue fundado por Juan Vicente Gómez a fin de garantizarse su permanencia en el poder. A su muerte fue transformándose en un monstruo pretoriano con ideas propias de poder. Mostró sus pezuñas a aliarse con Acción Democrática, en 1945, para derrocar a medina Angarita, luego se desligó de ese partido en 1948 y se convirtió en una oligarquía de uniforme, con un pequeño grupo de admiradores y justificadores civiles. Después de derrocado Pérez Jiménez la nueva democracia pudo neutralizar sus deseos de poder mediante la repartición de privilegios, promociones y favores, llegando a ser juguetes de barraganas vestidas de uniforme. Fue en la Escuela Militar, la llamada casa de los sueños azules, que se fue solidificando una nueva ala pretoriana del partido, con la complaciente actitud de sus superiores. Nos cuenta el general Carlos Peñaloza que en la Escuela Militar había grupos golpistas de diversas tendencias, los cuales desarrollaban sus actividades con el pleno conocimiento de sus superiores, ver: http://lasarmasdecoronel.blogspot.com/2015/02/4-2-1992-incompetencia-traicion-y.html.
Con Chávez en el poder, ayudado por la complacencia y cobardía de las instituciones democráticas del momento, se instaló como política de estado la tesis del anti-semita y fascista Norberto Ceresole: la alianza cívico-militar, aceptada y suscrita por los ministros de defensa, todos progresivamente más corruptos y sumisos que los anteriores. Ver la lista: José Vicente Rangel, Lucas Rincón, José Luis Prieto, Jorge García Carneiro, Orlando Maniglia, Raúl Baduel, Gustavo Rangel Briceño, Ramón Carrizales, Carlos Figueroa, Henry Rangel, Diego Molero, Carmen Meléndez, Vladimir Padrino López.
Estos venezolanos traidores a la patria han representad la cabeza visible del Partido FF.AA. pero distan mucho de ser los únicos responsables y culpables. Todo el llamado Alto Militar de esta etapa chavista/madurista es colectivamente culpable del inmenso crimen que indigno partido ha cometido en contra de la Nación venezolana. Realmente es difícil hacer mayores diferencias – como se quiere hacer en Venezuela – entre los militares institucionalistas y los corruptos. Es cierto que hay significativos grados de culpabilidad y que la mayoría de los miembros de la FF.AA. son testigos silenciosos del crimen pero ese silencio – en mi opinión – conlleva responsabilidad. El silencio de miles de miembros de la Fuerza armada se debe a que, unos más y otros menos, obtienen privilegios y prebendas que el pueblo venezolano no obtiene, porque no tiene armas, porque son víctima de quienes si las tienen. Es cierto que hay militares sufriendo de la escasez y hasta miseria colectiva pero hay demasiados militares en silencio quienes están obteniendo ventajas de ese silencio a expensas de quienes sufren.
En su descargo se argumenta que los cubanos los vigilan, que están severamente reprimidos. Ello puede ser cierto y explica algo del letargo de muchos pero siento que entre la gente de uniforme hay la sensación de pertenencia a un partido que está mandando y que disfruta de una posición privilegiada. Ello los convierte en parte del problema, cuando deberían ser parte de la solución.
Estos son los tres grandes partidos que han arruinado a Venezuela. Sus miembros no son de derecha o izquierda, conservadores o liberales, capitalistas o socialistas. Son corruptos, bochincheros, mediocres y traidores a su deber venezolano.