El nuevo presidente de Colombia llega a gobernar un país polarizado y hastiado por los partidos tradicionales que han gobernado durante las últimas décadas, además de ser el primer presidente de izquierda en un país relativamente conservador, señalan analistas.
Tras una campaña marcada por la polarización en las redes sociales y la ausencia de debates entre candidatos, Gustavo Petro se convirtió en el primer presidente de izquierda de Colombia.
Con antecedentes que incluyen su pasado como guerrillero, y su paso en la política como senador y alcalde de Bogotá, Petro llega a gobernar un país relativamente conservador pero hastiado de los partidos tradicionales que han gobernado durante las últimas décadas, señalaron analistas consultados por la Voz de América.
“El camino estará lleno de retos para el nuevo mandatario, que deberá buscar una coalición mayoritaria en el congreso para tener gobernabilidad y poder sacar adelante sus propuestas sociales, ambientales y económicas y demostrar que Colombia no se transformará en otra Venezuela”, dijo el economista Alejandro Useche, de la Universidad del Rosario.
El nuevo presidente no ha expresado opiniones, ideas o planes de gobierno que indiquen un modelo comunista, sin embargo existe «temor en muchos sectores de una presidencia de izquierda, que tienda a aplicar un modelo económico totalitarista y autoritario que se oriente hacia el comunismo, como el caso de Venezuela», dijo Useche.
El politólogo de la Universidad del Rosario Mauricio Jaramillo dijo que lo que vendrá para Colombia es enfrentar una polarización creciente, ahora entre la izquierda y la oposición, que tendrá como bandera sacar a los corruptos del gobierno.
«Creo que en Colombia, a pesar de que ha sido un país muy estable en los últimos tiempos es posible que venga una etapa de convulsión social, manifestaciones, divisiones y polarización, por eso la gobernabilidad dependerá de la capacidad que pueda tener Petro para construir consensos amplios”, manifestó a la VOA.
“Con la llegada de Gustavo Petro al poder habría un gran pacto, una suerte como de frente amplio en Uruguay o Morena en México, es decir, un gobierno en cabeza de un movimiento progresista, pero muy cercano al centro por todos los compromisos que ha adoptado para lograr el triunfo con ese centro”, añadió Jaramillo.
En este gobierno habría mucha moderación, habría un bloque parlamentario más o menos sólido que serían las fuerzas del Pacto Histórico, con algunas fuerzas del centro y del partido Liberal, lo que le permitiría implementar un modelo económico más progresivo, agregó.
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