Buscar a los amigos para jugar con agua hasta quedar empapados, es una de las tradiciones que caracteriza el Carnaval y que en los últimos años ha sido «liquidada» por la cada vez más profunda escasez del líquido en Altos Mirandinos.
«Llenaba bombitas de agua y sorprendía a los amigos de la cuadra», recuerda Carlos Linares, residente del barrio El Nacional de Los Teques, tras lamentar que la llamada «revolución» acabó con todo en 2 décadas.
Este año algunas alcaldías gastaron miles de bolivares en comparsas y conciertos durante tres días, actividades que generaron rechazo en una parte de la población.
«Creó que la alcaldesa – Guaicaipuro- no sabe lo que son prioridades, mientras miles de tequeños necesitan agua ella monta otro show», crítica María Cristina Fernández, quien cree que más lógico habría sido invertir ese dinero en cisternas para el pueblo.
En Carrizal el agua tiene meses sin llegar de forma regular. «Hidrocapital nos tiene castigados, la situación apunta cada día más complicada con la llegada de la sequía», advirtió otro vecino.
El Carnaval es una fiesta medieval que antecede a la Cuaresma, el periodo de tiempo en el que los católicos se preparan para la Pascua. Esta última es la fiesta más importante para esta religión. Durante los días de Cuaresma los creyentes buscan purificarse, no solo espiritual, sino físicamente y por eso juegan con agua.
«El socialismo acaba con todo, en diciembre no pudimos hacer hallacas, estrenar ropa, comprar regalos y ahora en Carnaval ni jugar con agua, que era la diversión en los barrios», detalló Fabiana Álvarez, quien se preguntó: ¿será que también es culpa del imperio?
Daniel Murolo
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