Al personal sanitario le cuesta llegar a los centros asistenciales, ante esas rutas insuficientes que se limitan a la llegada y sin retorno. También denuncian que no se les respeta la prioridad en los cupos para surtir el combustible, lo cual confirma el gremio médico y se evidencia en la ausencia forzada que limita cupos de atención y hasta compromete el funcionamiento de determinados servicios en algunos hospitales de Lara.
Por Guiomar López | LA PRENSA DE LARA
“Faltaron dos especialistas que no pudieron agarrar transporte y esto repercute en menos pacientes por atender”, se lamenta el doctor Carlos Angulo, titular del área de Neurocirugía del hospital Antonio María Pineda, al reconocer las limitaciones que tuvieron el pasado viernes 21 de mayo y que es frecuente ante la dificultad para trasladarse sin combustible. Una consecuencia inmediata que deja a pacientes sin consulta y se replica en cualquier otro departamento de este principal centro de salud, ante lo “imposible” que termina siendo hasta en las estaciones premium.
René Rivas, presidente de Colegio de Médicos de Lara, explica este problema que empezó por el retraso forzado de los trabajadores, cuando apenas puedan tener un aproximado de 5 unidades para los traslados que no cubren la demanda por no tener la capacidad para la cantidad de pasajeros, cuyos inconvenientes son mas agudos en las rutas del norte y oeste. Aunque el personal madrugue, sigue llegando tarde, porque debe caminar kilómetros o si tiene vehículo, no puede surtir combustible.
Alza su voz, al reprochar que se termine financiando al Estado, al referirse a la responsabilidad del Estado y que el personal sanitario no puede cubrir a falta de dinero en efectivo, con un sueldo entre $3 a $7 que pueda consumirse en pasajes. “De allí, las renuncias constantes y por eso tenemos un déficit de enfermeras a más de 70% y el Pediátrico Agustín Zubillaga a punto de quedarse sin estas profesionales”, advirtió.
Esta queja la acompaña Elda Jiménez, titular del Colegio de Enfermeras, ante las renuncias consecutivas y que solo dejan 173 profesionales de la plantilla que hubo de 680. Les afecta la falta de efectivo y no les alcanza el salario que puede superar los Bs 15 millones. Si logran ingresar a las unidades de traslado del personal, van apretujadas entre más de 100 compañeros por cada autobús y con un servicio que denuncian incompleto, porque solo se limita a la llegada al centro asistencial. Les toca resolver el regreso a casa.
Consideran que este ausentismo obligado intenta opacar la mística de ese personal que se ha mantenido atendiendo en los centros asistenciales, superando la falta de protección de bioseguridad, salarios que los lleva a ejercer prácticamente a ad honorem.