El decomiso de cargamentos de marihuana en las costas venezolanas y en su zona fronteriza posicionan a Venezuela como un corredor importante de un tipo de cannabis colombiana que está inundando los mercados de la región, señaló InSight Crime en un trabajo de su unidad de investigación en Venezuela.
A principios de marzo, la Policía Nacional de Colombia encontró y decomisó 2,5 toneladas de marihuana dentro de un camión de carga en el municipio de Maicao, departamento fronterizo de la Guajira, límite entre Colombia y Venezuela. La droga estaba camuflada entre implementos de cocina y muebles de plástico.
De acuerdo con la información publicada por la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional de Colombia (DIRAN), el cargamento tendría como destino Venezuela y otros países en Centroamérica.
Días después, en medio de labores de patrullaje marítimo, las autoridades venezolanas anunciaron el 3 de marzo el decomiso de 457 kg de marihuana empaquetadas en 838 panelas en las costas del estado de Falcón, en el mar Caribe.
Estas incautaciones se suman a las realizadas en Venezuela a finales del 2022, como un alijo de más de 3,4 toneladas, que según los reportes del gobierno fue el mayor decomiso de marihuana hecho en Venezuela en la última década.
Junto con esta incautación, entre septiembre y diciembre del 2022, el gobierno venezolano reportó el decomiso de aproximadamente 7,6 toneladas de este alucinógeno en diferentes operativos realizados en el litoral norte del país.
De acuerdo con el monitoreo de medios realizado por InSight Crime y un reporte de la Superintendencia Nacional Antidrogas (Sunad) de Venezuela, durante el 2022 se decomisaron aproximadamente 10 toneladas de marihuana en suelo venezolano.
Considerando que Venezuela no es un país cultivador de cannabis a gran escala, gran parte de la droga que transita y se decomisa en este país es, según fuentes oficiales y reportes independientes, producida y despachada desde Colombia, específicamente desde las montañas de norte del departamento del Cauca.
Análisis de InSight Crime
Detrás de las incautaciones de marihuana en suelo venezolano existe una elevada demanda regional de cannabis de origen colombiano, especialmente la de tipo creepy, una de las cepas más apetecidas regionalmente debido a sus altos efectos psicoactivos. Con el fin de suplir este mercado, los grupos criminales han encontrado en Venezuela un territorio asequible para sus operaciones.
El historial de Venezuela como corredor de droga juega a favor de los traficantes de marihuana. Además de ser una ruta consolidada en el tráfico transnacional de cocaína, este país reúne múltiples requisitos para quienes buscan exportar droga hacia mercados internacionales.
Por un lado, como ha detallado InSight Crime, el sistemático involucramiento de altos funcionarios políticos y militares puede garantizar un blindaje estatal para los cargamentos que atraviesan el país.
Asimismo, su estratégica ubicación en el continente americano le permite tener conexiones marítimas con diversas naciones del Caribe, corredores fluviales y terrestres con Brasil, así como trayectos cercanos hacia países centroamericanos.
Para cruzar hasta Venezuela, la marihuana tipo creepy sembrada en las montañas del norte del departamento del Cauca, al occidente de Colombia, utiliza ciudades como Bogotá o Medellín como puntos de almacenamiento donde luego es distribuida hacia los departamentos fronterizos, sobre todo Norte de Santander, La Guajira y Vichada.
Para comprar la droga en el departamento del Cauca, las redes criminales deben negociar con el Comando Coordinador de Occidente (CCO), una de las facciones disidentes de las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), también conocidas como ex-FARC mafia, que ejercen domino sobre los cultivos de cannabis.
Una vez la droga entra en territorio venezolano los transportistas la trasladan hasta los estados de Falcón, Sucre, o Nueva Esparta para ser embarcada en lanchas con destino a las islas del Caribe.
Más allá de servir como trampolines para los mercados de Centroamérica o Norteamérica, naciones caribeñas como Trinidad & Tobago y Bahamas, también han tenido registros de arrestos de nacionales colombianos con grandes cantidades de marihuana proveniente de Colombia.
De acuerdo con un militar de la zona, un investigador y pescadores locales que trabajan cerca a los sitios de embarque de mercancía, quienes hablaron con InSight Crime en condición de anonimato por razones de seguridad, la autorización de salida de droga y el control de las embarcaciones en Falcón recae sobre un grupo conocido como el Cartel de Camacaro, un grupo con conexiones políticas de alto nivel que reemplazó el vacío dejado por el Cartel de Paraguaná después de la captura de su líder, Chiche Smith.
En el caso de la ruta que abastece el mercado interno de Brasil, las tres principales organizaciones criminales brasileñas han adquirido marihuana colombiana.
El Comando Vermelho (CV) y el Primer Comando Capital (PCC), las dos principales bandas carcelarias brasileñas, traen marihuana a través de la cuenca del Río Negro en la frontera colombo-venezolana y luego ingresa en el estado de Roraima al norte del país.
En el caso de la Familia Do Norte, una pandilla de menor alcance con presencia en el estado de Amazonas en Brasil, ha recurrido a la ruta que conecta el departamento de Vichada en Colombia y aprovecha el curso del Río Orinoco para transportar los cargamentos hasta suelo brasileño.
Este corredor transfronterizo es controlado por el Frente Acacio Medina, una estructura de las ex-FARC mafia que ejerce el control de movimientos sobre importantes corredores en el estado de Amazonas venezolano que limita con Brasil. A su vez, este grupo es considerado uno de los principales enlaces y distribuidores con los que cuentan las mafias brasileñas en esta zona selvática.
Además de los alijos de gran magnitud, redes de narcotráfico especializados también mueven la droga en pequeñas cantidades. En vehículos particulares con compartimientos secretos o por medio de correos humanos, pasan la marihuana por pasos clandestinos, también conocidos como trochas, para luego ser acopiada en bodegas en territorio venezolano y finalmente ser enviada en lanchas en la costa Caribe del país.
Si bien es cierto que los grupos criminales deben asumir elevados costos de transporte para atravesar Colombia y depositar la droga en suelo venezolano, los gastos no se comparan con las abultadas ganancias que deja este negocio. Mientras un kilo de marihuana tipo “creepy” tiene un valor de 42 dólares en las montañas del Cauca, su precio en Brasil puede llegar a los 2.800 dólares.