El Ministerio de Defensa de Reino Unido estima que Irán ha enviado a Rusia nuevas remesas de aviones no tripulados Shahed para atacar posiciones en Ucrania a pesar de que Teherán lleva asegurando desde hace meses que no ha enviado aparatos de este tipo a Moscú desde el comienzo del conflicto.
La Inteligencia militar británica argumenta que las fuerzas rusas han lanzado al menos 71 ataques con drones durante todo este mes de marzo después de un período de dos semanas a finales del mes pasado sin este tipo de ofensivas.
Esto da a indicar que Rusia habría recibido en las últimas semanas “nuevas partidas regulares en pequeños números” de estos aparatos, de acuerdo con la evaluación publicada este domingo.
El Ministerio de Defensa británico concreta que Rusia estaría lanzando estos nuevos ataques desde dos ejes dentro de su territorio, Krasnodar y Briansk, con la triple intención de “flexibilizar sus objetivos en un amplio sector de Ucrania”, así como “reducir el tiempo de vuelo hacia los mismos” y, en términos generales, “dar de sí las capacidades de defensa aérea ucranianas”, de acuerdo con su valoración, publicada en su cuenta de Twitter.
Las autoridades iraníes no se han pronunciado sobre las acusaciones de este domingo pero, por norma, esgrimen que nunca han enviado aviones Shahed a Rusia desde que empezó la guerra, si bien admitieron en noviembre la venta a Moscú de partidas de estos aparatos pero “antes del comienzo de la invasión”, según palabras del ministro de Exteriores iraní, Hosein Amirabdolahian.
Los Shahed iraníes, que Rusia ha rebautizado como Geran-2, tiene una carga explosiva y pueden quedarse suspendidos en el aire sobre sus objetivos antes de atacar. Pueden lanzarse en rápida sucesión desde plataformas y su característico diseño con forma de A los hace fáciles de identificar.
“El Shahed 136 es un drone suicida bastante grande y de bajo costo de fabricación. Alcanza su objetivo por coordenadas de GPS introducidas antes del despegue. Luego avanza de manera autónoma, volando bastante bajo y alcanza un objetivo fijado a cientos de kilómetros”, sostuvo Pierre Grasser, investigador francés asociado al Centro Sirice de París.
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