Llegan buenas noticias desde el país con forma de bota. Italia dio este lunes un nuevo paso al levantar algunas de las restricciones impuestas para contener la pandemia de coronavirus, como la reapertura de centros deportivos y piscinas en muchas regiones, mientras registró 300 nuevos contagios, el menor número desde finales de febrero.
La nación transalpina sigue doblegando el avance del covid-19: los contagios totales se sitúan en los 230.158, lo que supone un aumento de solo 300 respecto al domingo, la mitad (148) en la región de Lombardía, la más afectada por esta crisis sanitaria.
Mientras, los fallecidos reportados en el último día son 92, lo que eleva el balance de víctimas mortales a 32.877 desde el comienzo de la crisis, el 21 de febrero, cuando se detectó la primera infección.
Abren los gimnasios
En este contexto, Italia sigue su proceso hacia la denominada «nueva normalidad», después de que desde el pasado 18 de mayo permitiera la apertura de prácticamente todos los sectores y la libre salida de la gente de sus casas tras casi dos meses y medio de confinamiento.
Pero todavía faltaban algunos establecimientos por abrir, al ser considerados potenciales focos de contagio. Es el caso de los gimnasios, centros deportivos y piscinas, que desde este lunes han vuelto a funcionar en muchas regiones.
Como excepción están Basilicata (sur) o Lombardía (norte), la más azotada, que deberán esperar una semana más, mientras que en Véneto, Liguria (norte) o Sicilia empezaron el 18 de mayo.
En Italia hay aproximadamente 100.000 centros deportivos privados con cerca de 20 millones de usuarios y ha sido uno de los sectores más golpeados por los cierres debido a sus importantes gastos fijos.
La asociación nacional de instalaciones como gimnasios, piscinas y campos deportivos (Anif) calculó que las perdidas han sido de 3.000 millones de euros y que este año cada centro facturará entre el 50% y 60% menos que en 2019, miemtras los gastos aumentarán entre un 20% y 25%, lo que amenaza su futuro.
Esta apertura es muy diferente a las de hace dos meses y medio, cuando Italia se confinó para evitar el virus. De ahora en adelante las autoridades han impuesto a los gimnasios estrictas medidas de seguridad para limitar la posibilidad de contagios en su interior.
Por supuesto, se ofrecen geles desinfectantes y la mascarilla será obligatoria, pero también deberán elaborar programas de actividades precisos para que no haya aglomeraciones.
En los vestuarios y duchas, los espacios deben organizarse para respetar siempre la distancia de al menos un metro entre personas y esta separación aumentará a dos si se está entrenando.
Además, se deberá reorganizar las máquinas, que serán desinfectadas después de cada uso, y los usuarios no podrá compartir botellas de agua, toallas o artículos personales. A todos se les tomará la temperatura y no podrán acceder con calzado de calle.
Voluntarios para «poner orden»
Por otro lado, una de las preocupaciones de los italianos era qué ocurriría cuando, desde el 18 de mayo, la población pudiera salir libremente a la calle (solo dentro de sus regiones hasta el 2 de junio) y recuperara sus espacio de ocio.
En este sentido, muchos alcaldes y gobernadores mostraron su estupor al ver las zonas de bares de sus ciudades abarrotadas de jóvenes, en muchas ocasiones sin usar la mascarilla ni guardar la distancia de seguridad de un metro recomendada para evitar contagios.
Tras esas escenas, a pesar del control de la policía, el Gobierno ha decidido reclutar desde esta semana a unos 60.000 voluntarios para evitar las aglomeraciones en los alrededores de los bares.
Protección Civil incorporará estos «asistentes cívicos», entre desempleados y asistentes sociales, que se encargarán de llamar la atención de aquellas personas que no respeten la distancia física, según informó en una nota el Ministerio de Asuntos Regionales.
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