Los refugiados y desplazados en el mundo aumentaron en 2019 hasta los 79,5 millones de personas, y Venezuela es, tras Siria, el principal origen de esta población, según el informe anual que el alto comisionado de la ONU para los refugiados, Filippo Grandi, analiza en una entrevista con Efe.
El informe, que se publica este jueves como antesala del Día Mundial del Refugiado, el 20 de junio, también vislumbra grandes desafíos para las comunidades desplazadas en este año marcado por la pandemia.
Los datos que aporta dicen que Colombia es el segundo país de acogida más importante con 1,8 millones de personas, detrás de Turquía, 3,6 millones.
Los desplazados, el 1% de la población mundial
—El informe muestra un aumento interanual de casi nueve millones de desplazados, 70,8 millones en 2018. ¿Qué factores lo explican? ¿Seguirá el aumento en un año tan atípico como el actual?
—El principal factor es que más personas han dejado sus hogares debido a la guerra, la persecución, la discriminación y la violencia. Menos gente ha podido retornar a sus hogares, porque muchas crisis no han terminado, y todo ello ha contribuido a casi 80 millones de desplazados, el 1 por ciento de la humanidad. Desde 2012 hemos reportado cada año mayores cifras que en el ejercicio anterior. No sabemos qué nos deparará el futuro, pero si la comunidad internacional no es más eficaz a la hora de resolver las diferentes crisis el número seguirá creciendo en los próximos años.
—¿Qué características tuvo el éxodo venezolano durante el año 2019 y cómo afrontan estos desplazados un 2020 marcado por el covid-19?
—La huida de venezolanos continuó el pasado año, con 4,5 millones de desplazados en países de la región, siendo Colombia, Perú, Ecuador, Chile y Brasil los que acogen un mayor número de ellos. La región está ahora en el epicentro de la pandemia y eso ha hecho más vulnerables a los venezolanos, muchos de ellos dependientes de jornales en trabajos temporales que han desaparecido por los confinamientos, así que la situación es muy grave. A causa de ello algunos venezolanos, no sabemos la cifra exacta pero podría estar entre los 30.000 y los 50.000, decidieron regresar a su país, algo que supone cierto riesgo sanitario. Estamos ayudando a estas personas, pues es necesario no sólo desde el punto de vista sanitario, sino también humanitario.
—¿Ha aumentado la discriminación contra los desplazados venezolanos durante la pandemia?
—Hasta cierto punto sí, pero no excesivamente. La xenofobia siempre ha sido un problema en la región, pero hemos trabajado estrechamente para intentar reducirla. Por ejemplo, mediante el programa «Somos panas Colombia», e iniciativas similares en países como Perú y Ecuador. Lo que nos preocupa es que el impacto económico pueda golpear especialmente a comunidades pobres en zonas fronterizas, y en la competición por recursos escasos los sentimientos negativos que siempre aparecen en las crisis podrían volverse contra los venezolanos, así como contra comunidades de otras zonas del mundo. Hemos visto en los últimos cinco o seis años a políticos sin escrúpulos explotar este tipo de sentimientos, así que debemos estar atentos a la vertiente socioeconómica de la crisis.
«Quieren volver a su hogar lo antes posible»
—El informe en este sentido da muchos argumentos contra esa política contraria hacia los refugiados, que en su mayoría se quedan en países vecinos al suyo.
—Exacto, el 85% de ellos vive en países de ingresos bajos o medios, y el 73% busca refugio en el país más próximo al suyo porque quieren volver a su hogar lo antes posible. Todos estos datos deberían poner fin a esa falsa retórica en la que se dice que toda esta población desplazada quiere llegar a países ricos, «robando» trabajos o llevando inseguridad. La realidad es que los países de acogida que necesitan más ayuda son los que menos recursos tienen, por lo que es crucial que continúe el apoyo humanitario.
—Las poblaciones desplazadas han sido incluidas en los programas sanitarios contra el covid-19, pero ¿serán olvidadas en los planes contra la crisis económica que se avecina?
—Eso es algo que nos preocupa. Los Estados comprendieron que las personas desplazadas tenían que ser incluidas en la respuesta sanitaria, porque dejar cualquier grupo fuera significaba facilitar la expansión de la pandemia. Será más difícil en los planes de recuperación económica, porque los Estados tendrán que destinar muchos recursos y podrían no tener suficientes para los refugiados, u optar por dejarlos fuera por no considerarlos su responsabilidad. Por ello estamos trabajando directamente con estas poblaciones afectadas, intensificando las transferencias de dinero, pero también colaborando con organizaciones que están respondiendo de manera positiva, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Interamericano de Desarrollo.
«La pandemia hizo más difícil el trabajo humanitario»
—El año 2020 va a cambiar muchas cosas en el mundo, ¿también cambiarán los flujos de refugiados? ¿Nacerán nuevas rutas de desplazados?
—En esto tenemos dos preocupaciones, la primera es que la pandemia ha hecho aún más difícil el trabajo humanitario en zonas en conflicto como por ejemplo Yemen, Siria, Libia. Luego está el impacto económico de refugiados y desplazados, gente muy vulnerable, que puede generar inestabilidad y situaciones desesperadas en las que la gente opte por moverse a otros lugares para conseguir el apoyo que necesitan. Por eso estamos pidiendo a países donantes, incluso muchos especialmente golpeados por la pandemia, que no olviden a Estados con menos recursos, ya que hacerlo puede crear mayores problemas de movilidad humana incontrolada.
—El informe muestra a España como el quinto país del mundo en recepción de solicitudes de asilo, 118.300 en 2019. ¿Cuál es su contribución en la cuestión de los refugiados?
—Ya en años anteriores han buscado asilo en territorio español comunidades como la venezolana, también personas procedentes de África subsahariana… La Oficina de la ONU para los Refugiados tiene una excelente relación con el Gobierno español, que hace unas semanas organizó con bastante éxito una conferencia para sensibilizar a la comunidad internacional sobre las necesidades humanitarias de los desplazados venezolanos. Para España es una cuestión importante, no sólo por la población de Venezuela que recibe, sino también por sus vínculos históricos con la región, así que renuevo mi agradecimiento al gobierno por esta creciente cooperación.
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