El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha elegido a la almirante Lisa Franchetti para liderar la Armada estadounidense, lo que la convertiría en la primera mujer en encabezar esa división y en el Estado Mayor conjunto.
La elección de Franchetti, que deberá ser confirmada por el Senado, se producirá después de 38 años de servicio dedicado a la nación y una amplia experiencia tanto en el ámbito operativo como en el de políticas.
Franchetti, que tiene 59 años y nació en Rochester (Nueva York), ha sido comandante de las Fuerzas Navales de EEUU en Corea del Sur, subcomandante de esas fuerzas en Europa y África, y director de Estrategia, Planes y Políticas del Estado Mayor Conjunto. Además, fue la segunda mujer en alcanzar el rango de almirante de cuatro estrellas en la Marina de Estados Unidos.
En un comunicado difundido por la Casa Blanca, Biden resaltará que Franchetti aportará su amplia experiencia tanto en el operativo como en el ámbito de políticas, y que su designación volverá a hacer historia como la primera mujer en servir como Jefa de Operaciones Navales y en el Estado Mayor Conjunto.
La almirante sucederá al almirante Michael Gilday, quien fue nombrado en agosto de 2019.
La designación de Franchetti debe pasar el visto bueno del Senado, donde los demócratas tienen desde el pasado enero 48 escaños, los republicanos 49 y hay otros tres independientes de tendencia progresista.
Franchetti nació hace 59 años en Rochester (Nueva York). Asumió el puesto de vicejefa de Operaciones Navales en septiembre de 2022 y entre sus puestos en el pasado figuran el de comandante de las Fuerzas Navales de EEUU en Corea del Sur, subcomandante de esas fuerzas en Europa y África o directora de Estrategia, Planes y Políticas del Estado Mayor Conjunto.
El presidente Joe Biden da un discurso como parte de una visita a un astillero en Filadelfia (Foto AP/Susan Walsh)
Franchetti sucederá al almirante Michael Gilday, nombrado en agosto de 2019.
Como próximo vicejefe de Operaciones Navales, Biden nominó al vicealmirante James Kilby, mientras que el almirante Samuel Paparo fue elegido como comandante del Comando del Indopacífico, y el vicealmirante Stephen «Web» Koehler para liderar la Flota estadounidense del Pacífico.
Según el mandatario demócrata, se trata de cuatro de los oficiales más experimentados y altamente calificados de Estados Unidos, y cada uno de ellos aporta “aporta un conjunto de habilidades esenciales que mejorarán y fortalecerán la capacidad operativa de la fuerza militar y naval más grande que el mundo jamás ha visto”.
Biden urgió al Senado a avanzar rápido en su confirmación dados los actuales desafíos a la seguridad nacional, y pidió a la Cámara Alta que también se desbloqueen el resto de nominaciones pendientes.
El presidente mencionó de forma explícita al legislador republicano Tommy Tuberville, que lleva meses paralizando el nombramiento de cargos militares hasta que el Pentágono no modifique su política de libertad reproductiva.
Esa política permite entre otros puntos a las mujeres soldado tomar unos días de baja para abortar y subvenciona los gastos de viaje cuando tienen que desplazarse a otro estado para interrumpir voluntariamente su embarazo si en el suyo está prohibido.
«Lo que está haciendo el senador Tuberville no solo está mal, es peligroso. En este momento de contextos de seguridad en rápida evolución e intensa competencia, está arriesgando nuestra capacidad para garantizar que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos sigan siendo la mayor fuerza de combate en la historia del mundo. Y sus colegas republicanos en el Senado lo saben», lamentó Biden.
Tuberville se ha negado a autorizar unos 250 nombramientos desde febrero. Esta postura consiguió el pasado 10 de julio que, por primera vez en 164 años, el Cuerpo de Marines se quedara sin general porque David Berger se retiró y el Senado no ha confirmado a su sucesor, Eric Smith, que actúa desde entonces de forma interina.
El legislador, antiguo entrenador de fútbol americano, es miembro del comité de Servicios Armados del Senado. Su bloqueo hace que las nominaciones deban ser abordadas caso por caso, en lugar de hacerlo en bloque por consenso, como suele ser habitual, retrasando así todo el proceso.