Después de 72 años de haberse iniciado el proceso: el doctor José Gregorio Hernández Cisneros recibió la beatificación este viernes 30 de abril. El monseñor Aldo Giordano, nuncio apostólico en Venezuela, presidió la ceremonia, que se desarrolló en la iglesia del Colegio La Salle, en Caracas.
Sobrio y emotivo. Aproximadamente 150 personas presenciaron el acto, que comenzó a las 10:00 am, y en el que estuvo Yaxury Solórzano Ortega, la niña del milagro por el que fue beatificado el Médico de los pobres.
La pandemia cambió lo que pudo haber sido un acto multitudinario. Los ciudadanos, debido a las restricciones establecidas para prevenir los contagios de covid-19, debieron seguir el acto, al que no se le permitió el acceso a la prensa a través de la televisión o las redes sociales: la transmisión comenzó con unas impresionantes tomas aéreas.
Diáconos, presbíteros, obispos y cardenales caminaron hacia el altar mientras de fondo sonaba, al ritmo de la danza zuliana, «Es nuestro Dios», una canción del compositor Luis Galián. Durante la ceremonia se escuchó un exquisito repertorio que incluyó los diferentes géneros musicales venezolanos, tocados por la Schola Cantorum de Venezuela de la Orquesta Sinfónica Gran Mariscal de Ayacucho.
En la ceremonia estuvieron también presentes Jorge Rodríguez, presidente del Parlamento electo en 2020, y los ministros Carmen Meléndez, de Interior, Justicia y Paz; Vladimir Padrino López, de Defensa; y Jorge Arreaza, de Relaciones Exteriores, además de los diputados chavistas Nicolás Maduro Guerra, Luis Eduardo Martínez, Pedro Infante, José Gregorio Vielma Mora y Rodbexa Poleo.
Muchos feligreses se concentraron en los alrededores de la Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, en el centro de Caracas, donde reposan los restos mortales de Hernández. También en la parroquia La Pastora, justo en el lugar donde fue arrollado Hernández en 1919.
El cardenal Baltazar Enrique Porras Cardozo, acompañado de la postuladora Silvia Correale y el vicepostulador monseñor Tulio Ramírez Padilla, pidió al nuncio apostólico Giordano que procediera con la beatificación del venerable.
«Su eminencia reverendísima, la Arquidiócesis de Caracas y la Iglesia en Venezuela, ha pedido humildemente a su santidad el papa Francisco que se digne a inscribir en el número de los beatos al venerable siervo de Dios José Gregorio Hernández Cisneros», expresó Porras.
El cardenal manifestó que la celebración no es solo de todos católicos y de los venezolanos, sino también de hombres y mujeres de otros pueblos, lenguas y culturas.
Se escuchó una breve biografía del doctor Hernández, quien murió el 29 de junio de 1919. Posteriormente, Giordano leyó las letras apostólicas que contienen la fórmula de beatificación, anunciando lo que muchos venezolanos esperaban desde hace muchos años escuchar:
«Con nuestra autoridad apostólica concedemos que el venerable siervo de Dios José Gregorio Hernández Cisneros, fiel laico, experto en la ciencia y excelente en la fe, que reconociendo en los enfermos el rostro sufriente del Señor como el buen samaritano, los socorrió con caridad evangélica curando sus heridas del cuerpo y del espíritu, de ahora en adelante sea llamado beato y que sea celebrado cada año, en los lugares y según las reglas establecidas por el derecho, el 26 de octubre».
La alegría de los invitados quedó reflejada en las imágenes: todos aplaudieron, contentos, por la beatificación de Hernández. Un familiar del doctor reveló lentamente la imagen del beato con su aureola: lleva una bata médica y un estetoscopio, sumamente significativo cuando la crisis en Venezuela se ve agravada por la pandemia de covid-19.
Sonaba «José Gregorio», del compositor Renato Aguirre. Yaxury Solórzano, quien, vestida con un liqui liqui color blanco, llevó en procesión la reliquia del beato y la ubicó en el altar, rodeado de flores y velas, luego de recibir la bendición de Giordano.
La ahora adolescente, emocionada, abrazó a su madre. Una vez más los aplausos se escucharon, la música siguió, y las emociones, separadas por un metro de distancia, emanaron de los feligreses.
Baltazar Porras fue quizá el ejemplo más preciso del cúmulo de emociones que embargó la ceremonia: luchando para contener las lágrimas, y con la voz quebrantada, agradeció al papa Francisco por conferirle el título de beato a Hernández.
El nuncio apostólico en Venezuela hizo la homilía. Manifestó que el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, habría querido estar presente en la misa. «Pero lamentablemente no ha sido posible, esperemos que pueda volver pronto a Venezuela, quizá acompañando al papa Francisco, quien nos confió tiene muchas ganas de visitar nuestro país», agregó.
Inicialmente estaba previsto que Parolin presidiera la misa, pero debido a que no iba a ser posible su viaje a Venezuela, el Papa delegó a Giordano para que lo sustituyera.
«Parece providencial celebrar la beatificación de un médico en medio de una pandemia que afecta a toda la humanidad. Oremos intensamente por las millones de víctimas y por todos los enfermos a causa del virus, en la figura del beato, la Iglesia rinde hoy a los profesionales de la medicina y de la salud, un homenaje de reconocimiento gratitud y oración. Que el beato José Gregorio interceda para que el acceso a las vacunas se logre juntos, sin divisiones, sin resistencia«, manifestó.
El monseñor dijo que la beatificación conformó que Venezuela es y será siempre tierra de gracia, aunque las circunstancias actuales por las que atraviesa pudieran sugerir lo contrario. El nuevo beato, agregó Giordano, es capaz de unir a todos sus compatriotas por encima de las diferencias sociales, políticas, económicas, ideológicas y religiosas.
Los funcionarios del chavismo estuvieron entre los primeros que recibieron la homilía.
La Arquidiócesis de Caracas enviará una reliquia, con forma de microscopio y con un sombrero que refiere a la imagen de Hernández, a cada una de las diócesis del país en donde los obispos establecieron un santuario para que los creyentes de esas localidades lo reciban y celebren así la beatificación.
«Hoy, de manera especial, volvemos nuestra mirada a la querida tierra de Isnotú, y bendecimos a Dios porque puso sus ojos en una familia trujillana y entre sus hijos le regaló, para el bien de todo el pueblo, al que fue bautizado con el nombre de José Gregorio. Nombre, en su estela, quizá el más común en Venezuela», manifestó Porras.
El cardenal dijo que un modo de agradecer a la familia de Hernández y al papa Francisco es que los venezolanos se comprometan al respeto mutuo, de la dignidad y la estima, así como a la unidad en la diversidad entre todos los ciudadanos y la colaboración leal entre las instituciones, como vigencia efectiva del ideal republicano y cristiano de libertad, igualdad y fraternidad.
«La salud integral de cuerpo y espíritu, personal y social, nos llama a ser solidarios. Solos es imposible superar las carencias, la sociedad es plural y los aportes de cada sector son necesarios. La ayuda humanitaria, la mejora sustancial del sistema sanitario, las urgencias como la vacunación masiva no pueden estar cerradas a ningún sector, la calidad de vida exigen sin demora concertación, negociación, planificación, ejecución y supervisión, en la que la transparencia se haga presente, para que la credibilidad y la esperanza aumente sin particularismos ni sectarismos», expresó.