“Ninguna carrera me gusta”, confiesa Ariadna Brizuela, una estudiante de un liceo ubicado en Barquisimeto. Asegura que antes deseaba ser médica o abogada, pero ya nada de eso la motiva. Mucho menos cuando a su alrededor tiene a varios vecinos con una profesión pero siguen ahí, “estancados en el barrio pasando el mismo trabajo que los que no estudiaron nada”.
A Ariadna solo le falta un año para graduarse como bachiller, y admite que no sabe qué hará después. “Lo más probable es que haga algún curso, no sé si de peluquería o algo que tenga que ver con la estética. No lo he pensado”. Su objetivo es claro: “quisiera poder encontrar algo que me guste, pero que también me dé dinero”.
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2022 demostró que la razón principal que lleva a los y las adolescentes a dejar los estudios ya no es solo el factor económico, sino la poca pertinencia de la oferta educativa.
Luis Pedro España, sociólogo e investigador de la UCAB, indicó que la mayoría de los que dejan la escuela más temprano “son varones porque el costo de oportunidad de los jóvenes es más alto. Las niñas también dejan la escuela pero más tarde. Son personas que entran prematuramente al trabajo de manera precaria”.
José Gregorio Afonso, presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela (Apucv) sostiene que en Venezuela los oficios están resultando mucho más rentables que las profesiones. “Muchas veces estos se derivan de la experticia. La gente empieza a ejercerlos sin estudios previos” ni los necesita, explica.
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