El reto de Juan Guaidó en Venezuela cada vez es más grande. Sin haber podido lograr el objetivo fundamental de desplazar a Nicolás Maduro del poder, planteado en 2019, y luego de muchas viscisitudes, ahora impulsa una negociación con el régimen chavista para buscar unas elecciones presidenciales “libres y justas”. Suena sencillo, pero no lo es.
Por VICTOR AMAYA / ROCÍO COLOMER / larazon.es
Entretanto, encabeza un gobierno encargado que reconoce parte de la comunidad internacional y que mantiene control sobre activos venezolanos en el exterior, además de representaciones diplomáticas en algunos países enfocadas principalmente en atención a la crisis migratoria que, según Acnur, ya alcanza los 5,5 millones de personas -más de un quinto de la población del país.
Guaidó ha planteado, con el respaldo de Estados Unidos y otros actores extranjeros, un Acuerdo de Salvación Nacional con el que busca lograr concesiones democráticas en Venezuela a cambio, entre otras cosas, del levantamiento progresivo de las sanciones que pesan sobre el régimen chavista. Nicolás Maduro también ha dicho estar dispuesto a conversar.
En ese marco, Juan Guaidó atiende a LA RAZÓN por videoconferencia desde Caracas. Un diálogo que se inicia con el presidente encargado afirmando que el X Premio FAES de la Libertad que le fue otorgado a finales de mayo “es un reconocimiento a la lucha de los venezolanos durante años. Ciertamente es un espaldarazo al momento que atravesamos en esta lucha por la democracia que tiene una petición sencilla: queremos elecciones libres y justas”. Su objetivo, asegura, es llevar a término ese proceso de lograr una solución ante lo que es una tragedia “muy grande” que tiene en riesgo hasta la integridad territorial del país.
¿En qué ha avanzado el planteamiento de negociar con Nicolás Maduro?
En la aproximación del facilitador, que es Noruega. Estamos en una fase pendular de construcción de una agenda. Estamos buscando formalizar la sede, con varias alternativas como México o Noruega. Lo siguiente es buscar un grupo de países amigos que puedan ser garantes de este proceso.
Qué señales esperan del régimen que den cuenta de voluntad real para negociar?
No confiamos en el régimen ni esperamos buena fe de la dictadura. Esperamos la confirmación de una agenda, validada por los facilitadores, y que sea oportunamente comunicada.
¿La negociación será entre el régimen de Maduro y la presidencia encargada de Guaidó o se incluirá a otros actores como Henrique Capriles?
La interlocución formal la tiene el Parlamento nacional, gobierno encargado y la plataforma unitaria, que incluye al partido Primero Justicia (en el que milita Capriles). Los actores con peso específico, como Henrique Capriles o María Corina Machado, han dado sus opiniones y hay que incorporar esas visiones así como a los demás actores de la sociedad civil organizada.
Se insiste en la necesidad de reunificar los distintos sectores de oposición…
Aquí no hay oposiciones, sino una alternativa democrática que tiene puntos de vista variados. Otros actores, como los “alacranes” (que han acercado posiciones con el chavismo), no forman parte de la oposición porque han convalidado el socavamiento de la democracia. Pero Maduro está allí no por falta de unidad opositora, sino porque es un dictador.
Maduro ha dicho que sus condiciones para negociar son: levantar sanciones, regresarle el control de activos venezolanos en el extranjero, y el reconocimiento a la Asamblea Nacional que él controla desde enero y no a la que usted encabeza. ¿Es eso viable?
No sé si son condiciones o puntos de agenda. Eso debe llevarlo ante los facilitadores para la construcción de la agenda. Por el respeto a lo acordado con Noruega, una vez se sepa la agenda se conocerá lo que está dispuesto a ser acordado. Lo que no debe ser es que esto se use como excusa.
¿Tiene información sobre si han continuado negociaciones del régimen directamente con otros actores opositores?
No, pero creo que las negociaciones paralelas, parciales, unilaterales o personales, fortalecen al régimen.
La firma de un convenio para comprar vacunas vía COVAX parecía ser un escalón para lograr más acuerdos, pero finalmente no se concretó.
Los temas humanitarios deben ser simultáneos, no pueden depender de los acuerdos políticos porque la tragedia es muy grande. Lo que sucedió con COVAX es la muestra clara de las contradicciones propias de la dictadura. Rechazaron el acuerdo y luego pagaron el monto necesario ellos solos. La ayuda humanitaria no es un gesto, sino una necesidad frente a la catástrofe humanitaria. Van 661 muertos en el sector salud por covid, reportados por los gremios. Pero las cifras totales siguen siendo oscuras porque se ocultan. En mi entorno familiar murieron dos personas y nunca fueron reportadas por la dictadura como muertos por covid. Eso nos ha pasado a todos. La dictadura manipula las cifras porque quiere normalizar la situación venezolana y que por desgaste otros países se acostumbren a ello. En Venezuela es lamentable la discriminación con las vacunas, con un mercado negro y vacunación VIP convertidos en norma. No les interesa atender a los más vulnerables sino a su grupo político, una élite dominante.
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