Las numerosas vicepresidencias partidistas están en la mira del gobernante. De eliminarse las vicepresidencias territoriales de la estructura del PSUV, tanto el grupo de Nicolás Maduro como el de Diosdado Cabello se verían afectados en cuanto a número de integrantes en la directiva, pero la revisión de las vicepresidencias sectoriales sí podría afectar al círculo del mandatario que, luego del V Congreso, logró incluir a varias de sus fichas en las altas instancias de la organización.
«Una revolución tiene que asentarse sobre las profundidades, en las entrañas del pueblo, en este caso del pueblo venezolano y el pueblo venezolano debe concentrar su fuerza en el Partido Socialista Unido Revolucionario de Venezuela», expresó el entonces presidente de la república, Hugo Chávez, en marzo de 2008, durante el Congreso Fundacional del PSUV. El partido sigue buscando, 14 años después, la manera para entrar en sintonía con la población.
En sus más recientes congresos, el partido ha realizado cambios en su estructura para adecuarse a la realidad nacional, algo que, luego de la muerte del líder del proceso que se inició en 1999, se ha tornado cada vez más difícil, como dejaron en evidencia los resultados de las elecciones regionales y locales de 2020, cuando la oposición logró mayor cantidad de votos que el chavismo, aunque la división en facciones permitió el triunfo de los abanderados del partido de gobierno en la mayoría de las gobernaciones.
Ya en 2018, en el IV Congreso de la organización, el PSUV efectuó una reestructuración en la que buscó una conformación más horizontal para intentar dar término a la estructura piramidal que, como la mayoría de los partidos políticos, mantenía desde sus comienzos.
En lugar de una Dirección Nacional que ocupaba el vértice superior de la pirámide, el PSUV creó en aquella oportunidad un Comando Central Bolivariano, como máxima instancia de la organización, en la que estaban integrados los miembros de la Dirección Nacional, los de la Dirección de la Juventud del PSUV, gobernadores, protectores de estado y alcaldes, junto a un grupo de figuras históricas del partido que conformaban un Consejo Político.
Por debajo de ese comando se encontraban las Redes de Articulación y Acción Social (RAAS) que son las que coordinan en cada comunidad las acciones a emprender, de la mano de las Unidades de Batalla Bolívar Chávez (UBCH), ejecutores de la acción política y social en barrios y urbanizaciones.
Ese nuevo esquema se implementó, no obstante, luego de establecer el «centralismo democrático», mediante el cual las instancias superiores de la organización debían transmitir los planes y tareas hacia las bases, luego que, al menos en la teoría, se nutrieran de las demandas de estas bases.
Así funcionó el PSUV por cuatro años, pero a comienzos del presente mes de mayo, el gobernante Nicolás Maduro, quien como en la tradición chavista es también el presidente del partido de gobierno, ordenó una nueva reestructuración del partido, justo después de que se renovara la dirección nacional del PSUV a través de una votación a mano alzada en el V Congreso de la organización.
Maduro pidió una simplificación de la estructura: «Debemos meter la lupa a estas estructuras existentes en el partido. Vayamos a un proceso de renovación y simplificación de las estructuras de base y de dirección del PSUV a todo nivel».
Específicamente, llamó a meter la lupa en las vicepresidencias sectoriales para que se viera si han cumplido su papel y si se justifica la existencia de todas ellas, así como la disolución de las vicepresidencias territoriales, que ya no considera necesarias.
«Las vicepresidencias territoriales ya no se justifican. Antes sí, porque tratábamos de trabajar con las REDI. Ahora lo podemos llevar a un enlace de la dirección nacional con el Estado, ahora sin rango de vicepresidente», argumentó el jefe de Estado.
Aunque no se habló de ello durante el V Congreso del partido, al menos públicamente, hay que tomar en cuenta que la medida de reestructuración ocurre luego de un proceso de renovación de autoridades que se produjo tres meses después de las mencionadas elecciones regionales.
Simplificar la estructura
Al solicitar el cambio en la estructura del partido, Nicolás Maduro llamó a la simplificación. Aseguró que el éxito de una organización se basaba en un modelo simple, lo que contrasta con la visión que tenía el fundador del partido, quien llamó a conformar un esquema organizativo con «batallones, pelotones y escuadras», como en el mundo militar.
En 2018, luego del IV Congreso, la Dirección Nacional contaba con 36 miembros, a los que se sumaron los 14 del consejo político, especie de figuras «notables» del partido, varios de ellos ocupantes de cargos públicos, como Jorge García Carneiro ( † gobernador del estado Vargas), Earle Herrera († diputado a la Asamblea Nacional), Iris Varela (ministra para Asuntos Penitenciarios), Ernesto Villegas (ministro para la Cultura) y Alí Rodríguez Araque († embajador en Cuba) y otros que habían pasado por diferentes instancias pero en ese momento no ocupaban cargo alguno en la administración pública, como Ramón Rodríguez Chacín, María Cristina Iglesias, José Vicente Rangel (†), Francisco Arias Cárdenas y Fernando Soto Rojas (†), entre otros.
Para 2022, el número de integrantes de la Dirección Nacional pasó a ser 40 y el del Consejo Político se elevó de 14 a 22 integrantes. Ingresaron María León, Nohelí Pocaterra, Marelis Marcano, Julio Escalona, Edgardo Ramírez, José Vielma Mora, Isis Ochoa, Mayerling Arias, Wilmar Castro Soteldo, Desirée Santos Amaral y Jesús Martínez.
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