De Javier Milei pueden decirse muchas cosas, pero al presidente argentino no se le puede negar su gran audacia: desde una hiperminoría parlamentaria, el líder libertario se está atreviendo a tomar decisiones que Mauricio Macri evitó durante su Presidencia. ¿La última de ellas? Una reivindicación en toda regla de Cristóbal Colón y de la conquista de América.
«Celebramos el Día de la Raza en conmemoración de la llegada de Cristóbal Colón a América, un hito que marcó el inicio de la civilización en el continente americano», señaló el Gobierno el sábado en un vídeo colgado en la cuenta de la Casa Rosada en las redes sociales.
La afirmación desató la furia del presidente venezolano, Nicolás Maduro, que lleva meses lanzando gruesos epítetos contra Milei.
«No hay nada que celebrar, ni Día de la Hispanidad, ni día de la raza», dijo Maduro este sábado en un mensaje telefónico que mandó a la marcha por el Día de la Resistencia Indígena que se realizó en la plaza Venezuela, en Caracas. Para él, en realidad, la llegada de Cristóbal Colón a América representó, hace 532 años, una «invasión» y un «genocidio».
La explicación del presidente venezolano llegó, como es habitual, cargada de hipérboles.
«Lo que publicó en sus redes sociales el cómplice del genocidio Javier Milei, saludando el 12 de octubre como el gran día en que nos civilizaron. Quieren imponer su relato falso del pasado para en el presente imponer su proyecto fascista, negador de los derechos del pueblo y negador del derecho de la independencia y del futuro de nuestro pueblo».
«Ellos dicen que fue un proceso de civilización, o sea que nosotros no éramos humanos, ellos vinieron a civilizarnos, ellos dicen que no fue genocidio, ni masacre y que no hubo crímenes, que fue el encuentro de dos mundos, dicen que nos descubrieron, o sea que nosotros no existíamos».
Ajeno a las provocaciones de Maduro, el Gobierno de Milei dio sus razones para el abrupto cambio.
«Lejos de ser una simple expedición marítima, la llegada de Colón representó un cambio de paradigma global. Colón, como símbolo de la expansión y el progreso, nos recuerda la capacidad del ser humano para superar lo desconocido y buscar nuevas oportunidades para el desarrollo y la civilización», señaló el vídeo.
El cambio se dio en el mismo día en el que se modificó el nombre del Centro Cultural Kirchner, un emblemático e imponente palacio en el centro de Buenos Aires que durante décadas fue la sede del Correo Central.
El edificio pasó a llamarse Palacio Libertad – Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento. Presidente entre 1868 y 1874, Sarmiento fue el gran impulsor de la educación pública en Argentina y un gran modernizador en una nación joven, que había declarado su independencia de España en 1816.
El nuevo nombre fue acompañado por un logotipo de tonos violeta, el color que utiliza La Libertad Avanza (LLA), el partido político de Milei. De todos modos, borrar la huella de los Kirchner no le será sencillo a Milei. hay decenas de edificios públicos y carreteras en todo el país bautizados con el apellido de Néstor y Cristina, y en el caso del flamante Palacio Libertad, la denominación Centro Cultural Kirchner sigue grabada en granito y es mucho más difícil de cambiar.
El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner acabó en 2010 con la denominación del 12 de octubre como Día de la Raza para pasar a denominar la fecha, festiva en Argentina, como Día del Respeto a la Diversidad Cultural. Sin derogar el decreto de la ex presidenta, Milei recuperó la denominación anterior.
Estas decisiones en las que Milei pisa fuerte y lleva la conversación pública en la dirección que más le interesa tienen que ver con una de las grandes obsesiones del presidente, la batalla cultural. Si se pensaba en el inicio de su Gobierno que Milei se dedicaría solo a la economía, el error es evidente: el presidente profundiza por momentos en una agenda conservadora, algo que se vio recientemente en un discurso en el que el presidente gritó «Dios, Patria y familia».
Milei sostiene que Argentina viene de un siglo de fracasos y que él llegó para cambiar esa inercia. El presidente está convencido de que cambiar el discurso dominante durante los 20 años de kirchnerismo requiere de audacia y sorpresa. Y como la economía sigue estancada en una profunda recesión, los triunfos simbólicos, como quitar el nombre de Kirchner o reivindicar a Colón son lo que mantienen la euforia y la confianza del Gobierno, así como el entusiasmo de sus fieles.