El petróleo, vendido a bajo precio en los mercados internacionales debido a la crisis del coronavirus, ya no aporta casi dinero a Nigeria y amenaza con provocar una recesión en la economía más grande de África debido a su gran dependencia del oro negro.
Aunque los precios mundiales han subido por encima de los 30 dólares durante los últimos días (valía menos de 20 hace dos semanas) el futuro sigue siendo sombrío para Nigeria, que obtiene más de la mitad de sus ingresos del petróleo, que representan el 90% de sus exportaciones.
“Nigeria se enfrenta al doble desafío de la pandemia de COVID-19 y al desplome del precio del crudo”, resumió la semana pasada el ministro de Finanzas, Zainab Ahmed.
“Es un doble golpe fuerte (…). Los mercados mundiales de crudo se mueven en cámara lenta y no vendemos tanto como antes”, añadió.
Nigeria parece en peor situación que otros países productores. Y eso a pesar de que estos también se ven afectados por la desaceleración de la demanda global, en particular de China, y la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita.
Actualmente el petróleo nigeriano se vende a casi 10 dólares menos que el barril de Brent con el que normalmente está alineado, según expertos y fuentes del sector petrolero consultados por la AFP. Y debido a la falta de espacio de almacenamiento en tierra, los buques llenos de petróleo sin vender esperan en el mar a poder descargar un crudo destinado a las refinerías europeas…
– “Carrera de descuentos” –
Según la agencia Bloomberg, el barril nigeriano incluso cayó a 12 o 13 dólares a finales de abril, muy por debajo de la previsión de 57 dólares sobre la que Nigeria fijó el presupuesto para 2020 antes de la pandemia.
Como la oferta mundial superó con creces a la demanda durante varias semanas, “asistimos a una carrera de descuentos, donde los países del Golfo, como Arabia Saudita, están mucho mejor posicionados para vender su petróleo”, afirma Benjamin Augé, investigador asociado del Instituto francés de relaciones internacionales (Ifri).
En Nigeria, la corrupción, los saqueos de crudo y las medidas de seguridad que deben tomar las compañías petroleras del delta del Níger (sur), donde están presentes muchos piratas y grupos criminales, aumentan los costos de producción entre 15 y 30 dólares el barril.
“El barril nigeriano ahora cuesta casi tanto como lo que aporta”, concluye Benjamin Augé. En su opinión, “Nigeria rara vez ha estado tan mal como ahora”.
Los ingresos petroleros han caído un 80%, anunció la semana pasada el gobierno, que espera una “recesión inminente” de aquí a finales de año.
El presupuesto inicial de 35.000 millones de dólares acaba de ser revisado a la baja por segunda vez (sobre la base de un barril a 20 dólares) “para ajustarse a las realidades actuales”, afirmó el ministro de Finanzas.
– Bancos amenazados –
Incluso antes de la crisis actual, el país más poblado de África, con casi 200 millones de habitantes, de los que alrededor del 40% viven con menos de un dólar al día, ya intentaba recuperarse de la recesión económica en 2016-17 y estaba estancado en un crecimiento anual en torno al 2%.
Pese a las promesas realizadas por el presidente Muhammadu Buhari cuando fue elegido en 2015, “la diversificación económica sigue siendo en gran parte una quimera y pocas políticas concretas para desarrollar otros sectores han dado resultado”, recalca Benjamin Augé.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una contracción del PIB de 3,4% en 2020, y acaba de aprobar una ayuda de 3.400 millones de dólares en fondos de emergencia para Nigeria. Una cifra muy inferior a los 7.000 millones de dólares que el gobierno dice que necesita en préstamos.
“En estos momentos Nigeria está perdiendo sumas colosales, es un verdadero desastre”, confirmó a la AFP el presidente de la cámara africana de Energía, NJ Ayuk, con sede en Johannesburgo.
“Aunque los precios suban con la reactivación del comercio mundial, la situación seguirá siendo muy difícil a medio plazo, con muchos despidos y parón en todos los grandes proyectos petroleros previstos para este año, especialmente en offshore”, dice.
También preocupan las “consecuencias desastrosas de la situación” de los operadores petroleros nigerianos, que suponen un riesgo considerable para el sector bancario, el más grande del continente después del de Sudáfrica, comentó Demola Ojo, del periódico This Day en un artículo reciente.
Aunque el sector de los hidrocarburos representa solo alrededor del 30% de los préstamos concedidos por los bancos locales -explica-, estos operadores sobreendeudados y al borde de la bancarrota tendrán dificultades para reembolsar y con su caída podrían arrastrar a las entidades bancarias nigerianas.
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