La Cámara de Representantes de EE UU ha rechazado en la tarde del jueves un acuerdo alternativo, respaldado por Donald Trump, para evitar un cierre del Gobierno a medianoche de este viernes. A diferencia del acuerdo original, fruto de una negociación bipartidista y que fue torpedeado por los conservadores con Elon Musk a la cabeza, este plan B llevaba solo la firma de los republicanos, aunque eso no garantizaba su viabilidad, como ha demostrado el resultado de la votación, por la cerrada oposición de algunos halcones republicanos y de la mayoría de los demócratas. El rechazo implica volver a la casilla de salida, al abismo de poco más de 24 horas antes del previsible cierre de la Administración.
En menos de 24 horas, y a instancias del presidente electo, que animó a su bancada a presentar una alternativa al acuerdo derribado el miércoles por la ofensiva liderada por Musk, sus correligionarios improvisaron un acuerdo de compromiso, de solo 116 páginas (el original tenía más de 1.500), que contemplaba una prórroga de la financiación hasta marzo y la suspensión por dos años del techo de la deuda, es decir, la cantidad máxima de dinero que el Gobierno puede pedir prestado, con autorización del Congreso, para financiar sus obligaciones. El último punto era la condición que Trump había puesto el miércoles para dar su visto bueno a una iniciativa.
El plan B coronaba así 48 horas caóticas, las transcurridas desde la presentación del acuerdo original el martes por la noche por el portavoz de la Cámara, el republicano Mike Johnson. Un periodo en el que los legisladores tuvieron un acuerdo al alcance de la mano para verlo desmoronarse por segundos a golpe de tuits de Musk en la red social X (antes Twitter). El magnate tecnológico, que es también uno de los hombres más próximos a Trump, no fue el único que se opuso a la versión consensuada por los partidos; pero sí quien llevó la voz cantante en la operación de derribo. El presidente electo y su número dos, el vicepresidente J. D. Vance, secundaron sus críticas y entre todos ellos dinamitaron un proyecto de ley que, según la facción más radical de los republicanos, incluidos los miembros del Freedom Caucus, hacía concesiones a los demócratas.
El nuevo proyecto de ley, que representaba solo la visión de los republicanos, mantenía parte de las disposiciones bipartidistas del paquete inicial negociado por Johnson, pero eliminaba otras como el aumento de sueldo para los miembros del Congreso, que habría sido el primero desde 2009. El proyecto destinaba aproximadamente 100.000 millones de dólares en ayuda para catástrofes y unos 10.000 millones para ayuda económica a los agricultores, como hacía el acuerdo bipartidista alcanzado el martes. Como novedad, incluía una prórroga de un año de la ley agrícola de 2018, así como prórrogas para algunos programas de atención sanitaria, aunque no todos los que figuraban en el acuerdo inicial. Del paquete se había eliminado la reforma del sistema de gestión o intermediación de las prestaciones farmacéuticas, un pacto bipartidista que aumentaba significativamente la extensión del texto inicial.
Cláusulas polémicas
La poda del proyecto de ley inicial fue aún más drástica. Se suprimió una cláusula para autorizar una ley de prevención de riesgos pandémicos, que había suscitado las críticas de Musk y el ala más derechista del partido. También se eliminó un proyecto de ley bipartidista para hacer frente a la crisis de los opioides. El nuevo texto tampoco incluía la transferencia de la jurisdicción administrativa sobre el estadio RFK al Distrito de Columbia, el de Washington. Sí recogía, en cambio, la financiación federal para reconstruir el puente de Baltimore, que colapsó en marzo.
Pero pese al recorte en objetivos, legisladores y observadores daban prácticamente por muerto el proyecto antes de ser votado. “Mal acuerdo”, lo definió el representante Chip Roy, de Texas. “Díganme qué ha cambiado para bien. Simplemente, no lo entiendo, a menos que alguien se esté perdiendo algo o alguien no me esté contando los detalles”, dijo el representante Rich McCormick, de Georgia. Los demócratas, por su parte, siguen controlando el Senado y la Casa Blanca, lo que anticipaba su rechazo, como dejó de manifiesto Hakeem Jeffries, líder de la minoría demócrata en la Cámara (”La propuesta Musk-Johnson no es seria, es irrisoria”). La Casa Blanca también criticó el borrador de los republicanos por “obedecer las órdenes de sus benefactores multimillonarios a expensas de los estadounidenses que trabajan duro”. El texto requería el apoyo de dos tercios de la Cámara para ser aprobado.
Inconsciente de las dificultades que afrontaba el texto, Trump respaldó el nuevo acuerdo con entusiasmo apenas dos horas antes de la votación. “Una pieza MUY importante, VITAL para la agenda America First”, declaró. “¡ÉXITO en Washington!”, escribió en Truth Social. “El portavoz Mike Johnson y la Cámara han llegado a un muy buen Acuerdo para el Pueblo Estadounidense (…) ¡Todos los Republicanos, e incluso los Demócratas, deberían hacer lo que es mejor para nuestro País, y votar SÍ a este Proyecto de Ley, ESTA NOCHE!”, añadía. A falta de 32 días para tomar posesión, no parece que le estén haciendo mucho caso, incluidos algunos correligionarios suyos.