Los colombianos eligen este domingo 19 de junio presidente entre el izquierdista Gustavo Petro y el independiente Rodolfo Hernández, dos candidatos ajenos a los partidos con propuestas radicales de cambio para un país en crisis.
Las encuestas mostraban un empate técnico, por lo que un resultado muy reñido del balotaje podría alimentar las sospechas de fraude -que Petro ha expresado insistentemente- y desencadenar protestas.
El senador y exguerrillero de 62 años ganó la primera vuelta con el 40% de los votos frente al 28% de Hernández (77), pero su ventaja se pulverizó tras el juego de alianzas y una campaña muy agresiva, con filtraciones y golpes bajos de lado y lado.
Los electores castigaron a las fuerzas que históricamente han gobernado y ahora escogerán al sucesor de Iván Duque entre dos alternativas inciertas que despiertan miedos en diferentes sectores.
Si vence Petro, la izquierda llegará por primera vez al poder y si el triunfo es para Hernández, estará al frente del país un millonario sin partido enredado con la justicia.
«Los colombianos nunca se habían enfrentado a esto, no ir hacia donde el entusiasmo les señala sino hacia aquel que les hará menos daño», señala Michael Shifter, del Diálogo Interamericano.
Alrededor de 29 millones de colombianos están llamados voluntariamente a las urnas desde las 13H00 GMT hasta las 21H00 GMT. La abstención oscila generalmente entre 45 y 50%.
Venezuela es una coincidencia
Petro y Hernández coinciden en que restablecerán relaciones con Venezuela, lo que implica reconocer a Nicolás Maduro como presidente, lo que marca el cambio más radical de política exterior luego que el actual mandatario, Iván Duque, mantuviera su respaldo activo al líder opositor Juan Guaidó.
Varios medios indican que el sector de la oposición venezolana, liderado por Guaidó, ha sostenido contactos con ambos aspirantes colombianos, pero está claro que el reconocimiento a la «presidencia interina» del líder opositor termina con la asunción del nuevo presidente colombiano.
Este cambio tiene efectos importantes como un manejo distinto de los activos venezolanos en Colombia, como el caso de la petroquímica Monómeros, cuya gestión dirigida por personas designadas por Guaidó ha sido objeto de duros cuestionamientos y acusaciones.
Sin embargo, la reanudación de las relaciones con Maduro tendrá matices según quien ocupe el Palacio de Nariño.
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