Unos 1.986 km2 de cubierta forestal fueron destruidos entre enero y mayo en la superficie brasileña de la selva tropical más grande del mundo, frente a los 2.867 km2 para el mismo período en 2022, según el programa de vigilancia DETER de la agencia espacial nacional.
Las cifras de la agencia espacial INPE fueron buenas noticias para los ambientalistas que depositaron sus esperanzas en el veterano izquierdista Lula, quien asumió el cargo el 1 de enero prometiendo luchar por eliminar la deforestación ilegal tras una disparada de este problema y de los incendios en la Amazonía bajo su predecesor de ultraderecha, Jair Bolsonaro (2019-2022).
La deforestación anual promedio en la Amazonía brasileña aumentó en más del 75% en comparación con la década anterior durante la presidencia de Bolsonaro.
El lunes, en el Día Mundial del Medio Ambiente, Lula anunció un nuevo y amplio plan para combatir la deforestación, con cientos de metas y objetivos, incluida la incautación inmediata de la mitad del territorio que se explota ilegalmente para la tala, agricultura, minería y otras actividades en tierras protegidas.
«Brasil juega un papel importante en el equilibrio del clima de nuestro planeta, en gran parte gracias a la Amazonía», dijo Lula. «Prevenir la deforestación en la Amazonía también ayuda a reducir el calentamiento global», añadió.
Los expertos dicen que la prueba real del nuevo gobierno comenzará en los próximos meses, con el inicio de un clima más seco en la Amazonía a partir de julio, la temporada alta de deforestación e incendios forestales.
El gobierno de Lula ha sufrido una serie de reveses ambientales esta semana a manos del Congreso de Brasil, en el que sus adversarios conservadores tienen la mayoría.
La semana pasada, los legisladores aprobaron proyectos de ley que recortan los poderes de los ministerios de medio ambiente y asuntos indígenas y reducen drásticamente la protección de las tierras indígenas.
AFP