Calles y casas inundadas, hoteles completamente destrozados, escombros por todas partes, árboles derribados, comunicaciones interrumpidas, hospitales dañados y carreteras bloqueadas.
Estos son algunos de los estragos que causó el huracán Otis en la madrugada de este miércoles a su paso por la ciudad de Acapulco, en el sur de México.
La tormenta golpeó el icónico balneario turístico con una categoría de 5, con vientos máximos sostenidos de 260 km/h y rachas de hasta 315 km/h, siendo uno de los huracanes más fuertes que se hayan registrado en el Pacífico mexicano.
Debido a las afectaciones en las comunicaciones, las autoridades no han podido precisar algún número de víctimas o damnificados.
La telefonía, internet y gran parte del servicio eléctrico quedaron dañados por la tormenta que se fortaleció en pocas horas, lo que redujo las posibilidades de la población para prepararse.
En la zona turística de Acapulco, imágenes compartidas por huéspedes mostraban la intensidad de los vientos en la madrugada y los refugios improvisados en salones de los hoteles.
David Hall llegó a un hotel para una conferencia de trabajo horas antes de que Otis tocara tierra. Le dijo a la BBC que el edificio había sido dañado por el viento y la lluvia.
Las ventanas de las habitaciones del hotel se rompieron por la fuerza del viento. lo que hizo volar objetos fuera de la habitación. Relató que el edificio “tembló” como si estuviera ocurriendo un terremoto. “Mucha gente está asustada”, contó este miércoles.
Otros videos difundidos en la televisión local mostraban barrios de Acapulco anegados por el desbordamiento de ríos y arroyos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo por la mañana que no tenía reportes de víctimas debido a que “no hay comunicación”.
“Es un huracán muy fuerte, de mucha intensidad y tuvo un comportamiento atípico. Esto no pasaba en décadas en el comportamiento de un huracán así”, dijo.
Por la tarde se trasladó hacia Acapulco por tierra para coordinar acciones de ayuda.
Otis se debilitó luego de adentrarse por el sur del país, pero seguía generando fuertes lluvias.
“Me puse a rezar”
Luisa Peña, una turista que estaba en el hotel Princess Mundo Imperial, uno de los edificios altos más afectados, contó en un video en sus redes sociales su experiencia.
“Como a las 11 de la noche se fue la luz y los vientos estuvieron a todo lo que da, a 260 (km/h) o más y me escondí en el clóset, me puse a rezar y a tratar de calmarme, aunque el pánico se apoderó de mí”, relató.
“Soy afortunada, estoy viva y no me pasó nada. Por aquí reportan que todavía no saben cuáles son los daños más allá de los materiales”, añadió tras asegurar que en su habitación se cayó el techo, se rompieron los vidrios y se inundó el piso.
Otros videos mostraban a turistas usando camas y colchones como barreras protectoras en sus habitaciones.
La Comisión Federal de Electricidad informó que casi 500.000 clientes perdieron el servicio. En Acapulco viven unas 800.000 personas y es uno de los destinos turísticos mexicanos más concurridos.
Numerosos comercios de la céntrica vía Miguel Alemán sufrieron daños en sus fachadas y saqueos tras el paso del huracán, informó la cadena Televisa. Las gasolineras no ofrecían combustible, lo que dificultaba el movimiento de vehículos.
El gobierno informó del despliegue del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional. Un convoy que transportaba ayuda humanitaria partió de Ciudad de México por tierra debido a que el aeropuerto de Acapulco también resultó afectado.
Fueron abiertos 500 refugios para la población local.
Temporada intensa
Los huracanes azotan a México todos los años en sus costas del Pacífico y del Atlántico, generalmente entre mayo y noviembre, aunque pocos tocan tierra como categoría 5.
Esta misma semana, el huracán Norma dejó tres personas muertas, incluido un niño, después de tocar tierra en el Pacífico mexicano dos veces.
Y a principios de octubre, dos personas murieron cuando el huracán Lidia, de categoría 4, azotó los estados occidentales de Jalisco y Nayarit.
En octubre de 1997, el huracán Pauline azotó la costa del Pacífico de México como una tormenta de categoría 4, dejando más de 200 personas muertas, algunas de ellas en Acapulco.
Fue uno de los huracanes más mortíferos en la historia moderna de México.