La economía mundial está en desaceleración, las naciones en desarrollo resultan las más perjudicadas, y se requieren cambios en la arquitectura financiera internacional y las políticas de los bancos centrales, expuso la Unctad al divulgar este miércoles 4 su Informe sobre Comercio y Desarrollo 2023.
Rebeca Grynspan, secretaria general de la Unctad (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) dijo que “necesitamos una combinación equilibrada de medidas fiscales, monetarias y de oferta para lograr la sostenibilidad financiera, impulsar la inversión productiva y crear mejores empleos”.
“La regulación debe abordar las asimetrías cada vez más profundas del sistema comercial y financiero internacional”, agregó Grynspan en la presentación del informe desde la sede de la entidad en esta ciudad suiza.
La economía global alcanzará un crecimiento de apenas 2,4 % este año, frente a un avance de 3,0 % en 2022, y mostrará una desaceleración en la mayoría de las regiones, con pocos países haciendo contrapeso a la tendencia, según la Unctad.
Esta encrucijada está marcada por trayectorias de crecimiento divergentes, incremento de las desigualdades, mayor concentración de los mercados y aumento de la carga de deuda, con pocas señales de recuperación para el año próximo.
Algunas economías, como Estados Unidos, Japón, China, Brasil, México, India y Rusia, han mostrado resiliencia, pero otras encaran grandes desafíos, se indicó.
Entre los principales motores de la economía mundial, en Estados Unidos la desaceleración ha sido mesurada, a pesar del aumento de las tasas de interés, y apuntan a un “aterrizaje suave” gracias a la solidez del consumo interno, la disminución de la inflación y el alejamiento de la austeridad fiscal.
No obstante esta resiliencia, el crecimiento no repunta, en parte porque la inversión no se ha recuperado lo suficiente en vista de lo elevado de las tasas de interés durante un prolongado período.
El bloque europeo está al borde de la recesión, lidiando con un rápido endurecimiento de la política monetaria y embates económicos en contra, con las principales economías desacelerándose y Alemania contrayéndose.
El estancamiento o la caída de los salarios reales en todo el continente, sumados a la austeridad fiscal, están frenando el crecimiento.
En cuanto al gran propulsor asiático, la Unctad señaló que, aunque muestra signos de recuperación con respecto al año pasado, China encara un debilitamiento de la demanda interna y la inversión privada. “Sin embargo, tiene más espacio de política fiscal que otras grandes economías para abordar estos retos”, añadió.
El informe identifica la desigualdad como uno de los mayores desafíos de los países en desarrollo, que se ven afectados desproporcionadamente por ese desequilibrio.
La creciente brecha de riqueza, alerta, “podría socavar aún más la frágil recuperación económica y las aspiraciones de las naciones de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, planteados en el marco de las Naciones Unidas para contar con mejores condiciones de vida en el planeta para toda la humanidad hacia el año 2030.
La Unctad destaca a la deuda como otro de los grandes lastres de los países en desarrollo, e indica que, con el aumento de las tasas de interés, la depreciación de las monedas y el crecimiento lento de las exportaciones, los espacios fiscales se les han reducido y se está gestando una crisis de desarrollo.
Las economías de renta baja y media han visto triplicar su deuda externa pública en la última década, con la consecuente presión sobre los presupuestos nacionales, que han debido desviar al pago del servicio de la deuda recursos originalmente asignados a proyectos de desarrollo.
Esa tendencia se vio impulsada por los choques combinados de la pandemia y el cambio climático. Como resultado, el servicio de la deuda externa pública o con garantía pública aumentó para esos países de menos de seis a casi 16 % de los ingresos gubernamentales en la década posterior a la crisis financiera de 2008-2009.
La concentración del mercado en sectores clave, como el comercio de productos básicos agrícolas, ha aumentado desde 2020, profundizando la asimetría entre las ganancias de las principales empresas multinacionales y la disminución de los ingresos laborales a nivel mundial.
La Unctad sostiene que frente al sombrío panorama y para evitar una década perdida es necesario cambiar la dirección de las políticas, incluso las de los principales bancos centrales, e implementar las prometidas e incumplidas reformas institucionales, en el sistema financiero internacional principalmente.
Aboga por combinar políticas fiscales, monetarias y de oferta más equilibradas, y por coordinación entre autoridades nacionales y supranacionales para gestionar las presiones inflacionarias, garantizar la estabilidad de precios y fomentar un entorno propicio para el crecimiento impulsado por la inversión.
También solicita implementar medidas para reducir las disparidades de ingresos, mejorar los salarios reales y reforzar los sistemas de protección social.
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