Este jueves, durante la celebración del 44 aniversario de la revolución sandinista, Daniel Ortega recordó lastimeramente al dictador libio asesinado en octubre de 2011, con quien, ha dicho, mantuvo una relación especial durante muchos años.
“Yo recuerdo jactándose a la señora canciller Hillary Clinton (…) dando declaraciones que brincaba de rabia contra Libia y contra Gadafi y cuando Gadafi fue asesinado, porque Gadafi no era de los que se rendía, no era de los que se vendía, así que cuando Gadafi es asesinado, cómo brincaba de alegría la señora, brindando con champán por el asesinato de Gadafi”, relató Ortega.
Para el dictador nicaragüense el asesinato de Gadafi “rompió el punto de retención de los emigrantes y por eso es que hemos visto cómo empezaron a multiplicarse los emigrantes hacia Europa”.
Sin un motivo particular aparente, Ortega trajo a colación a su antiguo amigo libio durante el discurso central del acto, ante un grupo uniformado de simpatizantes y con muy pocos invitados internacionales.
“No podemos olvidar a Gadafi. Cómo él inmediatamente viendo la agresión que sufría Nicaragua se sumó y nos dio solidaridad incondicional, pero Gadafi iba más allá, era un soporte en esa región que empujaba para la unidad de los pueblos árabes”, dijo.
La relación de los sandinistas nicaragüenses con Libia comenzó en los años 70, poco después que Muammar Gadafi tomara el poder en 1969 mediante un golpe de Estado, explica un antiguo guerrillero del Frente Sandinista.
“Esa relación comenzó a través de los palestinos. En 1970 un grupo de sandinistas viajamos a Jordania para establecer relaciones entre el Frente Sandinista y los palestinos y ahí quedó el contacto. Recuerdo para el triunfo de la revolución Rogelio Ramírez (ya fallecido) andaba buscando armas para el Frente Sur”, añade.
La Central de Inteligencia Americana (CIA) atribuyó el acercamiento libio a una estrategia de la Unión Soviética en varias partes de la región. “Los soviéticos parecen estar alentando a Libia y la Organización para la Liberación de Palestina para que le den asistencia y entrenamiento militar a los nicaragüenses”, registra el documento “Políticas y actividades soviéticas en América Latina y el Caribe”, de la agencia de inteligencia.
“Gadafi no pedía mucho. Lo que aspiraba era que estas organizaciones golpearan intereses norteamericanos, lo que pedía era que atacaran embajadas y objetivos de los Estados Unidos”, declaró a la BBC en 2011, León Valencia, antiguo comandante del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN).
Víctor Hugo Tinoco, vicecanciller de Nicaragua para esos años, calculó en 100 millones de dólares los que Libia le habría entregado al gobierno sandinista. Sin embargo, en febrero de 2011, con Ortega de regreso al poder, Libia condonó 195,8 millones de dólares de una deuda total de 313,6 millones que tenía Nicaragua con el país árabe.
Tinoco divide el apoyo libio en dos etapas, una, de Estado a Estado durante los años 80, y otra, personal, con Daniel Ortega, después de su derrota electoral de 1990.
Julio López Campos fue secretario de relaciones internacionales del Frente Sandinista en los años 80, y uno de los tres miembros de una comisión secreta que viajó a Tripolí a finales de 1979 a buscar ayuda militar y material para la naciente revolución. “Gadafi no estaba y nos dijeron que tuviéramos paciencia y lo esperáramos. El líder, le llamaban. Pasó mucho tiempo y nos vinimos sin concretar nada”, dice.
Campos estuvo en un par de ocasiones con Gadafi. Una de ellas fue en septiembre de 1986, en Harare, la capital de Zimbabue, durante la VIII Conferencia Cumbre de Países No Alineados. “En ese momento las tensiones internacionales estaban calientes y se reunieron Gadafi, Fidel (Castro) y Daniel Ortega, en lo que algunos llamaron La cumbre del terror”, señala.
“Gadafi siempre me pareció un personaje muy, muy raro, muy extravagante. En el lenguaje nuestro diríamos medio loco”, añade López Campos.
“La verdad es que nunca tuvimos ninguna relación de calidad entre la revolución nicaragüense y los libios. No teníamos casi nada en común. Para nosotros los tres libros verdes de Gadafi y de la nueva teoría universal eran una cosa totalmente esotérica que nunca tomamos en serio”, dice. “Los vínculos se fueron haciendo más entre Gadafi y Daniel (Ortega), principalmente para apoyos financieros que fueron claves para después de la pérdida del poder”.
En noviembre de 1998, mientras Daniel Ortega estaba en la oposición política, reconoció en una entrevista con el periodista Fabián Medina que recibía apoyo económico en carácter personal de Gadafi. “Una mesada”, dijo. “El coronel Gadafi ha sido un soporte muy importante todos estos años”.
En marzo de 2007, cuando ya como presidente recibió las credenciales del nuevo embajador libio, Ortega afirmó que “después del año 1990, al menos una o dos veces al año me he estado reuniendo durante estos 16 años con el hermano Muammar Gadafi”.
En junio de 2007, Ortega y su esposa Rosario Murillo realizaron una gira con toda su familia por Argelia, Irán y Libia, y asistieron a la boda de un sobrino de Gadafi en Sirte, el pueblo donde nació el dictador libio.
“Fue una actividad muy hermosa, donde pudimos palpar la cultura y las tradiciones del pueblo libio. Además, se desarrolló una impresionante velada artística donde pudimos apreciar las canciones y las danzas de la lucha revolucionaria, así como una demostración de la caballería que utilizaron en sus luchas revolucionarias”, dijo Rosario Murillo sobre el evento.
La última de las visitas al “hermano Gadafi” la habría realizado Ortega en diciembre de 2008 en busca de dinero para impulsar su actual proyecto político y el soñado proyecto del canal interoceánico. Un despacho diplomático de la embajada de Estados Unidos en Tripolí, revelado por WikiLeaks, afirma que Ortega habría regresado con las manos vacías.
Según Gene Cretz, embajador de Estados Unidos en Libia, Ortega “había llegado a llorar sobre los hombros de Gadafi” y a “extender sus manos para recibir contribuciones”, que los libios ya no están dispuestos a realizar. De acuerdo con el cable publicado por el diario británico The Telegraph, Ortega se reunió en tres ocasiones con Gadafi sin recibir un solo dinar. “Los días en que la revolución libia soltaba plata para sus amigos revolucionarios en el exterior han llegado a su fin”, concluyó la embajada norteamericana.
En junio de 2007, Daniel Ortega visitó a Gadafi en Libia con toda su familia, incluyendo yernos y nietos. Participaron en la vida de un sobrino de Gadafi. (Foto referencial)
Mohamed Farrara Lashtar, sobrino de Gadafi, llegó a Nicaragua a mediados de los 80 a representar los intereses de su tío. Fue nacionalizado nicaragüense en 1990 y forma parte del equipo cercano de Ortega. Fue diputado suplente del Frente Sandinista en el Parlamento Centroamericano (Parlacen), secretario privado de Daniel Ortega, secretario para asuntos internacionales de la Presidencia y embajador especial para asuntos en el exterior.
Actualmente, Lashtar es un diplomático con múltiples cargos. Es embajador ante Kuwait y embajador concurrente ante Egipto, Turquía, Jordania, Túnez, República Argelina Democrática y Popular, Arabia Saudita y ministro asesor y delegado para África, Medio Oriente y países árabes. En los corillos diplomáticos le llaman “el super embajador”.
Mohamed Farrara Lashtar es un personaje que se mueve entre las sombras. Lo poco que se sabe de él proviene de los documentos desclasificados por la plataforma WikiLeaks, en febrero de 2011, y la información que proporcionó el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, cuando sancionó a Farrara Lashtar, el 15 de noviembre de 2021.
De acuerdo con el Departamento de Estado de Estados Unidos, el número de cédula nicaragüense de Lashtar es el 777-170559-0000M, tiene una residencia en Las Colinas, Calle de los Cerros, Casa 330, en Managua y usa tres pasaportes: uno libio (NG252351), otro nicaragüense ordinario (C1102007) y otro nicaragüense diplomático (A00000271).
Un cable del embajador de Washington en Managua, Paul Trivelli, fechado en enero de 2007 y revelado por WikiLeaks, describía a Lasthar como “una de las principales figuras de poder en las sombras del gobierno de Ortega” y “le reportaba directamente a la unidad secreta de seguridad de Muamar Gadafi que opera de forma independiente del gobierno libio. Además, a través de Lashtar el dinero de Libia ha mantenido durante años a Ortega y los Consejos del Poder Popular de Ortega están basados en el Libro Verde libio”.
Gadafi fue ejecutado por milicianos del Consejo Nacional de Transición (CNT) el 20 de octubre de 2011 en las afueras de su ciudad natal, Sirte, donde se había refugiado. Ortega condenó la muerte de su amigo y padrino, y su representante en la ONU, Miguel d’Escoto expresó: “Todo esto es parte de la misma agresión imperial que vemos en Irak y Afganistán. Es un momento muy triste en el que estamos viviendo”.
“La forma en que murió Gadafi, atrapado en un desaguadero y ejecutado ahí nomás, debe haber provocado un trauma a Daniel Ortega, ver morir así a alguien que él consideraba todopoderoso”, dice Julio López Campos.