Las mansiones del Country Club, que alguna vez fueron de Tobías Carrero y le expropiaron, entre otros muchos bienes, lucen solitarias, pero no abandonadas. Porque, dicen las malas lenguas, en una de ellas funcionaba hasta hace poco el despacho de Hugbel Roa, mitad oficina, mitad ¿casa de citas?, adonde acudían con frecuencia las “muñecas de PDVSA”, una manera demasiado honorable de llamar a esas mujeres que armadas de la estética impuesta por las mises perdedoras -mucha cirugía plástica, silicona por delante y por detrás, keratina en el cabello, labios de embuste-, sirvieron de carnada para ayudar a sus compinches a lavar todos los millones robados a la industria petrolera.
Por Elizabeth Fuentes / La Gran Aldea
Pero hasta ahora, solo una de ellas ha cambiado las lentejuelas por la nueva braga naranja que lució ante el Ministerio Público gracias a un prontuario que no se esmeró en esconder porque se sentía guapa y apoyada: Johana Torres, la “Reina de las Frutas”, como apareció en una valla gigantesca el año 2021, la “Tusi” para sus íntimos amigos, la mujer que llevaba años utilizando todos los recovecos de la corrupción, tanto en el Ministerio de Alimentación como en PDVSA, para hacer millones velozmente, viajar por medio mundo y mostrar en sus redes el lujo del que disfrutaba como quien lanza una trompetilla a lo que fue su miserable vida anterior.
Porque Johana saltó de vender pescado “salao” y verduras en las calles de Acarigua a recibir contratos ilícitos otorgados a dedo para vender frutas a escuelas y hospitales en Anzoátegui, gracias a su conexión con el entonces Ministro de Alimentación, Carlos Osorio y el director de la Faja Petrolífera del Orinoco, Pedro León, detenido en 2017 “debido a la profunda red de corrupción que dirigió por más de 10 años y que contribuyó con el desfalco de la estatal Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA)”, según informó el Fiscal entonces.
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